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Una mujer llora junto al hospital de Mawenzi. Su nieta fue una de las niñas muertas en la estampida por conseguir el aceite 'milagroso'. AFP
El pastor mentiroso

El pastor mentiroso

El tanzano Boniface Mwamposa derramó en misa un aceite supuestamente milagroso y la avalancha mató a 20 fieles. Los predicadores pentecostales arrasan en África

gerardo elorriaga

Viernes, 7 de febrero 2020, 08:09

Dios redime, perdona y libera, santifica y justifica, y además, según algunas interpretaciones bíblicas, sana, en sentido literal, y proporciona riqueza material. El pastor tanzano Boniface Mwamposa aludió a estas últimas virtudes cuando esparció aceite presuntamente sagrado sobre la tierra. Fue entonces cuando los cientos de feligreses que asistían a su servicio, la noche del pasado sábado, se abalanzaron sobre el estrecho camino de óleo místico buscando salud y mejores ingresos. La ambición, la oscuridad y la falta de organización originaron una tragedia. La avalancha se cobró la vida de veinte asistentes, cinco de ellos menores, y el oficiante, autodenominado El Apóstol, se halla actualmente entre rejas en la ciudad de Moshi, al pie del monte Kilimanjaro, a la espera de ser procesado.

Boniface Mwamposa.

El evangelio de la prosperidad no ha surgido en África, aunque seduce a los creyentes de numerosas iglesias protestantes. La pretensión de que la fe mueve montañas y fortunas fue expandida a mediados del pasado siglo por los 'teleevangelistas' norteamericanos, y a finales de la centuria se propagó a través de los misioneros de credos de raíz pentecostal, basados en la oración. El fenómeno ha experimentado un auge en todo el continente. Tal vez, la miseria reclama mesías esperanzadores, quizás, por su relación con la fe animista tradicional, también ligada al buen rumbo de cosechas y ganados, o, simplemente, por el hecho de que muchas de estas creencias proceden de Estados Unidos y el 'American dream' no resulta ajeno a los televidentes subsaharianos.

El espectáculo resulta inherente a estas ceremonias. La liturgia de los nuevos cultos se centra en la predicación arrebatada. Algunos de los presentes entran en trance y son conducidos hasta el escenario para que expongan su éxtasis. Habitualmente, el acto alcanza su cénit con testimonios de pecadores que expían pecados e, incluso, la realización de milagros. Cuando la pasión del orador se desmanda, pueden suceder actos tan bizarros como los protagonizados por el pastor sudafricano Rufus Phala, que animó a sus fieles a beber desinfectante, y su compatriota Daniel Lesego, que, en una lectura excesivamente textual de la Biblia, alentó a las ovejas descarriadas de su congregación a comer la hierba que crecía alrededor de su templo.

Poder en auge

  • 631 millones de fieles convierten a África en el continente con más cristianos, uno de cada cinco en el mundo.

  • Asambleas de Dios. La iglesia Levántate y Resplandece, de la que es ministro Boniface Mwamposa, se integra en la red Asambleas de Dios, formada por 365.000 entidades evangelistas y más de 68 millones de miembros.

  • Oraciones que curan. El credo Aladura es el precedente autóctono de este fenómeno, basado en el poder curativo de la oración. Surgió a principios del siglo XX en comunidades anglicanas del sur de Nigeria.

El éxito de estos sermones atrae a multitudes. Las webs de las nuevas religiones parecen empeñadas en una carrera por exhibir las estadísticas más abultadas en torno a su capacidad de convocatoria. Pero, en ocasiones, la precipitación desencadena tragedias. Hace cuatro años, el templo Reigners Bible Church International, al sur de Nigeria, fue concluido apresuradamente para que Akan Weeks, su fundador, fuera ordenado obispo. Durante la ceremonia, la estructura se vino abajo y atrapó mortalmente a 160 de los participantes. El convocante achacó el desastre a «la lucha entre la luz y el reino de las tinieblas». Dos años antes, la residencia de la Synagogue Church All The Nations (SCOAN) se vino abajo atrapando a 120 de sus huéspedes. El famoso don profético de T.B. Joshua, su creador, no pudo anticipar el desastre.

La histeria colectiva creada en los oficios ha provocado varias tragedias

Las estampidas y colapsos arquitectónicos no impiden la expansión de estas iglesias. Los cultos cristianos de nuevo cuño, tanto europeos y americanos como asiáticos, encuentran un territorio fértil en la acendrada religiosidad africana, pero los subsaharianos también han demostrado una gran iniciativa con la creación de numerosas entidades evangelistas de corte pentecostal o carismático, es decir, basadas fundamentalmente en el poder de la oración para alcanzar bienes espirituales y económicos.

Las nuevas fes, centradas en la consecución del bienestar personal, se han propagado por toda la región subsahariana y, a través de la diáspora, han llegado a Norteamérica o Gran Bretaña como una suerte de bumerán.

Nuevos emprendedores de la fe

Boniface Mwamposa, el hombre que derramó el aceite fatal, es un ejemplo de los nuevos emprendedores de la fe. El pastor se envuelve en túnicas tradicionales o viste ternos impecables, es un experto en mercadotecnia y convoca a sus seguidores en explanadas o al abrigo de estadios.

Tal y como sucede con los libros de autoayuda, la teología de la prosperidad favorece, en primer lugar, a sus promotores. El nigeriano David Oyedepo, fundador de la Living Faith Church, dispone de una fortuna estimada en 136 millones de euros y, además de estar considerado el pastor más rico del mundo, hace gala de poseer el mayor templo del planeta, con un aforo superior a los 50.000 asientos. Las grandes congregaciones cuentan con su propio canal de televisión y poseen holdings.

El turismo religioso también se ha hecho eco de este auge. Los peregrinos ya no solo acuden a Roma, La Meca o Santiago. Seis de cada diez extranjeros que aterrizan en la nigeriana Lagos visitan la SCOAN, atraídos por el magnetismo del profeta Joshua, una personalidad que trasciende fronteras y se cita con los dirigentes del África negra.

El poder de esta nueva elite está basado en esa facultad para captar la voluntad de masas, desde los más desfavorecidos a las clases medias, y recaudar buenos tributos. La entrega del diezmo, la décima parte de los ingresos, es una práctica asimilada por estos nuevos cristianos empeñados en llamar a la puerta del Cielo y aguardar el maná.

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