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¿Tiene un rostro amable y que inspira confianza? ¿Estaría dispuesto a verse gesticulando en centenares, si no miles o incluso decenas de miles de robots afanándose en sus tareas por todo el mundo? Si la respuesta a ambas preguntas es positiva, podría ganar hasta cien mil libras esterlinas (116.000 euros al cambio actual) por ceder de por vida sus derechos sobre su imagen a una firma de robótica para que humanice el aspecto de una legión de organismos artificiales dedicados al cuidado de ancianos.
La 'startup' británica Geomiq, nacida hace dos años para ayudar a los emprendedores a crear y desarrollar prototipos en prácticamente cualquier sector, recibió hace unas semanas una singular petición. Una firma privada de robótica cuyo nombre no ha trascendido pidió su colaboración para dar un toque humano a sus productos de última generación. Aunque los detalles del proyecto son escasos debido a un acuerdo de confidencialidad que tuvieron que firmar, sí ha trascendido que estos humanoides han sido diseñados para actuar como asistentes o «amigos virtuales» de personas mayores.
Según Geomiq, el proyecto contempla comenzar la producción el próximo año. «Sabemos que ésta es una oferta muy peculiar, y que vender los derechos de su cara es una decisión potencialmente trascendental», admitía la 'startup', que proporciona un enlace para que las personas interesadas envíen un correo electrónico con una foto de su cara. La oferta no estipula ningún rasgo de edad ni preferencia de género o de raza; ni tan siquiera que sea una cara más o menos agraciada. Tan solo que los rostros transmitan una imagen positiva y amigable.
El anuncio es tanto más sorprendente por cuanto ya existe una tecnología capaz de generar rostros humanos falsos, a la medida de las preferencias del cliente, y de dotarlos de todas las expresiones imaginables sin necesidad de copiarlos del 'natural'. Y nadie sería capaz de distinguirlos de los de personas reales. ¿Por qué entonces gastar una fortuna en adquirir los derechos sobre una cara auténtica? Hay quien cree ver en ello una operación de marketing a gran escala que buscaría conseguir la mejor publicidad y, nunca mejor dicho, por la cara.
Como es lógico, la propuesta ha sacudido las redes sociales. Geomiq no ha hecho público el número de solicitudes recibidas hasta el momento, aunque se supone que se contarán por miles. Y ello pese a que en los últimos tiempos han menudeado las denuncias de tácticas engañosas para recopilar imágenes y otras informaciones de los ciudadanos con que alimentar al monstruo del 'big data'.
A principios de este mes, Google admitió haber contratado a una empresa para que sus ojeadores recorrieran las calles de diversas ciudades de Estados Unidos abordando a quienes cumplían sus requisitos para comprarles sus rasgos, al parecer, para utilizarlos en sus investigaciones de reconocimiento facial. Se mostraban especialmente interesados en personas sin hogar de piel oscura, tal vez porque su situación personal les hacía más proclives a aceptar las condiciones de la oferta, bastante tacaña: un cheque regalo por valor de cinco dólares. Una cantidad irrisoria si se compara con la generosa oferta de Geomiq.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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