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C. A.
Valladolid
Martes, 18 de junio 2024, 17:02
La alerta alimentaria ha saltado, y no solo en España. Todo ha sido gracias a un análisis científico que ha desvelado un dato ciertamente preocupante. La investigación ha puesto en el foco a la cadena de supermercados Lidl tras examinar 142 bandejas de pollo de comercios procedentes de España, Alemania, Italia, Gran Bretaña y Polonia. Este análisis arrastra que el 71% de las muestras con las que comercializaba este supermercado resultaban están contaminadas.
Y es que del total de las bandejas examinadas se ha logrado desglosar una lista de bacterias que el producto cárnico contenía. De las 142 muestras desde el punto de vista microbiológico, el 38% de ellas presenta listeria, mientras que un 83% contiene agentes patógenos diarreicos. Es por ello que el Observatorio de Bienestar Animal ha denunciado que la carne está contaminada y que presentaba, listenia, bacterias resistentes a los antibióticos y patógenos diarreicos.
Estos productos también han sido estudiados por laboratorios totalmente independientes que han sido los encargados de sacar adelante un estudio en otros 22 establecimientos de Lidl del resto de países donde se comercializaba estas bandejas. «No aconsejaría a mis pacientes comprar estos productos de pollo de Lidl», ha manifestado uno de los investigadores especialista en medicina interna y exasesora del Parlamento Federal alemán tras conocerse el resultado.
Volviendo a España los datos no resultaban mucho más tranquilizadores, pues tras examinar 24 muestras se comprobo que un total de 17 estaban contaminadas. En este caso las bandejas estaban adquiridas en Valencia, Barcelona y Madrid. Cuartos traseros de pollo, pechugas de pollo, jamoncitos de pollo, alitas de pollo partidas sin punta y canal de pollo son algunos de los tipos de bandejas sobre los que se ha arrojado la alerta alimentaria. Y es que las bacterias podrían haberse pasado por alto si no revestían una mayor problemática. Sin embargo, se ha detectado que tienen un riesgo significativo para la salud, pudiendo ocasionar infecciones del tracto urinario, septicemia o neumonía.
La cadena de supermercados Lidl no se iba a quedar de brazos cruzados tras conocer los resultados de este estudio. Esta asegura que su política de compras «establece límites más estrictos que los propios requisitos legales«. Y es que todos los proveedores de la empresa, según apunta la misma, «cuentan además con avales de certificación internacionalmente reconocidos como International Food Standard (IFS) o el British Retail Consortium (BRC) que certifican los más altos estándares de calidad, y en especial la seguridad alimentaria».
Desde Lidl han querido comunicar que no es la primera vez que la organización «lanza una acusación contra la empresa a través de los medios de comunicación y sin contrastar su información previamente con nosotros». Las dos últimas denuncias que han salido a la luz contra la cadena de supermercados resultaron ser falsas y en esta ocasión, «contamos con certificados de análisis —realizados por Lidl y por nuestros proveedores a través de laboratorios acreditados— que contradicen categóricamente la información de su estudio», señala la empresa.
«Para poder cumplir plenamente con las exigencias del Compromiso Europeo del Pollo de aquí a 2026, se necesita una amplia alianza de toda la cadena, entre el sector de la distribución, los productores, la industria avícola y las ONGs«, traslada el grupo Lidl, que incide «que se ha mantenido varias conversaciones a lo largo de estos meses», incide la cadena de supermercados.
La empresa trata uno de los datos más preocupantes del estudio, las bacterias resistentes a los antibióticos. La cadena ha admitido que «las bacterias que una carne fresca de pollo pueda contener no son consecuencia del método de cría de nuestros proveedores en particular, sino que representan un reto general para toda la industria de la carne avícola«. Además, en todos los envases de las bandejas vienen las famosas especificaciones donde la empresa indica que «el producto debe ser cocinado completamente antes de su consumo y que es necesario cumplir con las normas de higiene durante el proceso. De este modo, si se manipula de forma correcta no existe ningún riesgo sanitario para el consumidor».
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