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Todos somos conscientes de los riesgos para la salud que implica el tabaco, no solo para los fumadores, sino también para las personas que conviven con ellos o se encuentran a su alrededor. Hace tiempo que nos hemos mentalizado de que es posible ser fumador pasivo y, poco a poco, la sociedad ha tomado conciencia hasta el punto de prohibir el tabaco en lugares públicos para proteger a los no fumadores de respirar el 'humo de segunda mano', algo que puede incluso llegar a provocar cáncer. Sin embargo, poco se ha hablado sobre el fenómeno conocido como 'humo de tercera mano', que entraña un riesgo invisible y silencioso para la salud de las personas a pesar de no fumen y de que piensen que sus entornos están completamente libres de humo.
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El humo de tercera mano es el conjunto de partículas que, tras fumar, se adhieren a las superficies (muebles, alfombras, cortinas, cojines...), en el polvo y también en el cabello, la piel y las uñas de las personas. Lo más preocupante es que estos componentes potencialmente cancerígenos persisten en el tiempo (meses e incluso años), resisten a la ventilación e incluso a la limpieza y pueden ser absorbidos a través de la piel. El humo de tercera mano contiene más de 250 productos químicos, según avisa la Sociedad Torácica Americana. Varios estudios han demostrado que una persona que respira humo de segunda mano está expuesta al mismo alquitrán, nicotina, cianuro, formaldehído, arsénico, amoníaco, metano, monóxido de carbono y otros productos químicos que causan el cáncer, como la persona que está fumando el cigarrillo. Además, el humo que proviene del extremo quemado del cigarrillo contiene más toxinas que el humo inhalado por el fumador. Los niños, especialmente los bebés, son la población más vulnerable a este problema, ya que suelen llevarse las manos a la boca después de tocar objetos y superficies y su sistema inmune aún se encuentra en desarrollo.
Por ejemplo, si nos mudamos a una casa donde se ha fumado durante años, entraremos en contacto con los residuos de tercera mano que se han 'pegado' a los muebles y rincones y que no se eliminan por mucho que abramos las ventanas ni por el paso del tiempo. Tampoco la limpieza es del todo efectiva, ya que estos compuestos llegan incluso a meterse por los poros de la madera y el yeso. Algunos experimentos apuntan a que en las superficies más lisas como el mármol se puede tener más éxito al eliminar estas sustancias si se utilizan productos ácidos como el vinagre, pero en algunos objetos como por ejemplo una alfombra es prácticamente imposible de eliminar por mucho que la limpiemos. Siguiendo este razonamiento hay que tener en cuenta que si se fuma en un vehículo se está exponiendo a este peligro a las personas que viajen en él después, incluidos niños, aunque no se fume delante de ellos, ya que el conocido como polvo del tabaco se impregna en la tapicería y en los componentes del coche. Todo lugar en el que se haya fumado en el pasado (al igual que la ropa y el cuerpo de un fumador) puede albergar restos del humo de tabaco perjudiciales para la salud.
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Rebeca Alonso
«Como la exposición al HTM (humo de tercera mano) es un concepto relativamente nuevo, todavía se están estudiando las consecuencias a largo plazo de su exposición. Sin embargo, existe evidencia de que la exposición al HTM aumenta el riesgo de desarrollar síntomas respiratorios, cáncer e incluso incrementa el riesgo de mortalidad asociado. En lo que a población pediátrica se refiere, existe una creciente evidencia del efecto perjudicial del HTM en las exacerbaciones asmáticas y otras enfermedades respiratorias», afirma tajantemente un informe del Departamento de Ciencias Básicas de la Universidad Internacional de Cataluña, el Hospital Universitario Vall d'Hebron y el Hospital Universitario General de Cataluña.
Los expertos que han trabajado en este informe recomiendan a los fumadores que limpien sus manos y cara con jabones ácidos e incluso que se cambien de ropa tras fumar, especialmente si van a estar en contacto con niños, «ya que al ser sostenidos en brazos por un fumador estarían expuestos a los componentes del HTM adheridos a la ropa, esencialmente si son de lana o algodón, la piel y el pelo del fumador. Además, estas normas se deberían aplicar también en aquellos no fumadores expuestos al HSM».
La Sociedad Torácica Americana afirma que «han aumentado considerablemente los ingresos hospitalarios de niños que están expuestos al humo de segunda mano por enfermedades como el asma, infecciones respiratorias graves o problemas de oído. Estos pequeños corren un mayor riego del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) que los niños que no están expuestos. Cuando los bebés, los niños, y los adultos no fumadores inhalan, ingieren o tocan sustancias impregnadas de humo de tercera mano, aumenta el riesgo de que estas personas contraigan enfermedades relacionadas con el tabaco».
Existe también un humo de cuarta mano, concepto que hace referencia al impacto en el medio ambiente y en la salud de las colillas de los cigarrillos que tardan hasta diez años en degradarse y donde se acumula gran parte de los componentes tóxicos del tabaco. Las sustancias químicas de las colillas, que constituyen una de las principales fuentes de basura, pueden entrar en contacto con ríos y mares.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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