Secciones
Servicios
Destacamos
Comas etílicos, siniestros de tráfico, caídas... las noches de fin de año son un quebradero de cabeza para las urgencias de todo el país y las uvas de Nochevieja pueden convertirse en un problema más. Los otorrinos han hecho un llamamiento para que este 31 ... de diciembre los niños menores de cinco años se abstengan de comerse las doce uvas de la suerte ante el riesgo de atragantamiento o asfixia, y que tampoco se sustituya esta fruta por la ingesta de frutos secos, palomitas de maíz, caramelos o grageas de chocolate tipo lacasitos o conguitos.
También hacen extensiva esta advertencia a los mayores de 65 de años, y en general a todas las personas con algún nivel de disfagia (dificultades para deglutir). En 2023, último año con datos oficiales, casi 400 personas fallecieron en España por asfixia tras ingerir alimentos que les causaron alguna obstrucción en las vías respiratorias, y cerca de un 70% eran mayores de 65 años.
Ante la tradición de dar la bienvenida al Año Nuevo al compás de las doce campanadas acompañándolas con las doce uvas, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) ha lanzado un claro y contundente mensaje para que los menores de cinco años se abstengan de cumplir con esta tradición. Y es que, por inofensivas que parezcan, las uvas son uno de los alimentos que más asfixias provocan en los niños detrás de las salchichas y los caramelos.
392 Número de fallecidos por asfixia de alimentos
En 2023, último año con datos oficiales, 392 personas (237 hombres y 155 mujeres) fallecieron en España tras asfixiarse con un objeto o un trozo de comida que les causó la obstrucción de las vías respiratorias. Según datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la mayoría de las muertes se registraron entre los mayores de 65 años, con 264 decesos, casi un 70% del total. Solo dos niños (de uno y dos años de edad) fallecieron por atragantamiento. Buena parte de las víctimas murieron en sus propias viviendas (212) y en residencias de mayores (56), mientras que otras 36 personas fallecieron en bares, restaurantes y comercios.
Los otorrinolaringólogos recuerdan que debido a su tamaño, su piel suave y resbaladiza y el jugo del interior, las uvas pueden ser tragadas enteras sin masticar y provocar un taponamiento de las vías aéreas, impidiendo al niño respirar. Por ello recomiendan que no las ingieran menores de cinco años y que si se ofrecen a niños mayores sean sin piel, ni pepitas y partidas en trozos cortados longitudinalmente y no en rodajas, como se suele hacer (también mal) con las salchichas.
Los especialistas subrayan la importancia de no sustituir las uvas por frutos secos, caramelos duros, palomitas de maíz o grageas de chocolate «ya que los fragmentos duros que se desprenden al morderlos pueden obstruir las vías respiratorias».
A este llamamiento se ha unido la Asociación Española de Pediatría (AEP), que recuerda que en Navidad aumenta el riesgo de atragantamiento por la exposición «en ocasiones de manera inadvertida» de productos típicos como uvas, turrones, frutos secos y peladillas que son «muy peligrosos» para los más pequeños «ya que su tamaño puede obstruir las vías aéreas» y asfixiar al menor.
En el caso de los mayores de 65 años y los pacientes con disfagia, las uvas también pueden resultar peligrosas. La incidencia de asfixia es siete veces mayor en personas de la tercera edad que en niños de 1 a 4 años, según un estudio publicado en la revista 'Geriatrics', citado por la SEORL-CCC. Aunque la disfagia puede presentarse en hombres y mujeres de cualquier edad (el 90% de las personas con trastorno de la deglución está sin diagnosticar), es mucho más frecuente a partir de los 65 años, cuando afecta a casi un tercio de la población mayor.
Así que para que un momento especial de celebración no termine en desgracia, los otorrinos piden tomar precauciones «porque los sustos en Nochevieja por atragantamiento de uvas son bastante habituales», como apunta la doctora Teresa Rivera (Madrid, 40 años), especialista del área de Otorrinolaringología en el Hospital La Paz de Madrid y vocal de la comisión de Laringología, Voz, Foniatría y Deglución de la SEORL-CCC.
«Con la tradición de comerse las doce uvas en doce segundos hay más atragantamientos. Andamos más despistados, vamos deprisa y con la emoción del momento puede ocurrir que la uva pase a las vías respiratorias y nos pueda dar un susto, especiamente en aquellas personas con más dificultades para tragar, como niños pequeños y mayores«, señala la facultativa. »Si los adultos sin problemas de deglución ya nos atragantamos con esa rapidez, el riesgo es mucho mayor para los niños, los mayores y los pacientes con disfagia«, indica Rivera.
Teresa Rivera
Otorrinolaringóloga y vocal de la comisión de Laringología, Voz, Foniatría y Deglución de la SEORL-CCC
La experta recuerda que la uva tiene forma redondeada y el tamaño suficiente para que, si se traga completa, pueda bloquear la tráquea de un niño e impedir que pase el aire. Además, su textura hace que, cuando los menores intentan masticarla, no puedan manejarla bien, se les resbale y se la traguen entera con el riesgo de taponar completamente el diámetro de la vía aérea.
«Nosotros por la boca podemos respirar y tragar, es una vía común que en el cuello se bifurca. Por un lado, la vía digestiva que es el esófago que llega al estómago, y por otro la aérea, con la laringe y la tráquea, que llega hasta los pulmones. Por eso la coordinación de tragar y respirar debe de ser perfecta porque si en algún momento nos despistamos puede acabar la comida en la vía aérea e incluso taponarla con el riesgo de asfixia y eso puede ocurrir con más frecuencia en situaciones en la que nos estamos riendo, hablando y comiendo más rápido y más nerviosos porque estamos pendientes del momento… todo eso favorece la posibilidad de que la uva, cuando la estamos tragando, se cuele por la laringe», describe la doctora.
En estos casos puede producirse un atragantamiento leve, que se resuelva con una buena tos. «La tos es un mecanismo de defensa para volver a limpiar la vía aérea, pero el problema es cuando la uva tapona las vías respiratorias y la tos no la puede liberar. Esa sería la situación más grave porque nos podemos asfixiar«.
Para evitar males mayores, la doctora recomienda «no empeñarse en terminar las doce uvas en doce segundos» y asegurarse que cada baya está «bien masticada» antes de tragarla y evitar hacer una bola en la boca con varias uvas masticadas al mismo tiempo y luego intentar tragarla«.
En caso de que se produzca un atragantamiento porque la uva se ha ido «por el otro lado», lo normal es que nos pongamos a toser. «Si hay una tos eficaz y continua y se puede coger aire para volver a toser significa que la vía aérea está libre y no hay una obstrucción completa. Hay que dejar toser a la persona sin agobiarle ni darle golpes en la espalda«. Y tampoco nada de darle agua o pan.
Pero si la uva ha pasado a la vía aérea y está dificultando la respiración, la doctora aconseja, en el caso de bebés, poner al pequeño boca abajo sobre el regazo y darle golpes en la espalda, y para los adultos realizar la maniobra de Heimlich para tratar de desobstruir los conductos.
La persona que vaya a realizar la maniobra se coloca por detrás del paciente, y le sujeta con el puño cerrado colocado entre su tórax y el abdomen (en la parte baja del esternón) y a su vez apoya la otra mano sobre el puño cerrado, y le presiona contra él hacia arriba. De esta forma se aumenta la presión desde el abdomen hacia el tórax y se propicia que el aire residual que queda en los pulmones consiga expulsar el cuerpo extraño. En la mayoría de los casos resulta efectiva.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.