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Existe una gran variedad de tipos de té, pero una destaca especialmente por albergar una altísima concentración de antioxidantes. De hecho, según un estudio publicado en el Journal of Chromatography, aporta 137 veces más epigalocatequina galato (ECGC) que el té verde tradicional, una sustancia antioxidante ... con gran poder anticáncer. Además, Según un estudio del Linus Pauling Institute de la Oregon State University (Estados Unidos), las EGCG poseen la capacidad de favorecer la formación de células T, fundamentales para estimular la inmunidad.
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Se trata del matcha, un té verde cuya hoja se seca y se muele hasta obtener un polvo fino. Para elegirlo adecuadamente debemos prestar atención a su color: cuanta más intensidad muestre su color verde (tonalidad de hierba), de más calidad será. Además, para multiplicar sus beneficios, es mejor prepararlo con agua o bebida vegetal y no con leche, ya que la leche puede disminuir los efectos del matcha y viceversa, el matcha puede bloquear la absorción del calcio. El té también puede reducir la absorción de hierro de los alimentos, por lo que es mejor tomarlo fuera de las comidas y no al final de las mismas. La separación ideal entre el té y los alimentos sería de unas dos horas.
Además de antioxidantes, el té matcha proporciona vitaminas A, B2, C, D, E y K, proteínas, clorofila y minerales como el calcio, el hierro y el potasio.
A la hora de prepararlo, hay que verter una cucharadita de matcha y añadir un poquito de agua (unos 60 ml) a una temperatura de unos 80 grados. Con un batidor de bambú (la herramienta tradicional de la ceremonia del té) o de acero inoxidable integraremos ambos ingredientes hasta conseguir una capa de espuma. Después añadimos el resto de agua o bebida que elijamos con cuidado de no romper la espuma. Lo ideal es no añadir ningún endulzante y acostumbrarnos a su suave sabor ligeramente amargo (cuanta más calidad, menos amargor).
Además, podemos utilizar el té matcha para innumerables recetas, como por ejemplo para aderezar bizcochos, galletas, helados y batidos.
La American Association for Cancer Research publicó un estudio que concluyó que los hombres con cáncer de próstata que bebían té verde sufrían menos inflamación en los tejidos de la próstata, lo que se asoció a un menor crecimiento del cáncer, respecto a los que no bebían té verde. Además, el té verde pudo ser capaz de evitar las metástasis. De hecho, una de las grandes defensoras del té verde en general y del matcha en parrticular es Odile Fernández, una doctora de origen granadino que ha escrito varios libros sobre alimentación anticáncer.
Aunque el té verde y, en concreto, el té matcha, son productos con grandes beneficios para la salud, no hay que olvidar que contienen cafeína (aunque mucho menos que el café), por lo que es recomendable no tomar más de dos o tres tazas al día. También hay que recordar que las personas que padezcan dolencias cardiacas, renales o estomacales, así como úlcera de estómago deben evitar el té, al igual que las embarazadas y madres lactantes.
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