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pilar garcía-trevijano
Miércoles, 2 de octubre 2019, 07:37
El sinuoso trazado de Polopos ha encandilado a los Países Bajos. Este pueblo de la Alpujarra granadina adormecido por la despoblación empieza a despertar gracias a un grupo de concursantes televisivos holandeses que, enamorados de la Sierra de la Contraviesa, se han instalado para reanimar las calles de una villa envejecida. Las paredes cambian su desgaste por un nuevo fondo blanco, las casas quitan el cartel de 'se vende' y se abren nuevos negocios.
Las matrículas amarillas y los coches de alquiler suben y bajan con frenesí la carretera sin quitamiedos que une la A-7 con un pueblo de medio centenar de habitantes que una productora de televisión ha puesto sobre el mapa europeo. Tras seis meses de grabación del 'reality show' 'El pueblo español: Polopos'–en el que cinco parejas compitieron con el reto de revitalizar la España vacía–, el concurso ha terminado.
La pareja ganadora, Wijnand Boon (42) y Thysa Zevenbergen (32), usará el premio –20.000 euros– para crear una residencia para artistas en el pueblo. El resto de concursantes, que tenían el compromiso de permanecer solo durante la grabación y retransmisión del programa, han decidido quedarse y han puesto en marcha varias iniciativas que están consiguiendo insuflar nueva actividad en la localidad.
De la agitación de las avenidas de Ámsterdam a las calles de Polopos. El cambio no solo ha sido radical para los escépticos vecinos del pueblo, que no esperaban que un grupo de guiris revolucionaran por completo la villa. Thysa y Nando –como les conocen los habitantes granadinos ante la dificultad para pronunciar su nombre– se han puesto manos a la obra para construir el hostal. Ya imaginan en la casa a medio rehabilitar una sala para cine y exposiciones, una pequeña cantina y dos habitaciones para sus huéspedes. También colocarán la placa de 'ciudadanos honorarios' que recibieron del alcalde cuando ganaron el concurso.
«Nuestro sueño es construir una residencia para que creadores de todo el mundo encuentren un remanso de paz donde poder inspirarse e intercambiar cultura», explica Thysa. «Descubrí la Alpujarra en un viaje que hice en caravana, y desde entonces me ha obsesionado. Soñé con volver porque tenemos muchos amigos en la zona, y ocho años después aquí estamos», añade su pareja.
Invasión guiri
La pareja evita que la fama les abrume. La emisión del 'reality' no ha trascendido apenas fuera del pueblo, pero es un auténtico fenómeno en Europa. Polopos se ha convertido en el lugar de peregrinación de centenares de holandeses. «Parece que nos invaden o que nosotros somos los turistas», bromea uno de los vecinos mientras apura su cerveza en compañía de la pareja ganadora. «Es una alegría ver el pueblo con más vida. Hace unos meses era impensable que tanta gente supiera de la existencia de este sitio», agrega.
Más de 800.000 espectadores estuvieron atentos en la cadena RTL4 a las aventuras de sus compatriotas. Y ahora la audiencia ha dejado el sofá para pasearse por el municipio: la tez blanca y los ojos claros de los holandeses pululan por las calles, antes muertas, del municipio. «Hemos llegado a recibir cien visitas en un día. Imagínate estar en la cama a las 9 de la mañana un domingo y que aporreen en tu puerta. Se nos hace raro, pero estamos agradecidos», dice Thysa.
«No es la Costa del Sol». Ivo de Jongh y Koen Robroek son los jóvenes productores que llegaron hace años a Polopos y dieron a conocer a la cadena de televisión RTL4 el enclave para rodar el programa. Sueñan con convertir la zona en un destino de turismo ecológico de lujo en unos años. «Esto no será jamás la Costa del Sol», afirman.
54 habitantes tiene Polopos, un pueblo de la Sierra de la Contraviesa, a 800 metros de altitud y a solo 5 kilómetros del mar Mediterráneo.
Tejido económico. Un museo, una residencia para artistas, una empresa de exportación de vinos y una agencia de senderismo son algunas de las iniciativas empresariales que las seis parejas holandesas finalistas del concurso han puesto en marcha para revitalizar la localidad granadina.
Sin embargo, ya se habían acostumbrado a las jornadas de puertas abiertas con sus nuevos vecinos. «No echamos la llave en la parte de la casa que queremos convertir en cantina y al principio nos chocaba un poco que los vecinos entraran, pero cogimos confianza enseguida. No teníamos agua en las casas y nos dejaban sus baños para que nos ducháramos», cuentan. De Polopos les ha sorprendido la hospitalidad y el cariño de los habitantes. No hay día en el que no encuentren un obsequio en la puerta. «Naranjas, sandías, verduras... No había comido tanta fruta nunca. Nos tratan con mucho cariño», explican. Las parejas comparten amistad con los 54 poloperos censados.
«El alcalde nos ha animado a todos a tener hijos. Solo hay tres niños en el pueblo y con dos más reabren la escuela», señala Thysa. «He de confesar que yo también se lo digo a las parejas que llegan», dice Nando. Los holandeses, ya poloperos de pura cepa, han dado un impulso de molino a la economía. Las otras parejas finalistas están inmersas en proyectos como la exportación de vino o la creación de una empresa de excursiones por la naturaleza.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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