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Dos imágenes de los miembros de seguridad intentando expulsar a Ebenezer Azamati. R. C.
La fuerza vence a la palabra en Oxford

La fuerza vence a la palabra en Oxford

Un estudiante invidente es expulsado de malas maneras de la sociedad de debate más prestigiosa del mundo. Su presidente dimite y se disculpa

FERNANDO MIÑANA

Jueves, 21 de noviembre 2019, 07:57

Oxford Union, una institución con casi 200 años de historia, siempre ha presumido de ser la sociedad de debate más prestigiosa del mundo. Harold MacMillan, que fue Primer Ministro británico entre 1957 y 1963, la definió como «uno de los últimos bastiones de la libertad de expresión en el mundo occidental». Pero toda su reputación, todo su boato, quedaron estrujados por las gruesas manos del personal de seguridad que expulsó con cajas destempladas de la Cámara a Ebenezer Azamati, un estudiante de posgrado invidente y de raza negra, el pasado 17 de octubre.

Azamati, ghanés, de 25 años, había acudido temprano a coger un sitio por temor a que las personas con deficiencia no tuvieran una zona reservada. Después se fue a cenar y cuando volvió para escuchar el discurso de la parlamentaria Nicky Morgan, que en ese momento compartía mesa y mantel con Brendan McGrath –el presidente del comité de Oxford Union–, no le dejaron entrar a la Cámara. Finalmente lo logró y, poco después de acomodarse, fue obligado a dejar libre su asiento. El estudiante de Relaciones Internacionales se resistió y estiró el brazo por detrás del banco para evitar que le arrebataran su preciado carnet de Oxford Union.

El joven acabó cediendo ante la fuerza bruta y fue expulsado después de que le confiscaran la acreditación de esta asociación. «Sentí que me trataron como si no fuera lo suficientemente humano como para merecer un trato justo», se lamentó Azamati en una entrevista. McGrath, lejos de retractarse, acusó al ghanés de comportarse «de forma violenta».

Azamati nació en Ghana hace 25 años en el seno de una familia de agricultores muy pobre. Él, muy creyente, se convirtió en el primero de la familia en acudir a una universidad y logró ingresar en Oxford gracias a becas y ayudas de la iglesia. Ya en Inglaterra destacó como un buen estudiante a pesar de ser invidente y tener que escanear todos los libros. Quizá por eso se sintió abochornado: «Nunca esperé que nada así me puediera pasar en Gran Bretaña, y mucho menos en Oxford».

La Sociedad de África de la Universidad de Oxford se sintió ofendida por la indefensión de Azamati y comenzó a quejarse públicamente por un acto «violento, injusto, inhumano y vergonzoso». El inmovilismo de la institución les llevó a organizar una protesta el día que Theresa May visitaba Oxford Union. Todo esto provocó que Jeremy Barana, el único negro del comité, renunciara a su cargo. La presión resultó insoportable para McGrath, quien acabó retractándose y dimitiendo.

El presidente de Oxford Union presentó una carta de renuncia en la página de Facebook de la sociedad de debate: «Por todas mis deficiencias y todos mis errores, me disculpo profusamente y sin reservas». El gesto provocó reacciones de todo tipo y en la propia página se pueden leer comentarios como el de Sumit Chandon: «Como miembro vitalicio de Oxford Union (desde 1977) ¡estoy completamente avergonzado por este episodio! Espero que la Union realice un cambio de actitud institucional duradero». Otro comentario, de John Richardson, dejaba en evidencia otra carencia de este faro de la libertad de expresión. «Nadie tuvo el coraje de actuar en defensa (de Azamati), nadie mostró empatía ni compasión», escribió en alusión a la pasividad generalizada que se observa en el vídeo que grabó un estudiante en el momento del forcejeo.

McGrath, que hasta ayer ostentaba un cargo que han ocupado destacados políticos como el británico Boris Johnson o la primera ministra pakistaní Benazir Bhutto, aceptó su error: «Fracasé manifiestamente en mi deber de garantizar que todos los miembros se sintieran bienvenidos».

Otras polémicas

No es la primera vez, desde que se fundó en 1823, que Oxford Union derrapa. En mayo recibió críticas de algunos sectores por presentar a Carles Puigdemont como «líder de la resistencia catalana». Aunque el sindicato siempre se ha escudado en su proverbial defensa de la libertad de expresión, como cuando un grupo se manifestó en contra de Marine Le Pen.

En raras ocasiones se han visto obligados a retirar la invitación que habían cursado, como les sucedió con el líder de la ultraderecha John Tyndell; el escritor David Irving, que niega el Holocausto, o el activista de la eutanasia Philip Nitschke. Otra veces, como el día que O. J.Simpson habló ante 1.300 estudiantes, se comprometieron a que no trascendiera su discurso, una promesa incumplida después de que un estudiante avispado filtrara la grabación y la transcripción de su charla.

Sus edificios actuales son de 1857 y la nueva cámara de debate, que 'jubiló' a la original, conocida como 'Old Library', de 1879. Su bar, donde se servía la comida acompañada de cubertería de plata hasta hace medio siglo, es un lugar muy codiciado por estudiantes, políticos o periodistas, y sentarse a la mesa del ventanal, los dominios del presidente de Oxford Union, está considerado como un gran privilegio.

Hay dos tipos de debates: competitivo y de cámara, que son siempre los jueves por la noche. Para los primeros, los socios votan con los pies al salir por una puerta en la que el lado derecho está dedicado al 'Sí' y el izquierdo, al 'No'. Esta vez no ha habido debate...

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