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Recuperar la normalidad (la de los abrazos, la cercanía o la de adiós a las restricciones...) se ha convertido en una obsesión para todos. ¿Será en primavera? ¿en verano? ¿antes de que termine el año? Son preguntas que de una forma u otra se formulan ... y reformulan una y otra vez, con la intención -casi como ruego o súplica- de que el experto conteste con una afirmación que no termina de llegar.
La vacunación contra la covid-19 se antoja «vital» para recuperar la vida tal y como la conocíamos, aunque profesionales, como Raúl Ortiz de Lejarazu, director emérito del Centro Nacional de la Gripe, consideren que para conseguir esta de forma «eficiente» aún quede tiempo.
«Prefiero no hablar de fechas, pero es difícil que el 70% de la población esté vacunada antes de que finalice el año», advierte el virólogo afincado en Valladolid.
Aún así, la implantación de la segunda dosis de la vacuna a determinados sectores de la población lleva a pensar «en una falsa inmunidad» que Lejarazu desmitifica.
Ortiz de Lejarazu lo tiene claro. «No. No hay ninguna vacuna que tenga un 100% de efectividad, y la respuesta de cada persona no es la misma», detalla el médico, quien trata de alejar esa «sensación de protección errónea». «Sería una temeridad creerlo, y más en un momento como el actual, con la alta circulación del virus en la sociedad», afirma antes de explicar que aproximadamente un 95% de los vacunados estarán protegidos, pero no el total de los que reciben la vacuna.
«Existen diferencias entre las personas. Una persona puede estar protegida con una sola dosis, y otra ni siquiera con las dos. Depende de muchos parámetros. No es lo mismo una persona mayor que una joven, por ejemplo».
Los efectos de la inyección se generan a los siete días pero habrá un 5% de la población a la que no llegue a proteger, incluso ese tiempo puede variar.
Una vez aplicada la primera dosis, se aplica una segunda a los 21 días. Una semana después de esta (es decir, a los 28 días de la primera dosis) estaríamos... ¿inmunizados? «Tendríamos una protección, pero hay que tener claro que estamos ante una vacuna nueva», subraya Lejarazu, quien recalca que «por supuesto que no se pueden dar abrazos». «Debemos mantener todas las medidas de seguridad, porque aún estamos lejos de la llamada inmunidad de grupo», afirma.
Que una persona 'inmune' no desarrolle la enfermedad no signifique que no pueda transmitirla, y ahí radica uno de los grandes problemas en la actualidad. «Ese abrazo puede convertirse en un abrazo que alcance a muchas más personas», coinciden varios expertos.
Ya se ha probado que las vacunas de los laboratorios de Moderna y Pfizer protegen ante la variante británica y la de Sudáfrica, pero se desconoce su eficacia ante otras como la brasileña o una segunda variación británica. «No hay certezas. No invalidan la vacuna, pero lo que se puede producir es un descenso de su efectividad. Puede bajar de un 95% a un 90% o menos», matiza Lejarazu.
Lejarazu explica que todavía no se conoce la efectividad de la vacuna e incluso puede haber casos de reinfección. Sin embargo, la reunión con otros vacunados tendrá menor riesgo, pero incide en que debe haber «una inmunización de grupo para actuar con menores restricciones». El especialista insiste en que «no se debería levantar la guardia», ya que aunque se esté 'inmunizado' se puede contagiar el virus igualmente.
El virólogo afincado en Valladolid reconoce que es una predicción «difícil», pero utiliza un símil con la campaña contra la gripe. «Si para aplicar siete u ocho millones de vacunas contra la gripe en España se tardan dos o tres meses... estamos hablando de aplicar 25 o 30 millones de vacunas, con dos dosis a un 70% de la población... Más de 50 millones de pinchazos... Es complicado lograr una inmunidad de grupo a corto o medio plazo», analiza.
«Hay que trabajar con tres escenarios con el coronavirus: la fase de pandemia, la fase de pandemia con vacuna; y la fase de post vacunación, en la que se puede volver a dar el caso de que se necesite vacunar de nuevo», agrega el director emérito del Centro Nacional de la Gripe.
«La realidad es que no hay suficientes vacunas, y que las que hay son de distintos tipos... Cada tipo de vacuna de coronavirus requiere de una tecnología, de una implantación distinta... Producir vacunas no es lo mismo que embotellar agua mineral», matiza el especialista en microbiología y parasitología, con un ejemplo cercano.
«Existían muchas reticencias, pero ahora que han publicado los estudios científicos, con los esayos preliminares realizados en 20.000 personas, se ha demostrado que tiene una eficacia del 92%», indica.
Raúl Ortiz de Lejarazu sí aboga porque se apueste también por la vacuna rusa, incluso valora que la fórmula aplicada por los virólogos del Kremlin es similar a otros modelos de vacunas.
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