Caballa, despensa de vitaminas liposolubles y grasas saludables

La caballa (Scomber scombrus), también llamada caballa del Atlántico, pertenece a la familia de los escómbridos, conocida en nuestro país verdel o sarda. Teniendo en cuenta el aporte de grasa, podemos considerarlo como un pescado graso (10 g por 100 de porción comestible). Esta grasa tiene una composición muy interesante con un aporte de 3,1 gramos de grasas monoinsaturadas y casi 3 gramos de grasas polinsaturadas (omega 3), con un bajo aporte de colesterol 80 mg. Por tanto, es un pescado con importantes propiedades cardiosaludables.

El aporte de proteínas de alto valor biológico es de 15 gramos, alcanzando un aporte calórico de solo 150 calorías por 100 gramos. Respecto al contenido en minerales, presenta importantes cantidades de selenio, fósforo y potasio. Por ejemplo, una ración de caballa puede aportar casi el 50% de las ingestas diarias recomendadas de fósforo. También es importante el contenido en yodo y magnesio.

En general, el contenido de vitaminas del grupo B en la caballa es poco relevante si se compara con otros alimentos ricos en estos nutrientes, como los cereales integrales o las legumbres. Sin embargo, el contenido de vitamina B2, es más abundante en los pescados azules que en los blancos. Además, en particular en la caballa, la vitamina B12 está presente en cantidades importantes y supera a la que contienen los huevos y algunas carnes.

La caballa, al ser un pescado graso, también posee vitaminas liposolubles como A, D y en menor cantidad la vitamina E, que se acumulan en sus vísceras (hígado) y en el músculo. La vitamina D favorece la absorción de calcio, su fijación al hueso; la vitamina A contribuye al mantenimiento, crecimiento y reparación de las mucosas y piel. Además, potencia la resistencia frente a las infecciones y es necesaria para el desarrollo del sistema nervioso y para la visión nocturna. La vitamina E tiene una acción antioxidante.

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