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N. S.

Varado en la historia

El barco fenicio de Mazarrón, hundido hace 2.600 años, seguirá seis meses más sumergido. La solución provisional ya dura dos décadas

inés gallastegui

Lunes, 23 de septiembre 2019, 10:31

El barco fenicio más antiguo encontrado en el Mediterráneo sumará otro medio año a los 2.600 que lleva sumergido frente a la costa de Mazarrón (Murcia). Tras examinar el sarcófago metálico que lo protege de los temporales y lo oculta de la vista de los curiosos, los expertos del Ministerio y la Consejería de Cultura consideran que su estado de conservación es aceptable y realizarán nuevos estudios para decidir si lo reflotan definitivamente y lo muestran, por fin, al público. El Ayuntamiento de la localidad murciana no quiere que la embarcación 'zarpe' –como ocurrió con su 'hermano', el 'Mazarrón I', hallado unos años antes y hoy expuesto en el Arqua de Cartagena– y quiere convertir el pecio en protagonista de un museo local sobre el rico legado fenicio en la costa murciana.

Todos los expertos coinciden en que la nave es única y da testimonio de los intercambios culturales y comerciales que aquel pueblo procedente del Mediterráneo oriental mantuvo durante doscientos años con la población local. «Ellos querían el plomo y la plata de las minas murcianas y trajeron a los indígenas novedades tecnológicas y productos manufacturados, el vino, el olivo, los tejidos púrpura o el pescado en salazón», explica el arqueólogo Juan Pinedo.

Copia del pecio del 'Mazarrón II' en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena.. N. S.

El 'Mazarrón II' fue encontrado a dos metros y medio de profundidad y a 50 de la playa de la Isla de Adentro en 1994, y los expertos debaten desde entonces qué hacer con él. Para protegerlo de las corrientes marinas, en el año 2000 fue cubierto con una especie de sarcófago de acero. En los últimos años ha habido diferencias de criterio entre los técnicos, pero en la reunión mantenida hace diez días las Administraciones central, regional y local acordaron prorrogar un poco más la permanencia del pecio en el lugar donde fue hallado. Según las últimas pruebas realizadas, no es urgente moverlo, pero sí es conveniente estabilizar la carcasa que lo protege: al desplazarse la arena que tiene debajo, la 'caja fuerte' ha empezado a presionar la embarcación, apoyada sobre el fondo rocoso, y puede dañar su estructura.

El barco, de 8,10 metros de eslora y 2,25 de manga, fue construido entre los años 610 y 580 antes de nuestra era. Aparte de su singularidad y su antigüedad, los especialistas destacan la técnica de carpintería naval con que la pequeña nave fue construida, fruto del contacto entre los fenicios y los pobladores indígenas. El arqueólogo Carlos de Juan, asesor técnico de la Dirección General de Bienes Culturales de la Región de Murcia, explica que mientras los griegos comenzaban por el armazón y después cosían las tablas entre sí, los fenicios empezaban por el casco con la técnica de «cajón, espiga y mortaja», es decir, ensamblando los listones unos a otros mediante lengüetas y clavijas.

No está claro cómo llegó al fondo este barco de cabotaje. «Es posible que, ante un empeoramiento del estado del mar, la tripulación buscara refugio en la playa de la Isla, sin éxito, y la embarcación zozobrara y volcara donde las olas, por el poco calado, se vuelven mayores», aventura De Juan.

La nave fenicia de Mazarrón es la más antigua hallada en el Mediterráneo

Lo que sí se sabe es cómo fue descubierto. Manuel Martín Blanco, catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza y miembro de la comisión de seguimiento del barco fenicio de Mazarrón, recuerda que la nave debió de permanecer durante siglos cubierta por varios metros de arena hasta que, a causa de los cambios en la línea de costa y por consiguiente de las corrientes marinas, quedó al descubierto en 1994. Eso, junto a la extracción de las casi tres toneladas de lingotes de plomo litargirio, un mineral argentífero que llevaba la embarcación en el momento del naufragio, dejó el casco desprotegido frente a la acción destructora de temporales y microorganismos.

Por eso, casi todos los expertos coinciden en la necesidad de reflotar el pecio una vez que se realicen los estudios acordados. «El cofre fue una buena solución en su momento, pero se hizo con vocación de provisionalidad», subraya Martín Bueno, partidario de sacar el 'Mazarrón II' tan pronto como haya un proyecto integral para su extracción, restauración y posterior exhibición.

Legado fenicio

  • Dos siglos de intercambio. Las dos embarcaciones de Mazarrón son los restos submarinos más importantes de la cultura fenicia en España, que se suman a los yacimientos terrestres de Málaga, Cádiz y Almuñécar. «No tenían espíritu de conquista y apenas se alejaban de la costa», subraya el investigador de la Universidad de Murcia Juan Pinedo. En la campaña arqueológica Mazarrón Fenicio, que dirige, se han hallado en los fondos marinos decenas de ánforas de los siglos VIII al VI, una punta de lanza y un colgante de oro.

  • Barcos hermanos. En 1988 fue localizada la quilla y parte del casco del 'Mazarrón I', que fue reflotado y se conserva en el Museo de Patrimonio Subacuático de Cartagena, Arqua. «El 'Mazarrón II' se tiene que quedar. La caja es una solución provisional», recuerda el edil de Patrimonio Histórico, Ginés Campillo.

  • 3 millones de euros planea invertir el Ayuntamiento en el futuro museo fenicio de Mazarrón, un proyecto mucho más ambicioso que el actual centro de interpretación, que alberga una réplica de la nave.

Carlos de Juan está de acuerdo: «Si el 'Mazarrón II' no está enteramente enterrado en arena, no se puede preservar en el medio plazo», subraya. Por lo tanto, su conservación bajo el agua es incompatible con su puesta a disposición del público y los investigadores.

Aunque bien conservada, al descubierto puede deteriorarse

Este profesor de arqueología submarina asegura que, pese a la «imagen idílica que dan las fotografías tomadas a cierta distancia», el pecio se encuentra «totalmente fisurado». Por ello, la extracción debería realizarse «en las porciones más grandes posibles». El proceso de conservación pasa por la extracción de la sal de la madera mediante un proceso de ósmosis, su impregnación en politienglicol, una resina para mantenerla fuerte, y su congelación y secado controlado en una sala de vacío, que permite extraer el agua trasformándola de sólida a gaseosa sin pasar por la líquida, para evitar que deforme el material. Quizá no pasen otros 2.600 años, pero el proceso no va a ser corto.

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