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El Norte
Valladolid
Viernes, 1 de julio 2022, 00:03
Hoy 1 de julio, se celebran las onomásticas, entre otros, de San Aaroón y Santa Ester o Esther. San Aarón, era el hermano de Moisés. Al poseer una facilidad de palabra que su hermano no tenía fue quién compareció ante el faraón para pedir la liberación del pueblo judío. Fue quién asumió la autoridad de Moisés cuando este se retiró al Monte a orar por lo que fue quien permitió a su pueblo apostatar y adorar al Becerro de Oro. Sostuvo los brazos de su hermano, cuando Moisés oraba para que el pueblo no pereciese bajo la espada de los amalecitas. Murió en el monte Hor, mientras veía la tierra prometida, aunque no se le permitió entrar en castigo por su desconfianza. Su hijo Eleázaro le sucedió en el sacerdocio.
Por su parte, Santa Esther fue una reina de persa. Intercedió por el pueblo Judío, al que salvó del exterminio. Prefiguración de la Virgen María como auxilio del Pueblo de Dios. De origen judío, se convirtió en la segunda mujer del rey Jerjes después de que este repudiera a la primera, Vasti. Esther confesó su origen judío a su marido durante un banquete para pedir protección tanto para ella como para su pueblo ya que existía la orden por parte de Amán de acabar con todos ellos. El rey Jerjes accedió a su petición y ajustició a Amán en el mismo patíbulo en el que estaba programado matar al padre adoptivo de Esther.
El día de la celebración de los santos tiene sus inicios en tierras españolas gracias a la tradición cristiana que se instauró hace siglos en España. ¿Pero qué significa, en realidad, celebrar el santo? El catolicismo ha cogido cada uno de los días del año para recordar (conmemorar) a aquellos cristianos ilustres que, además, sufrieron tormentos, en muchas ocasiones de aquellos que repudiaban la fe católica.
Existe una palabra asociada a la felicitación del santo. Se trata de la palabra «onomástica», que se refiere al día en el que según el santoral católico es la festividad del santo de la persona con ese nombre. Es común referirse también al cumpleaños de una persona como onomástica, aunque no son palabras sinónimas. Esto sucede porque era tradición poner a las personas el nombre del santo correspondiente al día en el que habían nacido. De esta manera, santo y cumpleaños coincidían en una única fecha, llamada comúnmente onomástica.
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