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RAFA TORRE POO
Sábado, 9 de noviembre 2019, 08:31
Hay más gente que ha viajado al espacio exterior que a todos los países que hay en el mundo. Álvaro Rojas no iba para astronauta. Trabajaba como responsable financiero en una multinacional energética española. Empresarialmente, iba por buen camino. Pero la oficina se le quedaba pequeña. Se sentía encorsetado. Con 28 años ya había visitado 105 países. Era su hobby. Y su calendario, un puzle al que sumaba libranzas imposibles y acueductos segovianos para poder atravesar nuevas fronteras. Decidió recorrer los 92 restantes. El próximo puente de diciembre cerrará el círculo. Solo le queda Cabo Verde. Última etapa de un trayecto que, cuando comenzó, ni siquiera pensaba que lo concluiría.
No es el primer español que lo consigue –antes lo hicieron Jorge Sánchez, José Antonio Ruiz y Sabino Antuña–, pero sí el más joven. Tiene 31 años y desde los 18 no ha parado de poner chinchetas en el mapamundi de la pared de su casa. «Todos me decían que ya tendría tiempo cuando me jubilase», cuenta desde Gabón. El mañana no existe, se repetía a sí mismo. Se armó de valor y pidió una excedencia. Su nuevo empleo consistiría en viajar. «Fue la única manera de visitar lugares que antes me resultaban imposibles. En algunos países solo dan permisos en determinadas épocas del año», explica. Ya era libre. Disponía del tiempo necesario. Se convertiría en un Phileas Fogg, pero a la española.
Diez pasaportes
Siempre que viaja lleva dos iguales. «Uno lo dejo en la embajada y el otro lo utilizo para desplazarme por el interior del país», explica. Tiene cinco completos, con todas las páginas selladas.Requisitos para el récord
Hay distintas formas de pisar todos los países. «El Guinnes acepta tránsitos en aeropuertos en zonas peligrosas. Yo considero que hay que pasar la frontera, que te sellen el pasaporte o que te visen la entrada. Además, tener una experiencia significativa allí», explica Rojas.
197
son los países que recorrerá Álvaro Rojas cuando concluya su periplo. No hay acuerdo sobre el número exacto de territorios que hay en el planeta. La ONU reconoce 193. Pero la Asamblea General de las Naciones Unidas dio el estatus de observadores, aunque no les considera miembros, a Palestina y Ciudad del Vaticano. Por último, los viajeros de este tipo de retos incluyen también a Kosovo y Taiwán. «Cumplen todos los requisitos que se exige a cualquier país y, además, están reconocidos por otros muchos», explica Rojas. La web de los récords
Los aventureros que registran todos sus viajes para establecer récords lo hacen a través de la web nomadmania.com. En el podio de los más viajeros se encuentra otro español. Jorge Sánchez, de 65 años, es el tercero que más regiones del planeta ha visitado. En total, 1.162.
A diferencia del protagonista de la novela de Julio Verne 'La vuelta al mundo en 80 días', Rojas no era rico. Pero el dinero nunca ha sido un problema para él. «Entre todos los viajes me habré gastado, como mucho, 37.000 euros», calcula. «Sigo con el mismo coche que hace ocho años, un pequeño Toyota Yaris», apostilla para dar fe. ¿Cómo lo ha hecho? Aunque no le gusta el término 'influencer', es un referente en las redes sociales. Apasionado de la fotografía, su cuenta en Instagram –@wanderreds ('wander' es vagar o deambular en inglés y 'reds', su apellido, Rojas)– tiene 136.000 seguidores. El mejor pasaporte para que los vuelos y las estancias en hoteles ya le salgan gratis. Pero hasta que alcanzó notoriedad, los gastos salían de su bolsillo. «Una semana de vacaciones con los amigos en Ibiza cuesta lo mismo que un mes entero en la India», afirma. La estancia en esta república asiática le salió aún más barata: «Si quitas los billetes de avión, en el resto, los desplazamientos interiores y la comida, solo me gasté 70 euros», relata. Increíble, pero tuvo consecuencias: «Lo hice con 18 años y regresé con tifus». Comió y durmió en sitios en los que ahora no se atrevería.
Este nómada comenzó a viajar de forma compulsiva con la mayoría de edad. De los últimos trece años, tres y medio completos ha estado fuera de España. Este, sin ir más lejos, ha gastado siete meses enteros en su reto. «El mundo es más pequeño de lo que parece», sentencia. Después de tantos tumbos, ha llegado a la conclusión de que los habitantes del planeta «somos más parecidos de lo que pensamos». Aunque sí le ha cambiado la motivación. «Empecé para conocer otras culturas y me he acabado enamorando de la gente. Las sonrisas son iguales en todos los lados del mundo», afirma.
Álvaro Rojas atiende la llamada de este periódico desde la habitación de un hotel en Gabón, en la costa oeste de África central. Esta franja del planeta, una de las más delicadas para visitar, la dejó para el final. Ha hecho siete países de una tacada. Aterrizó en Costa de Marfil. Después, a Liberia en avión. Desde allí, en coche a Dakar (Senegal). Cruzar Sierra Leona fue lo peor. Dos policías de fronteras le retuvieron, junto con dos amigos con los que viajaba. Les pidieron, bajo amenazas, una mordida para sellar la cartilla de vacunación y así poder salir. Pagaron 150 dólares a escote. «El mundo es muy seguro, hay que cambiar la percepción de la gente», dice aun así.
Solo que se tomaron la libertad de grabarlo todo y lo subieron a Youtube. «Nos acaban de decir que el vídeo llegó al Gobierno, que ha detenido y encarcelado a los agentes», cuenta Rojas.
En su continuo deambular por el planeta, le ha pasado de todo. «En Afganistán me detuvieron por volar un dron y en el Congo me atropelló un coche. En Zanzíbar, en plena luna de miel, casi me ahogo con mi mujer al subir la marea de forma brusca cuando paseábamos por un malecón. Y de Tayikistán regresé con neumonía...», enumera. Las luchas dialécticas en fronteras y aduanas ni las cuenta. «El miedo es relativo. Cuando has estado metido en tantos follones, coges callo», reconoce.
De los 197 países, le han sorprendido los más peligrosos. «Son los más interesantes. Corea del Norte, Afganistán… No hay que juzgarlos por sus gobiernos», insiste. «Libia y Yemen son espectaculares, y la gente cree que no tienen nada que ofrecer», apostilla. Al más raro, responde sin dudar: «Turkmenistán. Le llaman la Corea del Norte de Asia Central –la ONU lo considera uno de los más represivos y dictatoriales–. Solo conceden 5.000 visados al año para entrar. La capital, Asjabad, es la que más construcciones de mármol tiene del mundo. Es un continuo despilfarro de dinero en moles. Con decirte que tienen una noria gigante metida dentro de un edificio. Hay fotos del presidente hasta en los urinarios públicos», cuenta.
En el 'ranking' de los que menos le han gustado están Luxemburgo, Liechtenstein, Gambia o Sierra Leona. «A Guyana o Belice quizás no volvería», sentencia. En otros, por lo pequeños que son, como Andorra o Ciudad del Vaticano, ni siquiera hizo noche. «Si te pones a caminar, te sales del país antes de caer la noche», añade.
Una sensación rara le surge a Álvaro Rojas a medida que se acerca el final. «Algo de vértigo sí que me da. Necesito dos meses para estar metido en casa y tener rutinas. También quiero escribir un libro con todo». Incluso puede ocurrir que durante su retiro algún país se independice. «En noviembre hay un referéndum en Papúa Nueva Guinea porque la isla de Bougainville se quiere separar», ríe. Tendría que volver a sacar la maleta del armario. Él seguirá viajando. Tiene otras motivaciones. Como visitar todos los países aún no reconocidos por la ONU o la Antártida. Lo que sea, con tal de seguir aumentando perspectiva. «Los que vivimos aquí, en lo que llamamos primer mundo, debemos relativizar los problemas. A veces hacemos una montaña de una nimiedad, analiza. «La gente que lea esto tiene que ser consciente de que se encuentra entre el 1% de la población privilegiada del planeta», concluye.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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