La vinculación de la familia de Alejandra de Rojas con Ciudad Rodrigo
Eduardo de Rojas y Ordóñez, Conde de Montarco, fue un auténtico enamorado de esta tierra donde se mantiene un palacio que lleva el nombre de la familia
S. G.
Viernes, 28 de abril 2023, 18:30
La palabra Alejandra se ha convertido en tendencia en España. Desde que en las últimas horas se haya conocido que ese es el nombre de la supuesta hija secreta del rey emérito, tal y como le atribuyen los autores de 'King Corp, el imperio nunca contado de Juan Carlos I', no se para de especular con el asunto.
El libro da las suficientes pistas como para llegar a la conclusión de que se trata de Alejandra de Rojas, hija de Eduardo de Rojas y Ordóñez, quinto Conde de Montarco. «Blanco y en jarra, no puede ser otra», indica de manera mucho más expresiva Ana de Rojas, hermanastra de la aludida y la menor de los hijos del primer matrimonio de Eduardo de Rojas.
Ana, asentada desde hace años en la comarca de Ciudad Rodrigo, entre las localidades de Guadapero y Morasverdes, confiesa que todo este asunto «me importa un rábano», aunque con matices, como es lógico. «Me importa lo que afecta a mi padre, atenta un poco contra su dignidad, ¿era un tonto o un caballero? Nosotros respetamos el secreto aunque todos sabíamos que no era hermana para nada, pero siempre hemos actuado con discreción, hemos respetado el secreto de mi padre porque así lo consideró».
Si es hija o no de Juan Carlos I, «se hace la prueba de ADN y ya está, se sale de dudas», pero ya de entrada, «nosotros especulamos, sospechamos de un portugués, todo el entorno de Charo (Charo Palacios) lo hace porque físicamente coincidían datos y nunca se nos ocurrió pensar en el rey, con el que tuvo relación, más bien lo proclamaba, pero tanto como para ser su hija no nos coincidía. La noticia me sorprendió y lo pongo muy en duda».
Montarco y Ciudad Rodrigo
Contextualizada la noticia, llega el momento de situarla en el territorio y es que la vinculación del Conde de Montarco y de su familia con Ciudad Rodrigo, es una realidad y una constante que se mantuvo a lo largo de la vida de Eduardo de Rojas pues aquí pasaba largas temporadas a pesar de que «Alejandra en ningún momento se sintió vinculada a esta tierra, Charo tampoco, venía con bastante desgana, las sobraba Ciudad Rodrigo a la madre y a la hija, nunca entendieron nuestro amor», manifiesta Ana.
De Rojas va más allá cuando señala que «no ha habido nadie que haya querido más a esta tierra que la familia Montarco, de corazón» y enumera algunas de las acciones que encabezó su padre en favor de la ciudad como la declaración como Monumento Histórico Artístico, la intercesión en favor de la diócesis allá por el año 1954 y sobre todo, la promoción que hizo de la ciudad allá por donde fue y acercando a numerosas personalidades, también con lo que denominó la Oreja de Oro, un herradero organizado en la finca Sajeras, de su propiedad, en el término cercano de Fuenteguinaldo, y de más de 500 hectáreas. «Aprovechaba para traer lo mejor que podía de España, Francia, Alemania o Inglaterra, para que recorrieran Ciudad Rodrigo y todo el mundo se iba encantado».
Pero para conocer la vinculación directa de la familia con la histórica localidad salmantina hay que ir un poco más allá y buscar en la provincia de Burgos, en Gumiel de Izán, de donde partió Juan José Vicente, un comerciante que salió de su pueblo con una mula y se encargaba de proveer alimentos a las tropas en la guerra contra los franceses. «Además iba comprando tierras, las muchas que se ponían en venta por la guerra, llegó a tener 99 fincas entre Salamanca y Zamora, cruzaba la provincia pisando tierra suya».
Su hija, Carmen Vicente, fue la gran heredera y la que se unió en matrimonio con el Conde de Montarco. Entre las posesiones que le entregaron a Carmen estaba un palacio en Ciudad Rodrigo que se utilizaba como pajar y granero, que llegó a la familia por una deuda. «Carmen lo descubre y se enamora de Ciudad Rodrigo y en 1890 hizo la gran obra del palacio que acondicionó para sus hijos y nietos». Entre esos nietos estaba Eduardo de Rojas, padre de Ana y de Alejandra (al menos el oficial y hasta que se demuestre lo contrario).
Con la muerte del conde en 2005 ese palacio se vendió y para Ana fue la mejor opción pues «tenía que estar en manos de alguien que lo conservase, que se ocupase de él, nunca me ha dado pena que pasara a Alberto Terol, ya no es mi vivienda y está bien que se vea la maravilla que es».
Ana llegó a Ciudad Rodrigo con seis meses y aquí permaneció hasta los 11 años. Nunca dejó de frecuentar Miróbriga y a sus gentes, incluso la temporada que residió en París buscaba la manera de escaparse. Su hija está enterrada en Ciudad Rodrigo y aquí es donde quiere permanecer ella para la eternidad.
«Cada vez estoy más feliz con esta vida en el campo aunque nunca se ha entendido muy bien mi amor por la naturaleza y los animales, no te encierras en un pueblo, eso es una tontería, estás conectado con todo el mundo y a mis 80 años me siento con una fuerza vital tremenda».
Se muestra igualmente orgullosa de su parte aristocrática, «sigo siendo Montarco, estoy muy orgullosa de pertenecer a una familia ilustre, ilustrísima por parte de mi madre, de que me llamen Ana Montarco y que aprecien lo que mi padre amó a esta tierra, no echo de menos la vida social», concluye.
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