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susana fernández
Viernes, 4 de junio 2021, 20:31
Un hombre permaneció cerca de una hora frente a la galería de arte Two Art Gallery de Murcia, observando fijamente la escultura hiperrealista de una mujer que se encuentra en el escaparate. Tras un buen rato recreándose en sus detalles, el hombre comenzó a mover ... su mano en la parte delantera de su pantalón, cubierta por una chaqueta anudada a la cintura, revelando inequívocamente que estaba masturbándose en plena calle Acisclo Díaz de Murcia, con los ojos fijos en la escultura, resume La Verdad.
Sucedió la mañana de este viernes y fue captado por las cámaras de seguridad de la galería. No era la primera vez que pasaba por allí, aunque nunca había sido visto dentro del local. La directora de la galería, Eva Hernández, aseguró en declaraciones a La Verdad que lo había visto varias veces antes en la puerta: «Se paraba durante mucho tiempo, incluso horas, mirando fijamente la escultura y sin hacer nada». Se trata de la figura de una mujer que lleva un vestido negro y se encuentra de rodillas, con un cierto toque de sensualidad. Pertenece a la colección del estadounidense John de Andrea, que se centra en el cuerpo de diez figuras humanas.
Estas visitas prolongadas y ese raro comportamiento habían llamado la atención de la directora de la galería. Por eso, en esta ocasión, cuando le volvió a ver desde su despacho rondando el establecimiento a través de las cámaras de seguridad, Eva se quedó observándolo. Asegura que en un principio temió que fuese a entrar en la galería de manera violenta o rompiese el cristal, pero lo que observó la sumió en la completa sorpresa. Esta vez la contemplación de la obra de arte fue un paso más allá: «He alucinado porque ha empezado a mover una mano... y era obvio. Era muy prudente, eso sí, porque, aunque se intuía la mano metida en el pantalón, no se veía nada», asegura a este periódico, descartando que su objetivo fuera el exhibicionismo.
Durante una media hora el hombre permaneció en esa posición, aunque parecía ser cauteloso, porque la directora afirma que veía cómo paraba y se giraba cuando pasaba gente por la calle, y seguía cuando se encontraba solo. Ante esa situación Eva no sabía qué hacer: «Me preguntaba: ¿salgo?, ¿le digo algo?, ¿le dejo salir? Ante todo me hacía gracia y me sorprendía mucho». Finalmente no tomó ninguna medida, porque confiesa que le daba vergüenza.
La directora también se muestra asombrada y se alegra de cierta manera de que la obra hiperrealista que expone en su galería sea capaz de generar emociones hasta llegar a tal impacto. «Habría que felicitar al escultor porque ha conseguido engañar a la vista y los sentidos», afirmó. Además Eva cuenta que no es la primera vez que los transeúntes intentan interaccionar con la mujer tallada: «Nos ha pasado de todo con la escultura: gente que la saluda, que le habla o que le hace gestos para intentar que se mueva. Incluso en alguna ocasión nos hemos encontrado marcas de pintalabios en forma de beso en el cristal del escaparate frente a la mujer».
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