![Sembrar conciencia](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201911/14/media/cortadas/bellota1-k5XG-U90691635199wAC-984x608@El%20Norte.jpg)
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inés gallastegui
Jueves, 14 de noviembre 2019, 07:52
Sembrar 25 millones de bellotas para obtener, al menos, 2,5 millones de árboles. Ese es el objetivo de la Gran Bellotada Ibérica, una iniciativa popular que pretende frenar la desertificación y el cambio climático. Una ONG extremeña inició hace unas semanas este movimiento, que ya resulta imparable: 1.430 'células' de voluntarios en todo el país están recibiendo formación para recolectar las semillas de encinas, robles y alcornoques, entre otras especies del género quercus, y sembrarlas en zonas degradadas o deforestadas, en muchos casos en colaboración con ayuntamientos, organizaciones conservacionistas o administraciones de gestión medioambiental. «Queremos formar a la gente en conocimientos básicos y recuperar la cultura del bosque», explica Rodrigo 'Bongui' Ibarrondo, creador del proyecto.
Todo empezó con un fuego: el incendio que en 2015 arrasó 8.600 hectáreas de la Sierra de Gata, una comarca en el noroeste de la provincia de Cáceres que linda con Salamanca y Portugal. Un grupo de vecinos de la zona preocupados por la destrucción de millones de pinos y frondosas se propuso devolver el verde a aquellas tierras. Unidos en torno a la asociación Reforest-Acción, que hoy tiene más de mil voluntarios de 41 nacionalidades, comenzaron a recolectar bellotas y a plantarlas en los terrenos agostados y cubiertos de ceniza: enterraron 700.000 y, tres años después, están viendo rebrotar la vida en forma de 100.000 árboles de especies autóctonas. Maravillados por la fortaleza de estas semillas resistentes a las llamas y a la sequía propias del clima mediterráneo, querían compartir su experiencia y hace un mes y medio lanzaron su reto a través de las redes sociales.
Para participar, cualquier persona o colectivo solo tiene que descargarse la 'guía bellotera' de su sitio web y seguir unas sencillas instrucciones. A cambio, se les pide que rellenen un formulario explicando cuántas semillas han sembrado y dónde lo han hecho, para hacer un seguimiento. «Estamos desbordados. Somos una asociación pequeña y esto es un monstruo. Desde el 1 de octubre se han realizado 250 acciones en la Península y llevamos 220.000 bellotas sembradas», admite Ibarrondo, un burgalés enamorado de la naturaleza extremeña que vive por y para el bosque desde hace veinte años. «Tengo una huerta, leña en el monte, placas solares, no fumo ni bebo y gasto poco. Hago trabajos temporales para poder dedicarme a esto. Mi proyecto es mi vida».
La bellota es una semilla muy eficiente, afirma el coordinador de la campaña, ya que entre el 10% y el 20% logra prosperar y convertirse en árbol, incluso en suelos tan pobres y degradados como los nuestros. Eso sí, hay que tomar algunas precauciones. Pueden recolectarse del árbol o del suelo, y hay que asegurarse de que estén maduras pero no huecas o estropeadas. Deben ser duras, brillantes y de un marrón intenso. La última prueba es meterlas en un cubo de agua: las que flotan se desechan. Después deben almacenarse en un lugar fresco y oscuro.
La bellota es la semilla de los árboles del género quercus, entre ellos la encina, el roble, el alcornoque, el quejigo, el rebollo y el carballo, especies frondosas resistentes al fuego presentes en toda la Península Ibérica. «Es una semilla muy especial. Por su gran tamaño, es capaz de almacenar suficiente energía para que, al germinar, desarrolle solo en el primer año de vida hasta un metro de raíz. Es lo que permite que las especies belloteras sean excelentes supervivientes en las duras condiciones del clima mediterráneo», explica la guía de Reforest-Acción.
Las bellotas sirven de alimento a numerosas especies salvajes –entre ellas ardillas, arrendajos y jabalíes–, pero también domésticas, como los cerdos que pastan en las dehesas de Extremadura y Andalucía para producir el apreciado jamón ibéri co. Históricamente, las variedades comestibles han servido para el consumo humano, especialmente trituradas y convertidas en harina con la que se elaboraba pan y otros productos. Durante las hambrunas de la postguerra se convirtió en un recurso para sobrevivir en algunas zonas de España. Hoy aún se pueden encontrar en el mercado harinas, licores y dulces elaborados con ellas.
Para colocar una bellota en el suelo basta hacer un agujero con un sembrador, un palo con punta o una azada; no debe ser demasiado hondo, para que la planta se abra paso, ni demasiado superficial, para que no se la coman los animales o la seque el sol. Mejor escoger un lugar abrigado a la sombra de un arbusto, para proteger el futuro retoño, y con tierra acolchada con hojas o cortezas. Por último, se introduce la semilla horizontalmente y se pisa el hoyo sin dejar huella. Solo hay que esperar que la naturaleza haga su magia. No todo el mundo es igual de diligente: el grupo original es capaz de plantar a razón de quinientas bellotas por persona y día, mientras algunos colaboradores les escriben para anunciar que han plantado quince. Todas valen.
Daniel Moya: Ciencias Ambientales
¿Dónde sembrar? Reforest-Acción asegura que puede hacerse en cualquier sitio:montes quemados, taludes o descampados. «No hay regulaciones legales que prohíban la siembra de bellotas, siempre que sean de especies autóctonas y locales. Los animales como arrendajos y ardillas lo hacen constantemente», recuerdan. Eso sí, aconsejan enterarse si los terrenos son monte público, comunal o privado y, en su caso, pedir permiso al propietario o administración que corresponda. También es conveniente contactar con organizaciones locales de conservación de la Naturaleza o ayuntamientos para evitar que una labor realizada con tanto cariño quede destruida por actividades urbanísticas, agrícolas o ganaderas.
En este punto, la Gran Bellotada ha despertado cierta controversia. Daniel Moya, profesor de Ciencias Ambientales y miembro del grupo de investigación de Ecología Forestal de la Universidad de Castilla-La Mancha, cree que como actividad de educación ambiental es genial promover «acciones locales con fines globales», pero echa en falta más criterio científico y coordinación institucional. En la Península, recuerda, hay un 30% más de superficie forestal ahora que hace 25 años, pero, a causa de la falta de gestión sostenible, esa masa arbórea no sirve para mitigar el cambio climático. Un ejemplo:la investigación demuestra que, a veces, en las áreas incendiadas es mejor esperar, porque la intervención humana puede interrumpir la regeneración natural de la vegetación, acentuar la erosión o contribuir a la pérdida de biodiversidad. Por último, no en todas partes tiene que haber árboles: «Hay zonas donde la vegetación es naturalmente escasa y otras en las que hay vegetación pero no arbórea, como ocurre en las regiones semiáridas y en los humedales».
Beatriz Sánchez: Operación Encina
Quizá no lleguen a las 25 millones de bellotas enterradas antes del 1 de marzo de 2020, que es el objetivo marcado, pero al menos estarán sembrando conciencia. Porque entre los más de 300 colectivos implicados hay organizaciones sociales e instituciones educativas: muchas de las manos que estos días se afanan por encontrar bellotas sanas y buscarles un lugar donde echar raíces son manos de niño.
Proyecto Arrendajo. La Gran Bellotada Ibérica colabora con el Proyecto Arrendajo, que lidera la Asociación Áreas Verdes. Esta iniciativa toma el nombre de un pájaro, el Garrulus Glandarius, que se alimenta de bellotas. Esta ave puede recoger hasta 5.000 cada temporada, y como las esconde en el suelo para garantizarse una 'despensa' –pero no se come todas las que guarda–, se convierte en un eficaz aliado de la repoblación forestal. En cada vuelo puede transportar hasta diez, una en el pico y las demás en el buche.
220.000 bellotas se han sembrado desde el 1 de octubre en todas las comunidades autónomas, cuando comenzó la Gran Bellotada Ibérica. El objetivo es alcanzar los 25 millones antes del 1 de marzo.
10-20% Es el porcentaje medio de 'éxito' de una bellota correctamente sembrada, según la experiencia de Reforest-Acción en Extremadura, donde han plantado 700.000 semillas y obtenido 100.000 árboles en tres años.
Un ejemplo es Operación Encina, una modesta organización granadina que estos días está llevando a cabo los talleres de formación previos a las 'bellotadas' en varios pueblos al pie de Sierra Nevada. Es modesta porque, en realidad, está formada por un hombre, su hija y un guarda forestal que se les unió después de verles trabajar y les ayuda a cumplir su misión de acuerdo con las directrices de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Pero su ambición es enorme: quieren cubrir de árboles los terrenos que el fuego, la industria del carbón y el cultivo de trigo dejaron baldíos cerca de su casa de Huétor Vega y, de paso, hacer crecer la semilla de la conciencia medioambiental en sus vecinos, incluidos los más pequeños, a través de programas educativos. Están convencidos de que, con voluntad, se puede cambiar el trozo de mundo que nos ha tocado vivir.
Rodrigo Ibarrondo: Reforest-Acción
Beatriz Sánchez y su padre comenzaron a experimentar en 2015 y hoy son los orgullosos progenitores de 2.000 arbolitos en los márgenes de una vía pecuaria. Ellos no siembran bellotas; las hacen germinar en casa y, una vez que echan raíz y tallo, las trasplantan. «Ya hicimos una bellotada y no salió bien. Aquí ya ha llegado el desierto: está todo seco y el suelo no tiene nutrientes. Si no regamos las encinas jóvenes en verano, no salen adelante», asegura la joven, que recibe asesoramiento de Reforest-Acción. Con su método y algo de apoyo del Ayuntamiento, que les da el agua y algunos materiales, sus encinas miden 2,5 metros y ya echan frutos antes de cumplir los cuatro años.
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