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El pasado viernes llegó a las pantallas españolas 'Los años más bellos de una vida'. En ella, el octogenario director francés Claude Lelouch recupera, 53 años después, la química que transmitían Jean-Louis Trintignant y Amouk Aimée en 'Un hombre y una mujer' (1966), drama romántico propio de su época. Pero si alguien quisiera revisar esta cinta para afrontar su continuación vital, difícilmente la encontrará en ninguna plataforma u otro canal de distribución.
«Se la puedo alquilar yo. Tengo 'pelis' que no tiene nadie. Entre ellas, esta». Quien así habla es Aurora Depares, propietaria de Video Instan, el videoclub más antiguo de España, ubicado en Barcelona. Un rato antes de atender a este diario, Depares intercambiaba algunos tuits con el director Álex de la Iglesia. «Le recordaba que, si alguien quiere ver ahora su película 'El día de la bestia', no la encuentra en ninguna plataforma, tiene que venir a un sitio como el mío». ¿Quién dijo que Internet y sus plataformas han acabado con estos locales de alquiler de películas? En España aún sobreviven unos 300. «Tenemos un grupo de whatsapp y nos mantenemos todos muy alerta», revela Depares.
Hace dos años, el establecimiento más veterano de España estaba abocado al cierre por la subida del alquiler. Corría peligro una colección de 44.300 cintas. El apoyo de profesionales como Pedro Almodóvar, Juan Antonio Bayona, Judith Colell o Leticia Dolera y de cientos de amantes del séptimo arte permitió, gracias al micromecenazgo, reabrirlo en un local mayor.
Pero el caso de Video Instan va más allá de su condición de 'abuelo' y referencia del resto. Aurora casi echó a andar entre sus estanterías, después de que sus padres, dos amantes incurables del cine, abrieran el primer local en 1980.
Fueron dos pioneros. Su padre, Jenaro, comenzó alquilando películas en Super 8 en una tienda de Las Ramblas. Después, él y su mujer se marcharon a Londres y París a aprender la gestión de estos locales, que comenzaban a multiplicarse en Europa con la llegada del reproductor casero, el VHS. Con aquel bagaje abrieron un negocio que inauguró una nueva rutina: aficionados y familias iban al videoclub como quien va al quiosco y se volvían con un par de cintas bajo el brazo. Ese negocio cumplirá el año próximo cuatro décadas.
Aurora se metió de lleno desde los 16 años. Recuerda los fines de semana de su adolescencia con «horas y horas mirando las estanterías y queriendo ser mayor para trabajar en el negocio».
El local familiar se convirtió en un punto de referencia de la industria cinematográfica. Con la llegada del DVD supieron adaptarse, buscando servir siempre a «ese aficionado que es además coleccionista o a aquellos que buscan el contacto o una recomendación».
Aguantaron en su sede de la calle Enric Granados hasta que hace dos septiembres se les acabó el contrato de alquiler y los dueños plantearon una subida del 200%. Si ya era difícil sobrevivir, los nuevos costes eran inasumibles.
1980. Nace en Barcelona Video Instan, el primer videoclub español de alquiler de películas para reproducir en casa.
La situación ponía en peligro un archivo inmenso con 44.300 películas y el trabajo de un equipo entregado a la promoción de todo tipo de actividades culturales orientadas al público cinéfilo.
Entonces descubrieron hasta qué punto eran queridos por todo ese mundillo. «Decidimos reinventarnos y apelar a esa gente que estaba detrás», recuerda Aurora. Empezó una campaña de micromecenazgo a la que su sumaron algunos de los pesos pesados del séptimo arte patrio. Más de 600 mecenas que ayudaron a reunir los 40.000 euros necesarios para dar el salto a un nuevo local. «Cuando mandaba un email a gente como Pedro Almodóvar, Juan Antonio Bayona o Isabel Coixet... todos me dijeron sí. Creo que no llegó ni un solo no».
Los postulantes recibían regalos como un 'pack' de 'Volver' del director manchego con anotaciones suyas y una firma exclusiva. O invitaciones a asistir al rodaje de películas y contactos con profesionales.
«Un chute de energía»
El éxito, «un chute de energía», llevó a Aurora a redoblar su compromiso. Hace un año abrió su nuevo local a 15 minutos a pie del anterior. Pero ahora se extiende en 320 metros cuadrados que incluyen una cafetería y, desde hace cinco meses, incluso un coqueto cine con 32 butacas por donde han pasado varios de los grandes del cine español para presentar películas o charlar con los aficionados.
Las discográficas sobreviven con ediciones muy cuidadas y con el 'revival' de discos de vinilo. «Nosotros somos un sector aún más castigado. La idea es resistir, sobrevivir, pero siempre dando cultura». Y archivando. Un equipo de 20 personas sigue trabajando en la catalogación de su arsenal. Ya han datado 23.000 cintas.
Muchos clientes se enganchan a su tarifa plana. Una oferta que permite por un módico precio (8,95 euros al mes) acceder a esos miles de títulos de películas, series y documentales. Con amplias facilidades en los alquileres para no caer en la presión de los plazos que ejercen las plataformas digitales.
A Aurora Depares le resulta imposible destacar alguna joya de su archivo. «Sé que tengo algunas imposibles de encontrar en otros lugares porque sus distribuidoras desaparecieron».
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