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La palabra 'kelly' es un neologismo, es decir, que lleva pocos años en el uso coloquial del lenguaje. El momento clave fue 2014, cuando las limpiadoras de los hoteles decidieron unirse para reclamar mejoras laborales y utilizar para ello el filón de las redes sociales, ... según explican desde su la Asociación Las Kellys. Ellas mismas se llamaban 'Kellys' en esos mensajes en Internet (más tarde acuñarían el hashtag #ValemosMásQueEsto) y el término pronto caló en el uso cotidiano por ser corta, llamativa y con un aire americano. En realidad procede de un sencillo juego de palabras. Las 'kellys' son las quelimpian, de ahí vienen sus dos sílabas. Técnicamente esta figura retórica se denomina calambur, que significa unión de sílabas de varias palabras.
El vocablo kelly, que seguramente naciera de la ocurrencia de una de estas trabajadoras y comenzara a andar en un uso interno, está cargado de potencia. Es perfecto para sus reivindicaciones, ya que resume cómo las ven los demás, especialmente jefes y clientes de hoteles: son simplemente las mujeres que limpian. Ellas toman ese desdén que reciben de la sociedad y lo dan la vuelta con humor y fuerza para quejarse de sus condiciones, toman las riendas escogiendo su apodo y moldeando el significado con un toque de ironía. Además, el térmimo les ha ayudado a hacerse visible en los medios, ya que los periodistas han acogido de buena gana esta llamativa y corta palabra que ayuda a que los titulares tengan más garra y quepan en las cajas de los páginas de los periódicos (sustituir 'camareras de piso', de nada menos diecisiete caracteres, por 'kellys', de cuatro, es un alivio para los redactores que luchan contra un espacio limitado).
Kelly es también un nombre femenino muy utilizado en América, lo cual casa muy bien con este colectivo, ya que prácticamente todas son mujeres. Este hecho (los informes del INE confirman año tras año la existencia de una brecha salarial entre hombres y mujeres) junto al tipo de trabajo que desempeñan (ampliamente infravalorado), son dos factores que contribuyen a que sus condiciones laborales sean bastante precarias. Sus peticiones abarcan desde el derecho a la jubilación anticipada hasta la vinculación de la categoría de los hoteles a la calidad del trabajo que generan, pasando por el fin de las externalizaciones o el aumento de las inspecciones de trabajo.
Aunque kelly no aparece aún en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la Fundéu sí que alude a esta palabra para aclarar cómo se escribe correctamente: «El nombre de esta asociación, que se ha formado a partir de la expresión 'las que limpian', se escribe con mayúscula (también el artículo) y en redonda: «Las Kellys». Pero, cuando se usa como nombre común, debe escribirse con minúscula y en cursiva, puesto que su grafía no se adapta a las normas del español: 'las kellys'. También puede optarse por utilizar la alternativa camarera de piso».
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