«Vamos a hablar de pornografía». Es el lema de la campaña lanzada hoy en medios de comunicación y redes sociales por el Ministerio de Igualdad. Busca levantar el velo y sacar de la oscuridad el «alarmante» y «generalizado» consumo de porno por los adolescentes españoles, para abrir un debate sincero sobre este grave problema, hoy inexistente, entre jóvenes, padres y educadores.
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Sus objetivos son romper el tabú y poner la cuestión en el centro del debate social, incitar la conversación intergeneracional sobre el problema, sensibilizar sobre la necesidad de fomentar y normalizar una educación afectivo-sexual responsable y de calidad y, en paralelo, concienciar sobre los graves riesgos del acceso temprano a la pornografía. De ahí, los llamamientos con que Igualdad concluye cada 'spot' de la campaña: «Habla, escucha, protege».
El diagnóstico del problema que han aportado varios estudios monográficos recientes deja pocas dudas sobre la gravedad que ha alcanzado este fenómeno. El consumo de porno entre los adolescentes españoles es precoz, generalizado, muy lesivo para su formación, sus relaciones y su vida, generador de violencia y desconocido por los padres.
Entre el 60% y el 90% de los menores, según los estudios, consume pornografía por internet (entre los chicos casi el 100%), la mitad lo hace de forma habitual y en exceso, la edad de inicio ronda los 10 u 11 años (con casos desde los ocho), el 90% de lo que ven es porno duro, machista, explícito y violento, uno de cada cuatro chicos da síntomas de consumo problemático o de adicción y la mayoría reconoce que las imágenes condicionan sus relaciones sexuales y admite que fomentan la cultura de la violación.
Esta radiografía la completan otros tres elementos mayoritarios. El 70% tiene un primer acceso involuntario al porno -lo encuentra de forma accidental en internet o le llega a su móvil de forma indeseada-, para el 30% estas imágenes son su única fuente de información sexual y hasta el 90% de los padres creen que sus hijos no están afectados por esta epidemia. Esto último no es de extrañar si se tiene en cuenta que más de la mitad de los adolescentes le ocultan su hábito de riesgo a sus padres y que solo uno de cada cuatro buscan a progenitores o educadores para aclarar sus dudas sobre el sexo.
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En definitiva, según concluyen todos los expertos, este acceso precoz y generalizado al porno contamina, perjudica y condiciona sus relaciones sexuales y de pareja y normaliza y erotiza lo que solo son violencia machista o agresiones sexuales.
El mensaje que Igualdad quiere hacer llegar a los menores españoles mediante la implicación activa de sus padres y profesores es que la pornografía no es modelo de nada ni para nadie, porque no es sexo sino violencia. «Nuestros niños y adolescentes se exponen a contenidos pornográficos explícitos, violentos, deshumanizados y que perpetúan los estereotipos de género patriarcales humillantes hacia las mujeres», aseguró hoy Ana Redondo, quien reclamó que «esta no puede ser su primera aproximación al sexo, precisamente a edades en las que se desarrolla su sexualidad, sus relaciones de pareja y la construcción de su identidad». «El porno en internet genera violencia machista y misoginia», concluyó la ministra y por eso, añadió, la campaña institucional de su departamento busca «despertar conciencias para llevarnos a la toma de decisiones y a actuar».
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