Brote de gripe aviar en España: qué hay que saber

El Ministerio de Sanidad señala en su último informe de alertas que se han notificado 85 focos de Influenza Aviar de Alta Patogenicidad correspondiente al subtipo A (H5N1) en aves silvestres y 36 focos en explotaciones avícolas. De estos, 31 focos (26 en aves silvestres y 5 en aves de corral) se han detectado este pasado verano.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no hay evidencias de que se pueda transmitir mediante alimentos debidamente preparados y bien cocinados. No obstante, la OMS señala que tiene una alta tasa de mortalidad en humanos y puede provocar consecuencias graves para la salud pública, motivo por el que los expertos recomiendan hacer seguimientos de estos brotes.

La influenza aviar es una enfermedad de las aves, producida por virus ARN pertenecientes a la familia de los Orthomyxoviridae, al grupo conocido como 'influenza tipo A'. Estos virus se clasifican según dos tipos de proteínas que presentan en su superficie para los que se emplean H y N (por los antígenos de superficie «hemaglutinina» y «neuroaminidasa»). La mayor parte de estos virus no provocan enfermedad o ésta es leve, y se conocen con el nombre de «virus de baja patogenicidad». Se conocen 16 tipos de hemaglutinina (H1-H16) y 9 tipos de neuraminidasa (N1-N9).

Los animales infectados excretan el virus por las secreciones nasales, boca, ojos y heces. La enfermedad se transmite por contacto directo entre aves sanas y enfermas, pero también puede propagarse por contacto con materiales, alimentos o agua contaminados. El periodo de incubación es de tres a cinco días. Los síntomas clínicos varían en intensidad dependiendo de la cepa (alta o baja patogenicidad) y de la sensibilidad de la especie afectada. En general, provoca depresión, inapetencia, descenso en la puesta, edema facial, con crestas y barbillas tumefactas, hemorragias petequiales en membranas internas, pancreatitis y muertes súbitas.

Todas las especies aviares son susceptibles de padecer la enfermedad, incluyendo tanto las aves de corral como las silvestres; dentro de las aves, se muestran más sensibles a mostrar síntomas clínicos las gallinas y pavos; los gansos y patos parecen ser los más resistentes a enfermar.

Las infecciones humanas, producidas casi siempre tras un contacto estrecho y prolongado con aves infectadas, suelen ocasionar, según el Ministerio de Sanidad, infecciones asintomáticas o enfermedades leves con síntomas como conjuntivitis, síndrome gripal, tos o cansancio. Algunos de los subtipos asociados han sido el H5N1 y el H7N9 y se han relacionado con inflamación del tracto respiratorio inferior (bronquiolitis y neumonía), disfunción de algunos órganos y detección en plasma de niveles elevados de citocinas proinflamatorias.