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fernando miñana
Sábado, 6 de julio 2019, 11:22
En Alemania te sangran por un tampón. Los productos de higiene femenina acarrean un impuesto del 19%. Como si la menstruación fuera un lujo, un capricho que se dan las mujeres todos los meses durante 33 años de media, hasta que aparece la menopausia. ... La medida parece más injusta todavía si se compara con productos que no son de primera necesidad. Como un cuadro antiguo, una lata de caviar o una trufa fresca, todos ellos con un gravamen del 7%, menos de la mitad que el del tampón.
La empresa The Female Company, que fabrica en su factoría de Stuttgart tampones ecológicos, hipoalergénicos, libres de pesticidas y productos químicos, encontró un ardid para burlar la ley con la propia ley. Sus dueñas, Sinja Stadelmaie y Ann-Sophie Claus, observaron que la literatura se beneficia del impuesto reducido, así que tomaron la audaz decisión de meter su producto entre las tapas de un libro. «Ya va siendo hora de cuestionar estas decisiones desde una perspectiva que contemple las necesidades reales y apremiantes de las mujeres», ha declarado Ann-Sophie.
La agencia berlinesa de publicidad Scholz&Friends se encargó de que el libro, titulado 'The Tampon Book', fuera mucho más que un envoltorio ocurrente. Y metieron los tampones en un libro de verdad, una edición con quince de estos objetos para la menstruación y 46 páginas de papel ecológico con relatos sobre la regla e ilustraciones, en un tono desenfadado, de Alica Läuger y la española –de madre inglesa y residente en Londres– Ana Curbelo que pretenden romper muchos de los tabús que rodean al periodo.
Una idea revolucionaria impulsada por un anuncio que terminó siendo encumbrado con el Gran Premio del último Festival Internacional de Creatividad Cannes Lions. Un 'spot' que recordaba que la decisión de gravar los tampones con un impuesto del 19% se remonta a 1963, merced a una ley aprobada por 499 hombres y 36 mujeres.
La campaña se completó con una petición al Parlamento que lleva más de 170.000 firmas en contra de esta tasa y el envío de cien ejemplares a los políticos del Bundestag y otro centenar para 'influencers', quienes armaron un gran revuelo al descubrir que auténticos artículos de lujo como la trufa o el caviar tenían un gravamen mucho menor. O que en países como Kenia, Malasia, Irlanda, Canadá, Australia, y también en algunos estados de EEUU, la tasa del tampón sea del 0%, al considerarse un bien de primera necesidad. En Inglaterra es del 5% y en España, donde tienen un precio que ronda los cuatro euros, es del 10%.
El éxito ha sido rotundo. La empresa solo utilizó tres colores –blanco, negro y rojo– para abaratar la producción del libro y lo lanzó a la venta por 3,11 euros. La primera tirada se agotó en un día. La segunda, en menos de una semana. Y el primer mes lo cerró con 10.000 ejemplares vendidos entre sus dos ediciones: en alemán y en inglés. Un paquete de tampones convertido en 'best seller'...
Todo este follón pareció despertar a los partidos de la oposición, estáticos hasta entonces. Aunque nadie, ni unos ni otros, ha conseguido conmover al ministro alemán de Finanzas. Olaf Scholz no piensa mover un dedo. No quiere reducir el impuesto porque, dice, no puede garantizar que las empresas «pasen la reducción de impuestos a los consumidores de todos modos». Las mujeres alemanas, al menos, tienen cómo ahorrar: leyendo...
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