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'Frankenstein' canino
LABRADOODLE

'Frankenstein' canino

Hay más de 300 razas de perro, pero los criadores no dejan de forzar cruces. «Se atrofian musculaturas para contentar la demanda urbanita», denuncian algunos

Antonio Corbillón

Valladolid

Martes, 8 de octubre 2019, 07:41

Estos días se cumplen 30 años del nacimiento de una de las razas más exitosas de perro. Todo empezó por la conmiseración que sintió el talentoso criador australiano Wally Conron al conocer la historia de una mujer ciega cuyo marido tenía alergia al pelo de los perros. Conron buscó un cruce entre dos canes en los que se pudiera combinar la obediencia y la escasez de lana. Se le ocurrió juntar a un labrador retraiver con un poodle (caniche convencional). Después de tres años de ensayos genéticos, el resultado fue el labradoodle. Basta una foto para enamorarse de estos animales de suave color crema.

El siempre versátil corgi mezclado con un pastor alemán tampoco deja dudas de sus orígenes.

Hoy, al nonagenario Conron le han entrado ansias de confesión. Hace unos días reconocía a la cadena ABC News que aquel cruce fue un error. «Muchos están locos. He creado un monstruo Frankenstein», lamenta este atribulado criador.

La fusión entre el siempre combinable pequinés y el beagle da lugar a una adorable mascota de tamaño medio.

Aparte de locos, sus vidas pueden ser un pequeño infierno. Muchos heredan de su 'trozo' caniche la enfermedad de Addison (deficiencia hormonal), además de epilepsia, tráquea colapsada... Y de la parte labrador sufren luxación rotuliana o displasia de cadera. Y sin embargo, Conron se pregunta «¿por qué los siguen criando?».

Su herencia entre caniche y pequinés lo convierte en una de las razas consideradas raras. Gruñón pero sociable.

La respuesta está en el mercado canino. Tener un perro de diseño, un híbrido a la carta que se adapte a los deseos de una clientela eminentemente urbana está convirtiendo la cultura de cría en un saco sin fondo. Solo en España hay más de 1.500 centros caninos (además de incontables fincas privadas sin registro alguno), pero con un nivel muy bajo de supervisión real de sus actividades. Mucha gente olvida o ignora que la cría y venta entre particulares está prohibida. La base normativa que regula estas prácticas (Real Decreto 1119/1975 sobre autorización y registro de núcleos zoológicos) es un documento preconstitucional, completado por otra ley de 1982.

La mezcla entre un pit bull terrier americano y un husky siberiano o de Alaska.

«Son más de 40 años sin control, sin saber qué libros de registro tiene cada centro», admite Encarnación Meruelo, presidenta de la Asociación de Centros Legales de Cría y Cuidado Responsable (Ascelcre). Al hablar de perros, se cuela continuamente en la conversación la palabra «bastardeo». Desde su núcleo zoológico en un pequeño pueblo vizcaíno, Meruelo comanda una de las pocas federaciones caninas que puede presumir de la trazabilidad de sus camadas. No entiende por qué no son suficientes las trescientas y pico razas que se conocen para encontrar el animal que se acomode a los expectativas de cada cual.

Menú de canes

La clave está en la moda combinada con la demografía humana y la vida urbanita. Según datos del INE, en España hay ya más de 13 millones de mascotas registradas, de las que el 93% son perros. Es decir hay muchos más canes que menores de 15 años. La creciente soledad de muchas personas les ha llevado a buscar compañía en animales domésticos.

Cuando se juntan los ADN de un tekel y un chihuahua se alumbra una mezcla fácil de adivinar.

«Los cruces entre razas o lo que denominan 'híbridos' no tienen cabida en nuestros registros y por lo tanto no tienen control alguno. Esos perros carecen de control genético», refrenda el presidente de Kennel Club de España, Alfonso Roldán, una asociación que cumplirá su primer año de vida este mes y que intenta dar alternativas legales a los propietarios y criadores de todas las razas caninas.

El pequeño corgi es otro comodín para las mezclas, como cuando se cruza con un moteado dálmata.

La revista científica alemana 'Plos One' encargó el trabajo más completo que se conoce sobre estos laboratorios genéticos caninos. Analizó más de 14.000 animales, puros y cruzados. Llegó a la conclusión de que las mixtas «eran menos tranquilas, menos sociables y mostraban comportamientos más problemáticos».

Tiene fama de fiel, pero el cruce entre pit bull terrier y american satffordshire terrier es un poco intimidante.

En el incremento de variedades y demanda influye su creciente protagonismo televisivo y cinematográfico. Perros policía como 'Max', 'Rex' (pastores alemanes herederos de 'Rin tin tin', famoso en los años 30 y que tiene sus patas en el Paseo de la Fama de Hollywood). O perros lobo checoslovacos como los que se podían ver en 'Juego de Tronos'.

Otra variante del caniche (poodle, en inglés), en este caso mezclado con un schauzer.

Quien más quien menos quiere pasear por las calles de su barrio una correa en cuyo extremo se balancee un perro del que sentirse orgulloso. «Antes se investigaba genéticamente con ellos para aclimatarlos a las necesidades humanas (caza, vigilancia...). Hoy se cruzan pensando en adaptarlos a la vida urbana. Si lo pensamos tiene toda la lógica. Aunque sea dañino», reflexiona Meruelo.

Los criadores profesionales saben que se mueve mucho dinero, «la mayoría en negro» en estos cruces. Casi todos los que tratan de dar la máxima transparencia al sector insisten en que «hay que volver a la utilidad del animal y dejar de empequeñecerlos y atrofiarlos», lamenta la delegada de Concursos Caninos de la Federación Cinológica Española, Maika Fernández Beltrán.

Wally Conron.

Criador arrepentido

El veterano Wally Conron creó hace treinta años el labradoodle. Un compañero que se ha hecho popular pero del que dice ahora que es una 'criatura monstruo'.

Esta organización reúne a una docena de asociaciones regionales de criadores de perros de raza pura. Al igual que Meruelo, su colega Fernández Beltrán advierte de la imparable devaluación genética que se está produciendo en todos los países donde tener un perro es ya una gran industria. «Estamos devaluando las razas. Atrofiando musculaturas y produciendo enanismos a costa de enfermedades atrofiantes. Y todo para que una señora tenga un 'perrito' en los brazos que pese un kilo y medio. ¡Acabaremos viendo un pastor alemán en miniatura!», advierte esta criadora valenciana.

El problema se multiplica cuando se devalúan las prestaciones. Un pastor belga malinois es un animal nacido para trabajar. Sus 40 kilos de potencia nunca soportarán vivir en un piso de 80 metros y sacándolo a pasear una o dos veces al día. Lo normal es que destroce sofás y muebles. Y que los dueños, acabada la etapa de 'encantamiento poscachorro' se libre de él. E incluso lo abandonen en cualquier descampado.

«Hay que volver a la utilidad real del animal y dejar de empequeñecerlos y atrofiarlos»

maika fernández beltrán

Hoy están de moda los perros branquicéfalos (hocico chato y cabeza ancha) como el bóxer francés. Sufren alergias, úlceras corneales, infecciones del pliegue cutáneo y, sobre todo, síndrome de las vías respiratorias obstructivas. Están condenados a pasarlo mal con las altas temperaturas.

No todo son malas prácticas o instituciones que miran para otro lado. Los criadores destacan los esfuerzos de administraciones como la vasca, que ha regulado las bases genéticas y censos de perros como el villano de las Encartaciones, de forma que ahora se podrán regular todos los cruces y prohibir los híbridos. O la canaria, que ha prohibido los reconocimientos de razas variantes del presa canario, del que tratan de recuperar su estándar.

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