El 21 de febrero pasado, hace poco más de dos semanas, una doctora de familia fue arrinconada en su consulta del pueblo toledano de Villaluenga de la Sagra por un paciente que la insultó y amenazó de muerte. La especialista, que estaba embarazada, logró zafarse, ... salió corriendo y se refugió en el área administrativa, desde donde llamó a la Guardia Civil.
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Los médicos españoles, los mismos héroes a los que aplaudimos a diario desde las ventanas, sufren una avalancha de agresiones y vejaciones desde que empezó a suavizarse la pandemia. Los ataques a doctores superaron el año pasado con holgura el récord histórico. Cerca de 850 profesionales, que se sepa, tuvieron que soportar insultos, amenazas, empujones o golpes de pacientes o acompañantes a lo largo de 2022.
Son cifras nunca vistas desde que la Organización Médica Colegial pusiese en marcha, en 2010, el observatorio que radiografía la evolución de la violencia contra estos profesionales. Los 843 médicos atacados el año pasado suponen un aumento de la violencia verbal y física del 38% en centros de salud, hospitales y domicilios en solo doce meses. Tras la vuelta a la presencialidad, cada diez minutos alguien arremete en España contra un doctor. Y eso que las denuncias son la absoluta minoría de los casos, como recuerda la OMC. La punta del iceberg.
Para hacerse una idea de lo grave de la situación actual basta ponerla en perspectiva. Los ataques denunciados el año pasado superan en casi un 70%, en 343 episodios, la media de violencia de los últimos trece años, cuando vejaciones, amenazas y lesiones a colegiados rondaron los 500 casos por ejercicio. De hecho, las agresiones de 2022 son prácticamente el doble de las registradas en las consultas y hospitales en España solo cuatro años atrás, en 2018.
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El crecimiento de los actos de violencia no se debe a una proliferación de doctores. Los especialistas han aumentado un 14% en cuatro años y la violencia un 72%. La avalancha de vejaciones y daños ha provocado que en los últimos doce meses fuesen atacados tres médicos de cada mil, lo que eleva la cifra de víctimas registradas por la OMC desde 2010 a 6.492 profesionales. Los episodios de violencia de 2022 se concretaron en 356 procedimientos ante la Fiscalía y los juzgados.
Las autonomías con las agresiones más reiteradas son Cataluña, con 7,95 médicos atacados por mil colegiados, Cantabria, con 7,56, y Extremadura, con 5,33, además de Ceuta (8,22) y Melilla (6,19). Los sucesos, sin embargo, fueron esporádicos en Navarra y Euskadi, 0,43 y 0,45, y en Canarias y Galicia, con 0,63 y 0,64.
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El tipo de agresión en ocho de cada diez ocasiones fueron insultos o amenazas, pero en un significativo 16% se trató de violencia física que causa lesiones. La mayoría de episodios, el 43%, tuvo lugar en los centros de atención primaria, pero en una de cada tres ocasiones la violencia se dirigió contra profesionales de los hospitales. El 12% restante se lo repartieron los centros privados y la atención domiciliaria.
Uno de los puntos más llamativos de la radiografía es la evolución del móvil con que justifican las agresiones. La gran mayoría, ocho de cada diez, se debe a razones asistenciales, sobre todo discrepancias por la atención médica, pero también inquinas personales y desacuerdos por la medicación, las bajas o los informes. Sin embargo, los argumentos que más crecieron en 2012 fueron los enfados seguidos de agresión por deficiencias del sistema sanitario, que coinciden con las múltiples denuncias de abandono de la sanidad pública que lanzan los propios profesionales. Los altercados están vinculados al cansancio por las largas esperas para ser atendido y al mal funcionamiento del centro u hospital.
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La víctima tipo es una doctora. Seis de cada diez veces. Una tendencia que se ha consolidado desde 2016. Hasta entonces las embestidas se repartían a mitades entre ambos sexos. El grueso de la violencia se cebó con médicos de 36 a 55 años, pero cada vez son más los ataques a facultativos jóvenes, que suman el 25%.
El agresor es un paciente dos de cada tres veces, con abundancia de hombres y de edades maduras (40 a 60 años), aunque las vejaciones y lesiones causadas por jóvenes llegan al 37%. Destaca el alto volumen de pacientes no programados (sin cita o de urgencias) que protagonizan asaltos –el 28% de los denunciados– y también el peso en los actos de violencia de los acompañantes, el 22%.
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