Secciones
Servicios
Destacamos
Darío Menor
Valladolid
Lunes, 23 de diciembre 2019, 07:27
Hay objetos que te cambian la vida si llegan en el momento adecuado. A Andrea Muzii, estudiante de segundo de Medicina en la Universidad La Sapienza de Roma, le ocurrió con un cubo de Rubik. Cayó en sus manos cuando tenía 16 años y ... ya nada volvió a ser como antes. Sus ganas por conseguir que los nueve cuadritos de colores fueran encajando hasta formar las seis caras de este poliedro le llevó a buscar ayuda en internet. No se aburrió del cubo de Rubik cuando lo resolvió por primera vez y se empeñó entonces en completarlo en el menor tiempo posible. Esa ambición le impulsó a seguir informándose en libros especializados y foros de internet sobre cómo imaginar con rapidez las posibilidades que ofrecen cada uno de los estratos en que se divide la endiablada creación que el arquitecto y diseñador húngaro Erno Rubik patentó en 1975.
A Muzii su competitividad le llevó a dar un último paso: empezó a estudiar en 2017 técnicas de memorización que le permitieran aprenderse el mayor número posible de cifras o de cartas de la baraja. Comenzó con unos pocos minutos al día y fue dedicándole cada vez más tiempo, mientras iba participando en distintas competiciones. Hasta que, el pasado 1 de diciembre, ganó el Campeonato Mundial de la Memoria, celebrado en China. Fue el único occidental en un podio que coparon los asiáticos, con jóvenes de Mongolia en segundo, tercer, cuarto y quinto lugar. Las imágenes de la ceremonia de entrega de las medallas muestran que los miembros del equipo mongol no estaban nada contentos de que un europeo les hubiera birlado el oro. En Mongolia, como en China o India, es tradición que los niños y adolescentes entrenen la memoria en las escuelas. Por eso eran mayoría los nacionales de estos tres países entre los 170 participantes en el campeonato, de los que solo cuatro eran europeos.
«Además de por la satisfacción que supone y por el premio de 8.000 euros, no es que me haya cambiado mucho la vida haber ganado el Mundial», cuenta sonriendo Muzii en el salón de la casa de sus padres, situada en la zona norte de Roma. Hace unos pocos días que regresó a Italia desde China, adonde acudió tras lograr dos semanas antes en Suecia el título europeo en esta peculiar disciplina.
La persona que puede presumir de tener la mejor memoria entre los más de 7.500 millones de habitantes de la Tierra es un tipo espigado y sencillo, que combina esta pasión con el gimnasio e incluso con los entrenamientos de boxeo. «Pero no participo en combates», explica, para tranquilizar al reportero ante la evidente preocupación de que un puñetazo en la cabeza le prive de su mejor herramienta. «Para tener una buena memoria es importante llevar una vida sana: hacer deporte, comer bien y dormir las horas suficientes. Así mejora la capacidad de concentración. Yo lo noto cuando me pongo a estudiar para la universidad o hago los entrenamientos con los sistemas mnemotécnicos con los que preparo los campeonatos. También es mejor leer que ver la televisión durante el tiempo libre para tener la mente más activa. Y a mí me ayuda mucho ponerme unos auriculares antiruido en los oídos para evitar distraerme y aprovechar mejor el tiempo».
Muzii asegura que no era un estudiante particularmente brillante antes de aprender métodos para memorizar. «Ojalá los hubiera conocido antes. Empecé al final del instituto y me hubieran servido mucho en los años anteriores. Ese es un problema de nuestro modelo educativo: nadie te enseña sistemas mnemotécnicos, pero luego sí que se te exige que sepas muchas cosas de memoria», lamenta este joven de 20 años al que, en principio, le gustaría especializarse en neurocirugía para saber mejor cómo funciona el cerebro. «En Medicina yo solo echo mano de estos métodos en algunos casos específicos, como cuando tengo que memorizar largas listas de elementos. Pero, por lo general, prefiero profundizar en lo que tengo que aprender, pues es la mejor manera de retener una información». Para situaciones prácticas de la vida cotidiana, como recordar lo que hay que comprar en el mercado, el número secreto de la tarjeta de crédito o el nombre del marido de tu prima, estos sistemas mnemotécnicos sí que pueden resultar una salvación.
«Pero exigen un esfuerzo, ¿eh? Después de ganar el premio, mi familia y mis amigos me toman el pelo cada vez que no me acuerdo de algo, porque me pasa lo mismo que a cualquier otra persona. No soy ningún genio». No tarda en aparecer la prueba de que Muzii es un mortal más, pues en el transcurso de la conversación se descubre que se había olvidado de cómo se llama la periodista que acompaña a este corresponsal. Tras unas risas divertidas por la situación, explica la regla que aplicará para recordar a partir de ahora el nombre, descomponiéndolo en dos imágenes que le resultan muy fáciles de retener. «Otras ocasiones pruebo a asociar a la persona que acaban de presentarme con una característica de alguien que ya conozco y que tiene el mismo nombre». Es una de las técnicas que utiliza este autodidacta, que ha ido entrenándose hasta convertirse en el mejor del mundo en este campo. Su hoja de resultados en el campeonato de China impresiona: memorizó 572 cifras en cinco minutos y el orden de 1.829 cartas en media hora. Son algo más de 35 barajas de naipes.
«En la competición se va contando la puntuación que sacas en diez disciplinas diferentes para medir los distintos tipos de memoria, tanto la instantánea como la más a largo plazo. Tienes que recordar números, cartas de la baraja, palabras, fechas históricas... Vas obteniendo una cifra en cada sector y al final se saca una puntuación total para decidir quién es el ganador», explica Muzii, que además de coronarse como campeón batió dos marcas mundiales por su capacidad para recordar las cifras y las cartas. «Utilizo principalmente el método conocido como el 'edificio de la memoria'. Tomas un lugar que te resulte familiar, como tu casa, una habitación, o un recorrido que conozcas bien, como el que usas todos los días para ir al trabajo o a la escuela, y vas colocando en cada sitio la información que tienes que recordar. Yo los números los traduzco en imágenes y éstas las pongo en los distintos puntos de mi 'edificio de la memoria'. Pero hay otras técnicas específicas más o menos difíciles para las palabras o los números». También se pueden aplicar para resolver el cubo de Rubik con los ojos vendados después de verlo durante un instante. A él le bastan 36 segundos para completar todo el proceso.
Un tipo tan espabilado como Muzii no ha tardado en darse cuenta de las aplicaciones que tienen tanto para la vida cotidiana como para el ámbito escolar estos métodos, por lo que está preparando una serie de manuales en vídeo junto a otros dos expertos, uno especializado en las necesidades de los estudiantes y otro en las de los actores. Uno de estos socios es quien patrocina a Muzii para costear los viajes a los campeonatos, como el que acaba de ganar en China, pues sus padres no parecían en principio muy felices de que se metiera en este mundo. «Yo cuando empecé ni se me ocurrió pensar en la parte competitiva. Dedicaba unos pocos minutos al día a estos métodos, pero luego me fui aficionando porque me gustaban hasta que, en marzo de 2019, me presenté a mi primera competición. Mis padres no estaban muy contentos de que gastara tiempo en esto, pues pensaban que no servía para nada. Ahora ya se han convencido de que es útil», cuenta Muzii, al que todas estas copas y medallas, según confiesa, no le han servido hasta ahora para ligar más.
Las personas que, como el protagonista de este reportaje, consiguen desarrollar una memoria excepcional para recordar interminables listas de cifras o de naipes no cuentan con un cerebro distinto al de cualquier persona normal. «Al estudiar científicamente a estos campeones, se ha visto que desarrollan esa habilidad gracias a largas horas de práctica de las estrategias mnemotécnicas. Salvo condiciones negativas provocadas por lesiones cerebrales o problemas particulares, en principio, cualquier persona puede llegar a resultados similares por medio de constantes entrenamientos», explica Matilde Clelia Rossi Arnaud, profesora del departamento de Psicología de la Universidad La Sapienza de Roma e investigadora sobre los procesos médicos de la memoria.
La experta advierte de que no siempre vale la pena echar mano de las reglas mnemotécnicas que se utilizan en las competiciones. «La relación entre el coste que suponen y el beneficio que brindan para la vida cotidiana o el estudio, en ocasiones, no es positiva. Yo a mis estudiantes les pido que usen estas técnicas solo en casos muy específicos, como cuando tienen que memorizar grandes listas de elementos. Generalmente, es mejor profundizar sobre lo que se quiere aprender», sostiene la docente, señalando que algunas reglas mnemotécnicas exigen muchas horas de práctica ya solo para aprender cómo se manejan. «Lo que siempre tiene sentido es aprender cómo funciona la memoria para saber utilizarla mejor y reducir el olvido. A mis estudiantes, por ejemplo, les digo que antes de ir a dormir repasen lo que hemos dado ese día en clase, porque después del sueño se olvida alrededor de la mitad de lo aprendido el día anterior si no fijas bien los términos clave».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.