Nivel este miércoles del pantano de Vadiello, principal fuente de suministro de agua de Huesca. EFE

La peor sequía de este siglo activa las restricciones en ocho autonomías

El ritmo de vaciado de los pantanos es terrorífico, con la pérdida en una semana del equivalente al agua que consumen los hogares en cuatro meses

Jueves, 4 de agosto 2022, 20:50

Bañistas sin poder enjuagarse la arena y el salitre a la salida de la playa, piscinas vacías, grifos sin agua por las noches, campos e invernaderos con el riego racionado, camiones y barcos cisterna acarreando agua potable hasta algunos pueblos. Hacía años que vecinos de ... muchos puntos de la península no pasaban un agosto sometidos a restricciones de agua, unas limitaciones que, por ahora, son moderadas, pero que, a la vista de la malísima evolución de unos escuálidos pantanos, expertos y políticos ya no descartan que deban endurecerse e, incluso, alcanzar el otoño.

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Lo que es seguro es que España sufre la mayor sequía del siglo. Los embalses están muy por debajo de la mitad, al 40%, con unos volúmenes de almacenamiento tan pobres que no se veía algo similar desde hace 27 agostos. Es un nivel alarmante. En concreto, acumulan un tercio menos de agua que la media de la última década por las mismas fechas. Además, como ocurre casi siempre con las medias estadísticas, son engañosas, porque compensan pantanos norteños al 70% o al 80% de su capacidad con los de las cuencas de la mitad sur, Guadiana, Guadalquivir o Guadalete, con entre el 25% y el 28%.

Como ocurre con la plaga de incendios forestales que asola España, estamos ante otra tragedia medioambiental derivada del cambio climático y de su fenómeno más perverso, el calentamiento global. Este año hidrológico, del que ya han transcurrido diez meses, será al menos el tercero con menor volumen de precipitaciones de este siglo y, al tiempo, uno de los dos o tres más calidos. Los pantanos se han resentido con claridad de un invierno caluroso y muy seco, con un 25% menos de lluvia que la media de ejercicios anteriores. La prueba es que en mayo los embalses españoles acabaron el mes a la mitad de su capacidad.

Sin embargo, lo que ya era una clara sequía puede alcanzar unos niveles extremos. El verano hidrológico español está siendo zarandeado por la tormenta perfecta. Las lluvias estivales brillan por su ausencia. Entre mayo y julio la caída media de las precipitaciones es del 46%, descenso que llega hasta el 70% si solo se tiene en cuenta julio. Al tiempo, el ritmo de evaporación del agua de los embalses es vertiginoso por el encadenamiento anormal de olas de calor. Si a ambas anomalías climáticas se les une un enorme tirón del consumo, por la proliferación de piscinas y la mayor campaña turística en tres temporadas, se tienen todos los ingredientes para el desastre.

Primeros cortes nocturnos

El resultado es la caída en picado de las reservas de agua. El volumen almacenado en los pantanos bajó en 832 hectómetros cúbicos en la última semana. ¿Es mucho o poco? Es una enormidad. Se trata de la cantidad de agua equivalente a la que consumen todos los hogares españoles en cuatro meses y medio.

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Pueblos y ciudades de ocho autonomías han tenido que restringir el agua para ralentizar el ritmo de caída de las reservas y alejar, si es posible por completo, la necesidad de implantar cortes duraderos en el consumo doméstico.

La mitad ha optado por suprimir consumos lúdicos y prescindibles. En el litoral pontevedrés, la comarca vizcaína bañada por la ría de Gernika, en villas costeras cántabras como Laredo, en la zona extremeña de Tentudía o en la propia Málaga capital se han cortado las duchas y lavapiés de las playas y se prohíbe llenar piscinas, baldear calles, lavar coches o regar jardines.

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También se han dictado las primeras restricciones domésticas. Hay cortes de agua nocturnos de distinta intensidad en 14 pueblos de la sierra onubense, parte de la Sierra de Segura (Jaén), el municipio cordobés de La Carlota y en aldeas del Pirineo navarro. En 150 localidades de Cataluña, con unos 350.000 vecinos, han puesto un tope al consumo doméstico de 200 litros por persona y día. De sobra para las necesidades medias de un español (133 litros), pero una línea roja para descartar excesos. Las autoridades avisan que si no llueve esta limitación llegará en septiembre al área metropolitana de Barcelona.

El campo sacrifica el riego de plantaciones en zonas tan dispares como Andalucía, Castilla y León, Badajoz o Navarra para poder salvar otras. Los agricultores avanzan un otoño con cosechas más escasas que encarecerán aún más los alimentos y frutos más pequeños por la escasez de agua durante la etapa del engorde.

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