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GLP-1. Tres letras y un número o lo que es lo mismo, la hormona que mantiene los niveles de glucosa y regula la sensación de apetito. Esta es la base sobre la que se asientan numerosos tratamientos de la diabetes tipo 2 y la ... obesidad. Hallazgos que han sido el trabajo «durante varios años» de Daniel Drucker, Joel Habener, Jens Holst y Svetlana Mojsov. Ellos son los nuevos Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de biología y biomedicina.
Sus investigaciones, iniciadas en la década de los 80 del pasado siglo, revelaron que a principios de este milenio permitieron conocer el funcionamiento de la hormona GLP-1 en el mantenimiento de los niveles de glucosa como en la regulación de la sensación de apetito. «Los descubrimientos de los premiados han sentado los cimientos biológicos de una auténtica revolución farmacológica», aseguró el jurado en su decisión.
Sus primeras pruebas llegaron viendo el día a día del funcionamiento de un páncreas vivo en el Hospital General de Massachusetts en Boston (Estados Unidos). Allí siguieron la pista de unas hormonas llamadas péptidos que fueron descubiertas en aquella época. Joel Habener, investigador de la Universidad de Harvard, clonó el gen que las codificaba y a unos metros, Svetlana Mojsov, ahora investigadora en la Rockefeller University, averiguó su actividad biológica. Así demostró que estimulaba la producción de insulina en el páncreas. «Fue emocionante comprobar esa liberación, aunque fuera muy baja; no era consciente de la importancia de este hallazgo y su implicación futura en el desarrollo de medicamentos», señaló Mojsov en una comparecencia ante los medios.
A estos hallazgos, Daniel Joshua Drucker, que por aquel entonces trabajaba en el laboratorio de Haberner, acotó más la labor de GLP-1 y comprobó que solo funcionaba en el momento en el que los niveles de azúcar en sangre era alta. A estos avances en el entendimiento de la importancia de esta hormona se sumaron las investigaciones del danés Jens Juul Holst. Su equipo consiguió «casi curar la diabetes» a pacientes con la glucosa alta.
Este 'eureka!' nada causal ha ido creciendo con el pasar de los años y no solo ha servido como agente terapéutico para controlar los niveles de sangre en el cuerpo humano. A principios de este siglo, «conseguimos que los pacientes bajaran de peso y sin efectos secundarios», señaló Holst.
Este fue el inicio de la «revolución farmacológica» que ha vivido el GLP-1 y se ha desatado en los últimos meses. A principios del S.XXI, esta hormona se convirtió en el medicamento estrella para los pacientes de diabetes tipo 2. Su 'activación' solo cuando el nivel de sangre es elevado, evita que este descienda por debajo del límite seguro. Sin embargo, el hallazgo a finales de los 90 sobre la reducción de peso le ha dado un nuevo impulso a estos medicamentos y que está dejando desabastecidos a muchos diabéticos. «Genera un efecto saciante», señalan los descubridores de este péptido.
El jurado ha resaltado también que el impacto de los descubrimientos fundamentales de los cuatro galardonados no se ha limitado únicamente al desarrollo de tratamientos contra la diabetes y la obesidad, sino que han abierto un nuevo campo de investigación que explora su potencial frente a otras enfermedades. «Actualmente», apunta Mojsov, «se está evaluando en ensayos clínicos el uso farmacológico de medicamentos análogos al GLP-1 para el tratamiento de los trastornos neurológicos y la adicción».
Por un lado, se ha comprobado que los medicamentos basados en la hormona GLP-1 tienen un potente efecto antiinflamatorio, y se cree que por este motivo podrían tener un gran potencial contra enfermedades neurodegenerativas que Drucker está investigando en la actualidad con el equipo que lidera en el Hospital Monte Sinaí de Toronto. «Estamos explorando a fondo los efectos de estos fármacos contra los procesos de inflamación, una línea de investigación que a mí me ilusiona especialmente», resalta el premiado. «Queremos comprender este mecanismo para comprobar, por ejemplo, si podría ser eficaz para reducir la inflamación en el cerebro y combatir así la enfermedad de Alzheimer y el párkinson. La ciencia aquí es muy prometedora y ya tenemos un gran número de ensayos en marcha que están evaluando si los medicamentos basados en GLP-1 serán potencialmente útiles para estos trastornos. Estoy deseando ver los resultados».
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