Blanca Entrecanales
Blanca Entrecanales
Al final de la entrevista, y de forma amable pero con determinación, Blanca Entrecanales Domecq insiste en que quede constancia de que el verdadero espíritu de su empresa es llevar alimentos saludables y ricos, tanto frescos como preparados, desde su ecofinca hasta la mesa del ... consumidor. La determinación le viene de familia (es hija de José María Entrecanales, fundador de Acciona, y de la aristócrata Blanca Domecq), mientras que la insistencia es reflejo del empeño que pone en que se conozca el trabajo de la Dehesa El Milagro, llamada así por haber sobrevivido a un accidente de coche poco después de adquirirla. Tras aquello, y rondando la cincuentena, Blanca se separó y pasó de ser un ama de casa de la alta sociedad a granjera. Inaugurada por Alberto de Mónaco («tuvimos que terminar la obra a toda prisa porque venía a visitar la finca»), Blanca está orgullosa de esta granja holística en la que 'sostenibilidad' es la palabra clave.
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–El Milagro tiene que ser un sitio estupendo para tomar el vermú del domingo.
–Sí, el aperitivo el mejor momento. Bueno, no sé si prefiero la hora del aperitivo o la del desayuno. Pero ese momento en el que te lo tomas debajo de una sombrita es delicioso.
–Es la única chica de cinco hermanos y pertenece a una de las familias de la élite empresarial de este país. Habrá sido una niña muy mimada.
–No lo sé, a lo mejor era el ojito derecho de mi padre por ser la única niña, posiblemente, pero yo siempre he sido muy responsable. Tampoco creo que me afectara en ser caprichosa y esas cosas.
–Lo que sí le afectaría fue el accidente de coche que sufrió. ¿Cambió su forma de ver la vida?
–Yo lo viví como un suceso como otro cualquiera. Pero es verdad que una amiga mía psicóloga me dijo: «Blanca, tú ahora no lo notas, pero dentro de seis meses tu vida cambiará». Fue premonitorio, porque fue entonces cuando me separé, así que realmente sí debió de cambiarme, pero yo no era consciente de ello, ¿sabes? Según te lo cuento, parece que voy surfeando por la vida: cojo lo que tengo, sea muy importante o sea poco, pero con plena conciencia, y disfrutando y atendiendo al tema que hay en ese momento, pero sin darle más importancia. Soy una mujer bastante práctica, y las extravagancias y eso de perder el tiempo y dar importancia de más a las cosas… vamos a que tú estés bien por dentro, que esté bien tu alrededor y a seguir hacia delante intentando disfrutar de la vida.
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–Cambió la vida social de la capital por el campo.
–A mí la vida social nunca me ha interesado demasiado. En ese momento coincidió con que tenía esta finca y, al cambiar mi vida, dije: «Ahora ¿a qué me dedico? Pues a ponerla en explotación». Y no podía hacerlo de otra manera que haciéndolo lo mejor que se podía hacer, que era buscando el sello ecológico. Una empresa siempre busca la excelencia, y el sello ecológico es la excelencia desde el origen. Intentamos hacerlo lo mejor que pudimos, lo mejor que supimos.
–Usted estudió Derecho, así que no tendría ni idea de cómo llevar una granja.
–Sí, pero te apañas con lo que tienes y con quien tienes alrededor. En ese momento, yo tenía al lado a una persona muy cercana, y empezamos aquel proyecto juntos y lo sacamos adelante. Mi hijo también me acompañó; ambos nos formamos en un curso de tres días que nos metió en la cabeza la semilla de la producción ecológica. Una granja es un lugar donde se combinan animales y agricultura, y esto te permite hacer un proyecto holístico, integral. En este caso, los animales te ayudan a mejorar tus cultivos al ir rotando por las parcelas, así se mantiene el equilibrio y se mejoran los pastos.
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–Se aleja usted del estereotipo de ecologista.
–Al final todos vamos hacia eso. Los ecologistas también buscan cosas buenas, si no llegan al extremo exagerado, que todo en la vida es encontrar el punto de equilibrio. No sé si me alejo o no, pero intento hacer las cosas bien. En esa época, mi hermano ya había tomado las riendas de Acciona, y cambió de estrategia empresarial centrándose en el mundo de la generación eléctrica por energías renovables. La palabra 'sostenibilidad' hace 25 años no existía en el lenguaje, pero yo sí la había oído en los consejos de la empresa familiar. Mi hermano fue pionero en aquello, y yo lo tenía en la cabeza.
–La sostenibilidad es asunto de todos.
–Ahora, todas las empresas lo incluyen en sus valores más básicos, pero cuando yo empecé con la granja, en 2011, no era así. Es cierto que todos tenemos que intentarlo, pero no sé si se conseguirá. Siempre digo que nos tienen que ayudar, no sé, desde la administración, con ayudas para cambiar de verdad, porque es complicado cambiar hábitos.
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–¿Sus productos son más caros que los que se encuentran en un lineal de supermercado?
–Son más caros que los convencionales, no cabe duda, pues porque cuesta más producirlos, pero los márgenes tienen que ser los que tienen que ser para ganar dinero todos. Se hace lo que se puede.
–¿Recuerda un programa de televisión que se llamaba 'Granjero busca esposa'?
–Creo que contactaron con nosotros para la localización, pero me di cuenta de que era para un 'reality' y dije que no.
–Le iba a preguntar si granjera busca esposo.
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–Yo estoy fuera del mercado. Bueno, tengo 'esposo' entre comillas.
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