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Una potente erupción solar ha hecho saltar todas las alarmas en la NASA. Según la agencia estadounidense, se trata de una tormenta solar caníbal y su impacto se notará durante toda la jornada de este viernes, 1 de diciembre.
Lo lleva anunciando desde hace dos ... días la científica Tamitha Skov, físico del clima espacial y especialista en pronóstico de auroras, GPS, radio HF y problemas de radiación durante las tormentas solares, además de colaboradora de NASA TV o Canal Historia. La información ha sido confirmada por la NOAA, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica del Gobierno de Estados Unidos, que asegura que puede provocar problemas en algún tipo de comunicaciones en algunas zonas del planeta y la formación de auroras boreales espectaculares.
Esta será «la tercera vez este año que tengamos una tormenta tan fuerte», recuerda Tamitha Skov, al tiempo que subraya que existe «la posibilidad de que tengamos tormentas prolongadas».
What a Whopper! Region 3500 on our Sun just fired a near X-class flare and launched a strong Earth-directed #solarstorm. Waiting for coronagraph imagery, but it looks like this storm could arrive by December 1. Excellent #aurora chances, possibly G3-G4 level with this one,… pic.twitter.com/VebftJFOSc
— Dr. Tamitha Skov (@TamithaSkov) November 28, 2023
El Sol está formado por un gas ionizado caliente conocido como plasma. Enormes flujos de plasma y convección conspiran juntos para formar campos magnéticos dentro de la estrella que se manifiestan en la superficie como manchas oscuras. Estas manchas solares son comparables al tamaño de la Tierra y son sedes de un intenso magnetismo, unas 10.000 veces más fuerte que el campo magnético de la Tierra.
A veces, los campos magnéticos de las manchas solares se ven alterados en acontecimientos violentos que dan lugar al nacimiento de tormentas magnéticas solares, como llamaradas o eyecciones de masa coronal. Estas tormentas liberan radiación de alta energía y arrojan grandes cantidades de plasma magnetizado al espacio exterior. Las más intensas de estas tormentas pueden causar graves daños a los satélites en órbita, a las redes de energía eléctrica y a las telecomunicaciones cuando se dirigen a la Tierra.
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Siglos de observaciones desde principios del siglo XVII muestran que el número de manchas solares observadas en el Sol varía periódicamente. Aproximadamente cada 11 años, el número de manchas y la intensidad de la actividad solar alcanzan un pico cuando se esperan las perturbaciones más violentas en los entornos espaciales planetarios (o el clima espacial). Aunque predecir cuándo se producirá este pico sigue siendo un desafío, los científicos ven probable que el máximo del ciclo solar 25 ocurra a principios del año próximo, con una incertidumbre en la estimación que se extiende hasta septiembre de 2024.
El ciclo solar se produce mediante un mecanismo de dinamo impulsado por la energía procedente de los flujos de plasma del interior del Sol. Se entiende que este mecanismo de dinamo involucra dos componentes principales del campo magnético del Sol, uno que se manifiesta en el ciclo de las manchas solares y otro que se manifiesta en un reciclaje del campo dipolar del Sol a gran escala; este último es muy parecido al campo magnético de la Tierra: se extiende de un polo del Sol a otro. Con el ciclo de las manchas solares, también se observa que el campo dipolar del Sol aumenta y disminuye en fuerza, y los polos magnéticos norte y sur intercambian lugares, también cada 11 años.
En 1935, el astrónomo suizo Max Waldmeier descubrió que cuanto más rápido es el ritmo de ascenso de un ciclo de manchas solares, más fuerte es su intensidad, por lo que los ciclos más fuertes tardan menos en alcanzar su intensidad máxima. Esta relación se ha utilizado a menudo para pronosticar la intensidad de un ciclo de manchas solares basándose en observaciones de su fase inicial de ascenso.
Los efectos de las tormentas solares en la Tierra tienen una variación local mayor de lo que se estimaba y pueden variar ampliamente, incluso en distancias tan pequeñas como 100 kilómetros. Los cambios locales en el entorno magnético hasta ahora han permanecido en gran medida inexplorados debido al escaso conjunto de magnetómetros en el área principal de observación. Hoy en día, las tormentas solares, o tormentas geomagnéticas, se registran en promedio mediante magnetómetros separados por unos 400 kilómetros.
Los efectos de las tormentas solares son causados por rápidas corrientes de viento solar, que hacen que grandes corrientes eléctricas fluyan a través de la ionosfera de la región auroral de la Tierra, pero el comportamiento de estas corrientes durante las tormentas aún no se comprende completamente.
La rareza de las grandes tormentas geomagnéticas limita su estudio y, históricamente, los efectos locales no han sido estudiados en gran medida. La tormenta solar más grande de la historia registrada fue Carrington en 1859. Las descripciones de la época mostraban que el sol brillaba y deslumbraba incluso para los ojos cerrados. La tormenta solar Carrington provocó chispas en las líneas telegráficas e incendios. Hoy en día, las consecuencias de una tormenta magnética de esta magnitud serían devastadoras para las redes eléctricas y los enlaces de telecomunicaciones, incluidos los satélites.
Los científicos de todo el mundo son bastante unánimes en que, en un futuro próximo, una tormenta solar históricamente grande podría azotar la Tierra.
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