Un intelectual en la España cainita
'Mientras dure la guerra' ·
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'Mientras dure la guerra' ·
Mientras dure la guerra' arranca y concluye con una bandera española que vira del blanco y negro al color. En una memorable escena, Unamuno y su buen amigo Salvador Vila, un exalumno que sería fusilado por los franquistas tres meses después del inicio de la ... guerra, discuten en una loma a las afueras de Salamanca. Amenábar eleva la cámara, sube el volumen de la música y les deja inmersos en sus acusaciones sobre derechas e izquierdas. Así ve España el director de 'Tesis', sumida en una eterna contienda fratricida, condenada a no entenderse.
A Amenabar, con carta blanca para rodar en Hollywood, le honra meterse en los berenjenales de una cinta con muertos en las cunetas, que reivindica la incómoda figura del filósofo bilbaíno. Su ánimo didáctico, las similitudes que establece entre 1936 y la actualidad, resultan meridianas. El Unamuno seco y cascarrabias con chapela que borda Karra Elejalde asiste esperanzado a la declaración del estado de guerra en Salamanca el 19 de julio. Confía en que los sublevados traigan orden y paz a la República. Y que el Estatuto catalán no rompa España.
Destituido de su cargo de rector por Manuel Azaña, los golpistas le repondrán en el puesto justo a tiempo de ver cómo las purgas siembran la muerte a su alrededor: el alcalde socialista de la ciudad, su amigo pastor protestante... En otro gran momento de cine, el protagonista cierra las ventanas de su caserón al amanecer para no escuchar los tiros de los fusilamientos. Su hija y amigos le piden que abra los ojos a la realidad, que tome partido. Pero Unamuno se siente baqueteado por la Historia, mientras se ve de joven en sueños, en el regazo de su Concha –«mi costumbre», como la llamaba–, a la sombra de un bosque vasco.
'Mientras dure la guerra', que compite en el inminente Festival de San Sebastián y llegará a las salas el 27 de septiembre, no es solo un 'biopic' de Unamuno, cuyo célebre discurso en el Paraninfo de la universidad ocupa apenas unos minutos. De manera paralela a la toma de conciencia del escritor, el filme desarrolla las intrigas militares y políticas que llevaron a Francisco Franco a perpetuarse en el poder durante cuarenta años.
Alejandro Amenábar se ha encargado también del guion de la película, junto a Alejandro Hernández. Antes del rodaje hicieron llegar una copia del mismo a la familia del pensador vasco. «No tenían ninguna obligación de hacerlo –subraya Pablo Unamuno–. Hicimos algunas sugerencias. Aceptaron algunas y otras, no. La historia que está en la base del guión es la de Hugh Thomas». Los descendientes observan el tema con una cierta distancia. Una actitud distinta a la de Francisco Blanco. A él también le enviaron el texto, y contestó con 30 páginas de alegaciones que teme que no hayan servido para modificar sustancialmente la versión definitiva. No ha visto aún la película, pero el tráiler no le gusta. «La única versión sobre lo sucedido a Unamuno en octubre de 1936 y después que se acerca bastante a la realidad es la que hizo José Luis Gómez en 'La Abadía'», concluye. Tampoco 'La isla del viento', una modesta producción dirigida por Manuel Menchón y estrenada en 2016, fue de su agrado en cuanto a la fidelidad a los hechos.
Por primera vez en el cine, el dictador (Santi Prego) no está retratado de manera caricaturesca, sino como un estratega temeroso, indeciso, gris y sagaz, que al contemplar un fresco del Cid en la catedral de Salamanca supo que la contienda debía convertirse en guerra santa y que los españoles solo combatirían durante años en nombre de Dios. A su lado, un maquiavélico Nicolás Franco (Luis Bermejo) y la estrella de la función, MillánAstray, un explosivo Eduard Fernández que se quita el parche para asustar a los niños y provoca repulsión y diversión al mismo tiempo.
Amenábar no carga las tintas ni cae en el maniqueísmo en el dibujo de los bandos, un mal de la mayoría de cintas sobre la Guerra Civil. En ese sentido, un votante de Vox aplaudiría sin dudarlo la conversación entre Unamuno y Millán Astray, cuando este contempla con desdén y envidia la biblioteca de su casa burguesa. El hombre de acción, el héroe de guerra, frente al intelectual que nunca ha arriesgado la vida por su país.
Karra Elejalde debía de tener muchas ganas de abandonar el registro cómico al que le condenó su arrebatador Koldo de 'Ocho apellidos vascos'. El actor tiene asegurada la nominación al Goya por una composición mesurada, en la que el cuerpo, la voz y una deslumbrante caracterización son esenciales.
Amenábar remarca que 'Mientras dure la guerra' «apela muy directamente a nuestro presente y nuestra condición como ciudadanos que conviven, discuten y a veces, lamentablemente, se destruyen». Su lección de Historia apela asimismo, como todo su cine, a la emoción.
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