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fermín apezteguía
Lunes, 27 de abril 2020, 08:28
Si lo creía saber todo sobre el coronavirus de Wuhan después de seis semanas de confinamiento, ríos de tinta, miles de horas de radio y televisión y millones de alertas telefónicas y páginas web, se equivocaba. Cuanto más tiempo pasa, más se sabe sobre ... la ignorancia que nos envuelve en torno a la enfermedad. Es cierto que hoy los servicios sanitarios saben manejarla bastante mejor que hace sólo un mes, pero cuestiones que se daban entonces como certezas el tiempo está demostrando que no lo eran tanto. ¿Por ejemplo? Un estudio epidemiológico para conocer con la mayor exactitud posible la penetración de la infección en la población, que publica hoy 'El Correo' ha revelado que no son las personas mayores las más afectadas por ella, sino en realidad, las que menos la padecen. Si mueren más es porque constituyen un amplio grupo de población y porque sus sistemas de defensas, en buena lógica, están más debilitados. La edad, no sólo el sexo o el envejecimiento, determina el alcance de la patología.
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El trabajo que en España desarrolla la Fundación IO, una organización científica sin ánimo de lucro dedicada al estudio de las enfermedades infecciosas y la medicina del viajero, arrancó a partir de la iniciativa de un médico vasco, Ignacio Gutiérrez Garitano, que trabaja en el hospital Araba, en Vitoria. Comenzaba el mes de marzo. En medio del caos que provocó el despertar de la epidemia, el especialista –ginecólogo, médico de familia y epidemiólogo– consideró necesario desarrollar una herramienta que permitiera conocer la penetración de la enfermedad en la sociedad. «Una noche de insomnio se nos ocurrió la idea de estimar el número de casos reales haciendo encuestas a la gente a través de una aplicación para las redes sociales», cuenta el experto.
En una semana, del 19 al 26 de marzo, al comienzo del confinamiento, más de 130.000 personas respondieron a su llamamiento, más del 5% de la población. Los datos obtenidos con el proyecto 'Covid19 Trends', pendientes de publicarse en una revista científica, permiten hacerse una idea de las edades del coronavirus, más certera de la que se trasluce de los datos que a diario difunden las instituciones, que se basan en las pruebas de detección del virus realizadas a un grupo de personas muy concreto:los pacientes con síntomas.
La mayoría de los afectados, según este informe, serían niños y jóvenes de hasta 40 años. Entre los menores de 25 estaban infectados a esa fecha el 25,3% de la población, una cifra que asciende al 27% en el tramo que cubre la franja entre 26 y 40. Son, en su mayoría, los famosos asintomáticos. Pasan la enfermedad sin enterarse de que la tienen y, en consecuencia, la van diseminando sin darse cuenta de ello. «Esto explica la importancia de cumplir bien la cuarentena en casa», destaca el epidemiólogo.
A partir de los 41 años, las cifras de afecciones comienzan a caer y se quedan en el 21% del grupo que llega hasta los 55. Es la media de edad, esta última, de los pacientes que llenan las Unidades de Cuidados Intensivos de Euskadi. La tasa de afectados en función de la edad cae en picado a partir de aquí. Entre 56 y 80 años sólo el 14% se habían contagiado y apenas el 9,9% de los que superaban los 80. «¿Qué pasa? Que son un pequeño porcentaje de muchísima gente, porque somos una población envejecida y, por tanto, más frágil. Como todos los test se han venido haciendo prácticamente a ellos, da la impresión de que el Covid-19 es una enfermedad de mayores, pero no lo es, en absoluto», razona Ignacio Gutiérrez Garitano.
El tiempo, cuando se hagan pruebas al conjunto de la población, demostrará que su grupo está en lo cierto, porque estudios completos hechos en otros países como Islandia avalan que los principales transmisores son niños y jóvenes hasta 40 años, según confirma el microbiólogo de la UPV/EHU Guillermo Quindós. «Con los fallecimientos, en cambio, sucede lo contrario», enfatiza el catedrático. El 25,7% de las víctimas mortales tiene más de 90 años y otro 20,8% –y ya son casi la mitad de los muertos– se vieron sorprendidos por la enfermedad entre los 80 y los 89.
«La gran mayoría, salvo excepciones muy puntuales, son personas que presentaban, al menos, una enfermedad crónica. Si es pulmonar o cardíaca, el Covid 19 la desequilibra y complica la situación de manera muy seria, pero lo mismo o parecido ocurre si se padece hipertensión arterial, diabetes o determinadas enfermedades hepáticas», detalla el experto.
Entre las víctimas existe, sin embargo, un grupo pequeño de jóvenes que trae de cabeza a la comunidad científica. Están sanos, libres de toda enfermedad crónica, sus sistemas de defensas pueden en teoría hacer frente a la infección, pero no la superan. No pueden con ella. Sufren lo que los científicos llaman una tormenta de citoquinas, una respuesta tan exagerada del sistema inmune que acaba bloqueando los pulmones.
El paciente no puede respirar y muere. Ocurre en uno de cada 200 afectados menores de 50 años. «Es un fallo del sistema inmune. Es como si un portero de discoteca se liara a tortas con alguien que quiere entrar», compara. La enfermedad apenas tiene cuatro meses. Cuanto más se conoce de ella, más incógnitas plantea.
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