Agustín Zamarrón
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Agustín Zamarrón
Tras colgar la bata de médico, Agustín Zamarrón ocupó un asiento en el Congreso como diputado socialista por Burgos con 73 años. Su parecido más que razonable con Valle Inclán y su verbo florido («Dejen expedito el pasillo izquierdo porque tenemos que ir con la ... sacra urna a ver a Pablo Echenique») le convirtieron en viral y dieron pan a los cronistas, mientras que no pocos ciudadanos se preguntaban por qué no había más políticos con un nivel de discurso semejante. Ahora, a los 77 y jubilado de su segunda profesión, va a emplear el tiempo recuperado en «leer lento». Zamarrón afirma ser un tímido patológico, pero «en el momento en que venzo la barrera, ese problema ya no lo tengo; los problemas, entonces, empiezan para la otra parte».
-Como lector voraz que es, ¿con qué escritor se tomaría el vermú del domingo?
-Evidentemente, con un escritor que hubiera tenido una vida rica y variada. Uno sería, como es natural, Cervantes, cuya vida es verdaderamente aventurera, muy rica y muy desgraciada. Otro sería Bulgákov, autor de 'El maestro y Margarita', también de vida desgraciada y muy llena. Era médico, aunque poco o casi nada se dedicó a la medicina.
-Usted también era médico y, tras jubilarse, inició una segunda etapa profesional como político. ¿Qué le dijo su familia?
-Mire, en mi familia gozamos de una gran independencia. El núcleo familiar está constituido por mi mujer y por mí, y mantenemos un respeto absoluto al campo de acción de cada uno pero, evidentemente, interfiere sobre la actividad conjunta. Fue recibido por mi mujer como siempre ha recibido, y yo de ella, cualquier opción en la vida, más que con agrado, con resignación. Claro, eso suponía la interrupción de nuestra jubilación y del disfrute de la misma, pero no crea otro problema que el asumirlo.
-Ese respeto mutuo es vital para mantener una relación duradera.
-Sí. El respeto de la indemnidad y de la autonomía del otro es fundamental. Y esto, cuando no se produce, es trágico. Por eso es una gran satisfacción que mi grupo político luche por la igualdad de géneros que, en último término, es la igualdad de todos los ciudadanos. Por otra parte, esto para mí no es nuevo, porque como médico viví siempre en una actuación de conjunto de servicios de hombres y mujeres, y en algún momento que estuve en algún grupo integrado solo por varones no me encontraba tan realizado como cuando estaba constituido por hombres y mujeres.
-Pues algunos no lo tienen tan claro. ¿A qué atribuye la subida de Vox?
-A una pérdida absoluta de sentido democrático, que es el sentido de igualdad de todos los que somos y nos reconocemos como ciudadanos. ¿Por qué sucede esto? Porque algunos no piensan y son susceptibles de las peores prédicas; porque algunos piensan que adscribirse a un grupo u otro les puede permitir, en una identidad falsificada, puramente de contenido material, una superioridad sobre el resto. Esto sucede no solo en el enfrentamiento de hombres y mujeres, sino también en el enfrentamiento de aquellos que, por estar en un determinado territorio, segregan a los demás, los convierten en extranjeros, cierran fronteras y se quedan insulados. Luego hay otros que piensan mal intencionadamente porque así ejercen un dominio: estamos viviendo la preocupación, no por las legítimas ambiciones, sino por la hegemonía y por la imposición. Y, en último término, por la codicia, por asociarse para hacerse con todos los bienes, tanto de representación como de gobierno como de territorio.
-¿Alguna vez sus ideas han entrado en conflicto con las de su partido? ¿O con el argumentario?
-Las ideas coinciden plenamente; ahora, hablemos de argumentarios. Mire, me repugnan totalmente. Son la negación del argumento, de la capacidad, arte, uso y necesidad de argumentar. Se han impuesto en la política, como en otras cosas, los elementos de propaganda y el guiarse por gurús. Para mí, la convivencia con eso ha sido difícil, evidentemente. Pero el tiempo nos ha llevado a que los argumentarios de la XIII Legislatura, donde en mi grupo había un gurú que he de reconocer, tristemente para mi enfoque, que tuvo éxito en aquella manera de producirse, hayan evolucionado a un momento actual donde se aporta más documentación. Pero esa documentación no puede ser de conclusión, sino que debe incitar a pensar y no dar el alimento masticado y convertido en único y solo pensamiento. También hay una labor personal, que es la obligada de todo ciudadano y de todo profesional de incrementar sus conocimientos, en los propios de su labor y también en todo lo que hace referencia a lo humano, aquello que decía un sabio: «Nada de lo humano me es ajeno».
-Mi hijo estudia Ciencias Políticas y Sociología. ¿Algún consejo?
-No le voy a dar un consejo, le voy a dar una lectura: el poema 'Una España joven', de Machado, que termina diciendo «Tú, juventud más joven, si de más alta cumbre / la voluntad te llega, irás a tu aventura / despierta y transparente a la divina lumbre: / como el diamante clara, como el diamante pura». Necesitamos ser siempre jóvenes, ser como el diamante, claros, como el diamante, puros, y esa vocación de pureza y entrega hacia el conocimiento es lo que nos debe guiar, es lo único que finalmente tenemos. Yo le recomendaría que viva la vida intensamente, con compromiso, que nunca deje de pensar y nunca deje de dialogar.
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