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Raffaella Sirena, periodista, y Enrica Graverini, abogada, (ambas tutoras de 'menas') acompañan a Elton, un albanés que buscó en Roma una vida mejor. D. Menor
«Yo soy tutora de un 'mena'»

«Yo soy tutora de un 'mena'»

Italia cuenta con una innovadora ley por la que ciudadanos voluntarios, en su mayoría mujeres, tutelan a menores extranjeros no acompañados para facilitar su inserción social. 4.000 se han beneficiado ya de la medida

DARÏO MENOR

Viernes, 31 de enero 2020, 07:42

Aliou no sabía ni dónde estaba Europa. No había visto jamás un mapa del mundo cuando salió de su casa en Guinea Bissau, uno de los países más pobres de África. Solo le dijeron que se dirigiera hacia el norte si quería escapar de la miseria. Tampoco sabía leer, pero consiguió apañárselas para desembarcar el 14 de julio de 2017 en el puerto de Brindisi, en la región sureña de Apulia. A sus 17 años había conseguido llegar a Italia, a Europa. Atrás quedaba la epopeya que le llevó a cruzar África Occidental y el desierto del Sáhara y a pasarlas canutas en los meses en que fue encarcelado en Libia, donde sufrió todo tipo de torturas. También tuvo que superar el peligro de ahogarse en la lancha neumática con la que trató de cruzar el Mediterráneo Central y de la que le rescataron los socorristas de la oenegé SOS Mediterráneo. Le trasladaron a la nave humanitaria 'Acquarius', de la que desembarcó con otros 859 inmigrantes. La última parte del viaje debió de resultar difícil de olvidar, pues a la emoción por la inminente llegada a Europa se unió un hecho poco habitual: a bordo incluso nació un bebé. Le pusieron Cristo de nombre.

Tras su desembarco en Brindisi, Aliou fue identificado por las autoridades italianas como uno más de los menores extranjeros no acompañados ('mena'), por lo que pasó a ser tutelado por el Estado. Si hubiera llegado antes le habría tocado conformarse con ser trasladado a uno de los centros de acogida para estos chavales que hay repartidos por el país. No todos son capaces de responder a sus necesidades ni de propiciar su inserción social. Pero Aliou arribó cuando acababa de entrar en vigor una innovadora ley que brinda una segunda oportunidad a los 'mena' al darles la posibilidad de contar con el apoyo de un tutor. Se trata en su mayoría de mujeres que, de modo voluntario y gratuito, ejercen la representación legal de estos muchachos y se ocupan de ayudarles en su recorrido educativo y formativo para propiciar así que se integren en la sociedad. Son una suerte de 'nuevas madres' que estos chicos se encuentran en Italia: los acompañan al médico o a los distintos trámites burocráticos para resolver papeles, los invitan a casa a comer los domingos o se los llevan unos días de vacaciones en verano y en Navidad. Son su punto de referencia en el país al que han llegado, además del personal del centro de acogida, donde continúan residiendo.

La tutora de Aliou se llama Enrica Graverini, una abogada romana especializada en defender los derechos de menores de edad y personas en situación de fragilidad. Es además madre de dos hijas veinteañeras y ya ha tutelado a cuatro inmigrantes que llegaron a Italia solos y sin haber cumplido los 18 años. «Cuando estás en contacto con una persona en esta situación, la escuchas y la apoyas, te das cuenta de cuáles son de verdad las cosas importantes de esta vida y de que, muchas veces, perdemos el tiempo con superficialidades», cuenta Enrica, muy orgullosa de mostrar una foto en la que se ve a sus dos hijas compartiendo mesa con Aliou, que ya ha cumplido 18 años. «Él poco a poco nos fue contando lo mal que lo pasó en Libia. Un amigo suyo, además, se ahogó cruzando el Mediterráneo. Aliou llegó muy traumatizado, se alfabetizó por primera vez en italiano y después de unas prácticas consiguió un empleo en una panadería. Estoy muy contenta de cómo le está yendo».

«Es como mi madre»

Elton Finda, un albanés de 18 años, es otro ejemplo de cómo los tutores pueden cambiar la vida a los 'menas', facilitar su inserción social y evitar así que caigan en manos de las mafias, la prostitución o la delincuencia. «Yo quería irme de Albania porque allí no había trabajo, dinero ni nada. Buscaba una vida buena», cuenta Elton, que llegó a Italia a finales de 2018. Desembarcó en Bari, tomó un tren hacia Roma y en la estación central de Termini le pidió a unos policías que le echaran una mano porque estaba solo en el país y no conocía a nadie. Mientras pasaba por varios centro de acogida, le pusieron bajo la tutela de Anna Paola Fatti, una señora que «le ayudó en todas las dificultades» y con la que sigue en contacto aunque ya es mayor de edad. «Para mí es como mi madre. Me echó una mano con la escuela, con los papeles...». Elton ha conseguido ahora un trabajo en un restaurante, con el que dice estar encantado, y vive en régimen de semiautonomía en un piso tutelado por los servicios sociales con otros inmigrantes en su misma situación: tienen entre 18 y 21 años y llegaron al país solos y siendo menores de edad.

La 'ley zampa'

  • 2017 En abril de ese año entró en vigor la ley que creó la figura del tutor voluntario para mejorar la protección y acogida a los menores extranjeros no acompañados. Ya hay más de 3.000 personas que han superado los cursos para ejercer esta labor, de la que se han beneficiado 4.000 chavales.

  • 8.000 inmigrantes menores de edad no acompañados viven hoy aproximadamente en Italia, una cifra bastante más reducida que en los años más graves de la crisis migratoria, cuando alcanzaron un máximo de 16.000 repartidos por todo el país. La mayor parte tienen entre 16 y 17 años y son varones. En España hay 12.300.

  • 75% de los tutores son mujeres, el 83% cuenta al menos con una licenciatura, el 77% trabaja y el 57% tiene más de 45 años. Son datos de la Autoridad Garante para la Infancia y la Adolescencia, un organismo oficial de Italia.

Elton conoció a varios de sus compañeros de piso en un centro de acogida de Roma donde antes vivía y en el que reside Bala, un muchacho de Malí de la que es tutora Raffaella Sirena, que compagina su tarea como 'hermana mayor' del chico con su trabajo como periodista. Raffaella considera su experiencia de tutora «muy enriquecedora», aunque lamenta las dificultades para saber cómo responder a algunos de los trámites burocráticos. «Al final hemos creado una asociación y nos respondemos nosotros mismos en un chat de WhatsApp a muchas de nuestras dudas. Los que tienen más experiencia siempre están dispuestos a ayudarte, lo que tranquiliza mucho». Como las más de 3.000 personas inscritas en los tribunales de menores como tutores voluntarios para 'menas', Raffaella también tuvo que pasar unos cursos específicos y su perfil fue examinado por un magistrado. «No basta con indignarte en las redes sociales por la situación de estos chicos. Yo quería hacer algo más para comprometerme con ellos y estoy muy contenta de poder echar una mano como tutora. De hecho, la relación afectiva y humana seguro que se mantendrá cuando Bala cumpla los 18 años».

Es algo que le ocurre a Elton, que sigue en contacto con su 'segunda madre', y también a Enrica, que cuenta que entre los muchachos de los que ha sido responsable hay un caso especialmente difícil. Es el de Bakari, un chico de Gambia que tiene un tumor en la garganta. Los médicos han tenido que operarle ya tres veces y someterlo a terapias oncológicas. «Yo estoy presente cada vez que le hacen una prueba y le acompaño siempre en las consultas y hospitales. Es una situación difícil, pero ahora está ya un poco mejor», explica esperanzada Enrica, a la que, según asegura, le da tiempo a encajar en su vida cotidiana el trabajo, la familia y su labor como tutora. «Estoy muy contenta de poder ayudar a que estos chicos se integren en la sociedad italiana, a la que pueden aportar mucho. Para mí el contacto con ellos es una de las experiencias más bonitas que puedes tener».

Las dos hijas veinteañeras de Enrica Graverini, con su 'hermano' Aliou, que llegó a Italia tras huir de la pobreza de su país, Guinea Bissau. D. M.

Una segunda oportunidad para facilitar la integración

Las leyes en Italia se conocen por el nombre del parlamentario que las promueve y que las firma en primer lugar. Sandra Zampa, diputada del Partido Democrático (centro izquierda) es la madre de la normativa que, desde su entrada en vigor en abril de 2017, creó la figura del tutor voluntario para mejorar la protección y acogida a los menores extranjeros no acompañados.

«Han dejado de ser vistos como un problema a ser considerados un recurso», explica Zampa en su despacho en Roma del ministerio de Sanidad, del que es subsecretaria. En este elegante espacio con vistas al río Tíber, la parlamentaria cuenta orgullosa como esta ley brinda una «segunda oportunidad» a los chavales. «Se crean relaciones personales muy bonitas con los tutores, que son en su mayoría mujeres de entre 40 y 50 años y con formación universitaria. Les escuchan y ayudan en diversos ámbitos para facilitar así su integración en la sociedad».

En una nación con una población tan envejecida como Italia, la segunda nación del mundo con la tasa de nacimientos más baja, los 'menas' pueden ser un «gran recurso para ellos mismos y para el propio país», pues por lo general se trata de personas con muchas ganas de trabajar, en parte para empezar a devolver el dinero que pidieron prestado para costear el viaje. Zampa destaca además que la ley prevé la renovación automática del permiso de residencia a los muchachos que cuentan con un tutor. La relación entre ambos puede alargarse hasta los 21 años si el período formativo del joven no ha concluido cuando llega a la mayoría de edad. «Si ofreces un recorrido de integración al mundo del trabajo y una opción legal, estos chicos se convierten en testimonios de paz y no caen en el mundo de la prostitución o de la pequeña criminalidad. Por supuesto que no todos los casos de menores tutelados salen bien, pero en muchos de ellos se producen experiencias magníficas y son considerados como parte de la familia. Es un procedimiento muy eficaz, voluntario y gratuito».

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