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La paciencia del Papa Francisco tiene un límite. Después de que durante años el arzobispo italiano Carlo María Viganó, antiguo nuncio apostólico (embajador) de la Santa Sede en Estados Unidos, le dedicara ataques de todo tipo y se negara a reconocer la autoridad del Pontífice ... argentino como líder de la Iglesia católica, este viernes el Dicasterio para la Doctrina de la Fe decretó su excomunión por «cisma». La decisión del antiguo Tribunal del Santo Oficio, que llega tras un proceso canónico en el que Viganó no quiso comparecer, podría ser revocada por el propio Jorge Mario Bergoglio, dejando así la puerta abierta a que se produzca un perdón en caso de arrepentimiento del díscolo prelado, de 83 años.
Parece, en cualquier caso, difícil que se produzca ese escenario, ya que el arzobispo italiano, conocido por sus posiciones ultraconservadoras, no ha hecho más que reafirmarse estas últimas semanas en sus ataques al Papa y al Concilio Vaticano II, el gran evento eclesial del siglo pasado y que supuso la modernización de la institución. «El Concilio representa el cáncer ideológico, teológico, moral y litúrgico del cual la 'Iglesia sinodal' bergogliana es la metástasis necesaria», señaló recientemente Viganó, que ya había calificado a Francisco en el pasado de «herético», «tirano» y «siervo de Satanás». También le acusó de haber encubierto al cardenal estadounidense Theodore McCarrick, a quien más tarde el Papa expulsó del sacerdocio por pederastia.
Tras conocer la decisión tomada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que dirige el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, un hombre de la máxima confianza de Bergoglio, Viganó señaló en un mensaje publicado en las redes sociales que la sentencia «confirma la fe católica que integralmente profeso». Aprovechó además para instar a la rebelión a otros católicos incómodos con Francisco como él, utilizando una cita del Evangelio de Lucas: «Os digo que, si estos callan, gritarán las piedras».
La decisión del Dicasterio para la Doctrina de la Fe no pudo suponer ninguna sorpresa para el antiguo 'embajador' de la Santa Sede, que durante los últimos años ha acompañado sus continuos ataques al Papa con una ferviente actividad como aglutinador del sector eclesial más incómodo con el Pontífice argentino. Incluso trató de crear un centro de formación para clérigos contrarios a Bergoglio en un monasterio de la provincia de Viterbo, en el centro de Italia.
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