![¿Qué es la reduflacción?](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202210/03/media/cortadas/compra-kXmE-U180253765992GBH-1968x1216@El%20Norte.jpg)
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Cuando vamos al supermercado nos centramos en el precio de los productos a la hora de llenar la cesta de la compra y no tanto en la etiqueta ni en los ingredientes. Los fabricantes lo saben y algunos de ellos llevan a cabo trucos para que escojamos su producto aunque no sea tan barato o sano como queremos. Por ejemplo, existe una práctica que consiste en reducir levemente la cantidad de producto que se oferta sin que aparentemente se note pero que que repercute directamente en el bolsillo del consumidor. Se trata de la 'reduflación', algo que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha denunciado ya en varias ocasiones. Así, la marca consigue un ahorro considerable y la 'merma' no la suele percibir el comprador ya que el precio se mantiene, a no ser que esté atento y busque la información referida al peso. Este truco es muy efectivo en una época en la que la población está especialmente alerta y centrada en el precio del producto debido a las constantes subidas. Por ejemplo, un producto puede pasar de contener 125 gramos a 115 gramos con el mismo precio y formato y, dado que no solemos fijarnos en la cantidad porque damos por hecho que el peso es siempre el mismo, el consumidor seguramente no será consciente. Al final se trata de una especie de subida de precio encubierta. Precisamente para que pase desapercibida la reducción de peso es muy pequeña ya que, de lo contrario, sería evidente a simple vista.
La OCU ha analizado productos en los supermercado y ha encontrado varios casos de reduflación como por ejemplo embutidos que pasan de tener 80 gramos y 14 lonchas a 70 gramos y 12 lonchas, refrescos que pasan de contener dos litros a 1,75 litros, margarinas de 500 gramos que ahora ofrecen 450 gramos o yogures con cinco gramos menos que antes sin que se modifique el precio. A la reduflación hay que sumar la inflación, ya que la fuerte subida de los precios ha impactado fuertemente en las cestas de la compra en los últimos meses. Ambos fenómenos confluyen para reducir considerablemente el poder adquisitivo de los compradores.
¿Qué hacer para descubrir la 'reduflación' y otras técnicas encubiertas de subida de precio? La OCU aconseja que «no te fíes sin más de reclamos como 'oferta', 'promoción especial', 'descuento': fíjate en el contenido que muestra el envase o, mejor aún, en vez de comparar el precio por producto o por envase, comparar el precio por unidad de medida, por kilo, por litro o por metro (o 100 ml en los productos cosméticos o de higiene)». Debemos fijarnos atentamente a las etiquetas que se colocan en las estanterías de las superficies comerciales, que deben incluir información sobre el producto y la marca, el precio de venta, el peso, tamaño o capacidad, el código de barras y el precio equivalente (el que indica el precio por kilo u otra medida). Cuando dudemos entre dos productos similares y queramos escoger la opción más económica no solo hay que fijarse en el precio sino también en la cantidad de producto que contienen y en el precio por kilo de cada una de las opciones para saber realmente cuál supone un mayor desembolso económico.
No solo existen trucos para incentivar a los consumidores a que compren productos que no son tan baratos como parecen, sino también para que compren los que no son tan sanos como aparentan. Algunas marcas han encontrado la forma de obtener una mejor puntuación en 'Nutriscore', el sistema que ofrece una puntuación desde la letra A (la más saludable) a la E (la menos). Esta iniciativa analiza los componentes de un producto, siendo por ejemplo el azúcar, la sal y las grasas saturadas negativas y la fibra y las proteínas positivas. Así, algunas empresas han descubierto que, aunque incluyan azúcar añadido, basta añadir un poco de fibra para mejorar su puntuación. Por ello, aunque el Nutriscore sirve como una buena orientación para el consumidor, siempre hay que leer los ingredientes del etiquetado. No hay que olvidar este sistema no tiene en cuenta la presencia de aditivos ni el nivel de procesamiento del producto.
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Además, existe una artimaña para incluir azúcar añadido en el listado de ingredientes de un producto de forma camuflada, algo que puede despistar al consumidor al leer el etiquetado. Hay que recordar que la Organización mundial de la Salud recomienda que la cantidad de azúcar máxima por persona y día no supere los 25 gramos, mientras que la media española se sitúa en 111 gramos diarios. El azúcar añadido puede aparecer bajo otros nombres como por ejemplo dextrosa, fructosa, glucosa, maltosa o sacarosa (cuidado con los que acaban en osa). También hay que tener en cuenta que otros productos naturales como la miel, el ágave, la melaza, el azúcar de caña, jarabes, néctares y jugos son también azúcar añadido. Eso sí, no hay que confundir el azúcar añadido con el que está naturalmente presente en un producto. En ese caso no aparecerá en el listado de ingredientes pero sí en el perfil nutricional.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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