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Una de las letrinas instaladas por la Fundación Vicente Ferrer. F.V.F.
Ni un indio sin su inodoro

Ni un indio sin su inodoro

Las autoridades prohíben defecar al aire libre para proteger la salud pública, el medio ambiente y la seguridad de las mujeres. Han construido cien millones de váteres en los últimos 5 años

inés gallastegui

Domingo, 6 de octubre 2019, 09:39

El primer ministro indio, Narendra Modi, declaró el pasado miércoles su país territorio «limpio de defecación al aire libre», un objetivo que se marcó hace cinco años y que ha supuesto la instalación de 100 millones de retretes en un país con 1.300 millones de habitantes. No se trata solo de una cuestión de limpieza y decoro; las 100.000 toneladas de excrementos vertidas cada día sin control en las ciudades y en el campo representaban un grave riesgo para la salud de la población, al favorecer la transmisión de enfermedades por la contaminación del agua y el contacto con la suciedad. Y aún hay otro peligro: muchas mujeres esperan hasta la noche para hacer sus necesidades sin ser vistas y sufren asaltos sexuales en el momento en que se aíslan buscando privacidad. «Hay que seguir trabajando», admite Moncho Ferrer, director de Programas de la Fundación Vicente Ferrer, que ha colaborado en la campaña India Limpia con la construcción de casi 28.000 retretes en el estado de Andhra Pradesh.

La costumbre de evacuar al raso es tan antigua como la humanidad, pero se convirtió en un problema cuando aparecieron núcleos cada vez más poblados donde resultaba difícil alejarse y perderse en la espesura.

Las deposiciones en las calles, los ríos o el bosque suponen un problema de salud pública de primer orden. No en vano, la construcción de redes de alcantarillado modernas se considera una de las intervenciones preventivas que más muertes evita, junto al abastecimiento de agua potable y la vacunación infantil. La Organización Mundial de la Salud calcula en cientos de miles las víctimas que podrían evitarse cada año con una correcta evacuación de las aguas residuales en las poblaciones. Los excrementos son una eficaz forma de contagio para enfermedades como la diarrea, las lombrices intestinales, la fiebre tifoidea, el cólera, la hepatitis, la polio y el tracoma, entre otras. «Un gramo de heces contiene 10 millones de virus, un millón de bacterias y mil parásitos», señala Unicef en un informe sobre el problema.

Salud y pobreza

  • 12% de la población mundial practicaba la defecación a cielo abierto en el año 2017, lo que representa 892 millones de personas, la mayoría de ellas residentes en países de extrema pobreza.

  • Un problema africano. África es el continente más afectado por la falta de infraestructuras de saneamiento. Los países donde un mayor porcentaje de población la sufre son Níger (68%), Chad (67%) y Benin (54%). Fuera del continente negro, además de India, Laos (21%) en Asia y Haití (20%) en América son los más afectados.

  • Sucios, rotos y lejanos. La principal causa de la defecación al aire libre ('Open defecation', en inglés) es la falta de servicios en los hogares, escuelas, lugares de trabajo y edificios públicos. En otras ocasiones, hay retretes pero están sucios o rotos, son peligrosos o se encuentran demasiado alejados, carecen de agua, de puerta o de luz.

  • Una costumbre arraigada. En algunos lugares, evacuar en el campo forma parte de la cultura tradicional. Según una encuesta hecha en India, el 23% de quienes disponen de un urinario apenas lo usa. «Es un hábito generalizado y cambiarlo es un proceso lento», afirma Moncho Ferrer. Su fundación realiza una campaña de concienciación.

  • 192 euros (15.000 rupias) cuestan los retretes instalados por la Fundación Vicente Ferrer gracias a las donaciones de sus socios en España. Son letrinas de fosa séptica abierta y ventilada con arrastre de agua.

  • India Limpia. La campaña lanzada en 2014 incluía, además de la instalación de 120 millones de sanitarios –ya van 100–, la limpieza de las calles, la recogida de basura doméstica, la construcción de plantas de tratamiento de residuos sólidos urbanos y campañas de información a la población sobre higiene y limpieza.

Las vías de transmisión son varias. Por un lado, la contaminación de aguas superficiales y subterráneas por contacto o filtración. Por otro, la exposición directa a la porquería, especialmente para los niños pequeños que gatean y cogen cosas del suelo. Por último, una persona que hace de vientre en la calle o en un descampado no puede asearse de forma adecuada, por lo que sus manos también son un foco de posible contagio.

La ausencia de saneamientos está íntimamente ligada a pobreza extrema, desnutrición y mortalidad infantil y Naciones Unidas declaró el acceso al agua limpia y los sistemas de evacuación de aguas negras como uno de los objetivos prioritarios del desarrollo sostenible, el número 6, para el año 2030.

India es uno de los países que se han tomado más en serio el objetivo, con el desarrollo de la campaña gubernamental en 2014, que incluye la prohibición de verter desperdicios bajo multa de mil rupias (13 euros), una tercera parte del salario mínimo mensual.

El avance ha sido notable: según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2000 el 74% de la población india –el 90% de la rural y el 27% de la urbana– hacía sus necesidades sin techo, mientras que en 2017, último ejercicio en el que hay datos disponibles, ese porcentaje se había reducido hasta el 26% de la gente, tanto en el campo (36%) como en las ciudades (5%). Casi 600.000 poblaciones han sido declaradas 'limpias' de defecación al aire libre en cinco años. ¿Es posible que 350 millones de personas hayan desterrado esa práctica insalubre en estos últimos dos años?

Algunas mujeres son violadas cuando se alejan de casa en busca de intimidad. AFP

«Se han logrado avances importantísimos, pero la India es un país enorme y superpoblado, con zonas rurales muy poco desarrolladas, marcadas por el analfabetismo y la pobreza. Hay que seguir trabajando, no solo en la construcción de letrinas, sino sobre todo en explicar lo necesario que es usarlas, porque la defecación al aire libre es fuente de transmisión de enfermedades y daña el medio ambiente, pero también por una cuestión de dignidad personal», subraya Moncho Ferrer. La fundación que creó su padre, fallecido en 2009, ha colaborado con las autoridades en la construcción de letrinas en 26.776 viviendas de 400 pueblos en los distritos de Anantapur y Kurnool, en el sur del país, y ha instalado otras 1.137 con los fondos recaudados a través de donaciones de sus socios en España.

Ferrer resalta que las mujeres son las menos reacias a renunciar a las viejas costumbres y usar estos servicios que las protegen de asaltos sexuales. «Ellas esperan a que llegue la oscuridad para tener cierta privacidad. Esto provoca problemas de salud, pero también las expone a ser atacadas porque se alejan de los núcleos más poblados para tener intimidad», explica a este periódico.

Dos niños asesinados

Algunos creen que el primer ministro ha pecado de triunfalismo. Más realista, el ministro de Agua Potable y Saneamiento, Parameswaran Lyer, aseguró al canal 'India Today' que «la revolución India Limpia ha sacado a 550 millones de personas de la costumbre de evacuar al aire libre y el uso de aseos ha superado el 90%», pero se trata de «un proceso dinámico».

En un reportaje emitido esta semana, 'Al Jazeera' ofrecía los testimonios de ciudadanos que admitían seguir evacuando a cielo abierto. Khatija, una mujer de 40 años de Nueva Delhi, explicaba a la televisión catarí que cada vez que necesita ir al baño tiene que caminar unos 800 metros hasta la colonia Nehru Ekta y, una vez allí, guardar cola, a veces más de media hora. «Los que tienen una urgencia evacuan al aire libre. ¿Qué van a hacer?», se pregunta. «A menudo los baños están sucios y malolientes», agrega Dimple Peter, una trabajadora social de la zona. Y cierran a las nueve de la noche.

El activista de derechos humanos Bezwada Wilson recordó que en India hay 9 millones de personas sin hogar para quienes respetar la ley es imposible. «Pronto se les declarará criminales por defecar al aire libre, cuando no tienen otra opción», denunció.

Wilson no anda descaminado. Algunos muestran exceso de celo en el cumplimiento del objetivo gubernamental y la semana pasada dos niños de la casta de los intocables fueron apaleados hasta la muerte por incumplir la norma en Madhya Pradesh. Roshni Valkimi, de 12 años, y su primo Avinash, de 10, vivían en una cabaña sin váter. Su pueblo fue declarado 'limpio' en abril.

4.000 años para inventar el WC

Aunque parezca increíble, un artilugio tan necesario como el váter tuvo que ser inventado varias veces antes de lograr imponerse. Desde hace más de 4.000 años, civilizaciones distintas encontraron soluciones tecnológicas para deshacerse de los excrementosde forma eficaz, pero por un motivo u otro, esos adelantos se perdieron. Los pioneros fueron los pobladores del Valle del Indo, en el actual Pakistán, donde las casas de la ciudad de Mohenjo-Daro tenían una especie de retretes que evacuaban las aguas negras al alcantarillado. El palacio de Cnosos de Creta, perteneciente a la cultura minoica, ya contaba con un WC con cisterna. Y en la antigua Roma existían las 'latrinas', unos servicios colectivos donde el agua corriente se llevaba los restos. En el siglo XVI John Harington construyó el primer retrete moderno para su madrina, la reina Isabel I de Inglaterra, y a finales del XVIII el relojero escocés Alexander Cummings inventó el primer inodoro al patentar el sifón, una tubería en forma de Sque, al crear un 'tapón' de agua limpia, impedía el paso de los malos olores. Pero en la mayor parte del mundo se ha seguido evacuando en el campo o arrojando el contenido de los orinales a las alcantarillas de la calle hasta bien entrado el siglo XX. El inodoro doméstico es un lujo muy reciente.

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