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Desde hace unos días muchas farmacias españolas tienen pegado en la puerta el cartel de 'Agotadas las mascarillas sanitarias'. Son muchos los miembros de la colonia china que se están dirigiendo a las oficinas para proveerse de un material que en China es codiciado a causa de la aparición de un nuevo tipo de coronavirus. Las compran para sus familiares desde que el agente infeccioso de Wuhan ha desatados la inquietud al provocar la muerte de 132 personas. «Se han llevado todas las que teníamos en 'stock'», dice una farmacéutica del barrio madrileño de Usera, donde viven 10.000 chinos de los 60.000 que pueblan toda la región. Jennifer Mata, es auxiliar farmacéutica y desde hace días está asombrada por la repentina y creciente demanda de mascarillas. «La comunidad china está muy asustada. No paramos de recibir gente que nos pide y pregunta cuándo vamos a recibir nuevos envíos».
No se trata de una manía caprichosa. En Pekín, los transeúntes deambulan por el centro en medio de un olor intenso a productos desinfectantes. Y en todas partes, los carteles instan a los visitantes a cubrirse el rostro. En China ya son muy pocos los establecimientos bien provistos de mascarillas. De ahí que los asiáticos afincados en España se estén haciendo con todas las unidades que encuentran, sobre todos de las modalidades FFP2 y FFP3 –dotadas de una mayor capacidad de retener patógenos– para hacérselas llegar a sus familiares. «De una sola vez un cliente se llevó tres cajas y habría comprado más de haber habido. Los españoles no están alarmados», dice Gonzalo, farmacéutica de una botica de la calle de San Bernardo, en Madrid.
El ansia por encontrar material profiláctico es tal que la demanda se está desbocando. Según Ignacio Pérez, director de Relaciones con la Industria de Bidafarma, antes de que se declarara el brote se repartían 150 mascarillas diarias. Sin embargo, ahora se están solicitando en torno a las 6.500 unidades. «Una locura». Por eso no hay manera de atender los requerimientos. Bidafarma, que distribuye productos sanitarios, posee dos fábricas y en una de ellas se ha presentado un pedido de 10.000 unidades. «Ya nos han dicho que no nos las van a enviar. Como mucho, dispondremos de 6.000», alega Pérez.
En la empresa Climax, uno de los fabricantes del producto, no dan abasto, hasta el punto de que se ha decidido doblar turnos y redoblar la producción. Normalmente salen de sus naves 300.000 unidades, pero estos días para este mes ya tienen registrados pedidos de cinco y seis millones de ejemplares. Nada raro ante el desabastecimiento de las boticas, que en algunos casos están contactando con proveedores hospitalarios. No solo ha aumentado la adquisición de mascarillas, sino también de soluciones hidroalcohólicas para lavarse las manos.
En el país asiático, el acaparamiento y la especulación campan a sus anchas. Las autoridades municipales de Pekín han impuesto una multa de tres millones de yuanes (393.000 euros) a una farmacia de la ciudad por haber multiplicado por seis el precio del producto. Y en las tiendas digitales, los incesantes pedidos han hecho aumentar el precio de termómetros, líquidos desinfectantes y material higiénico-sanitario. El empleo de mascarillas para prevenir infecciones es muy común en muchos países asiáticos, donde también se usan para protegerse de los altos niveles de contaminación, del polvo y de los ácaros.
gonzalo: farmacéutico
El fenómeno está alentando las ventas en todos los países donde hay chinos expatriados, como es el caso de España. De acuerdo con datos de Cofares, empresa líder en distribución de medicamentos y productos sanitarios, entre el 1 y el 26 de enero aumentó su venta un 77% respecto al año pasado, y un 330% entre los días 22 y 24 de enero.
Sibol es una empresa que fabrica y comercializa equipos de protección individual, desde los que protegen los ojos a las vías respiratorias. En estos días ha registrado un incremento del 200% en la demanda de sus productos. Muchas de las peticiones de mascarillas proceden de compañías españolas que tienen fábricas en China y desean proteger a sus trabajadores. «También nos han llegado pedidos de las fuerzas y cuerpos de seguridad», explica Iñaki Muñoyerro, gerente de la firma. No en balde, la Policía Nacional ha empezado a distribuir mascarillas y guantes entre los funcionarios destinados en puestos fronterizos. Uno de estos lugares es el aeropuerto de Barajas de Madrid, donde se realizan controles de llegada de pasajeros procedentes de China.
Para sortear el contagio
Wuhan Zall, el equipo de fútbol de la ciudad china de Wuhan, que entrena el español José González, aterrizó ayer en el aeropuerto de Málaga, desde donde partió hacia Sotogrande (Cádiz) para preparar la pretemporada. A su llegada a Málaga, equipos de sanidad exterior del Ministerio y del Servicio Andaluz de Salud de la Junta constataron que no había «incidencias sanitarias entre los pasajeros». El ministro de Sanidad, Salvador Illa, insistió en que los deportistas llevan 25 días fuera de Wuhan, el doble del periodo máximo de incubación, y ninguno de ellos presentaba síntomas relacionados con el virus. El titular del departamento reiteró que se habían tomado las medidas sanitarias para garantizar la seguridad. «España está perfectamente preparada para afrontar esta situación», subrayó.
Pese a la avidez por hacerse con una mascarilla, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no establece el uso obligatorio de ella. Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad, aclaró ayer que mascarillas del tipo FFP2 debe usarla el personal sanitario que está en contacto con un enfermo, mientras la FFP3 está indicada para maniobras como la intubación. En el caso del paciente, solo es necesaria la quirúrgica», sostuvo.
Profiláctico. Las mascarillas se usaron por primera vez en los hospitales a finales del XVIII, pero no pasaron a ser de uso común hasta la epidemia de gripe de 1919, que mató a más de 50 millones de personas. Hoy es imprescindible en el trabajo del personal sanitario. Los cubrebocas retienen las partículas víricas que se liberan por nariz y boca.
330% es lo que han aumentado las ventas de mascarillas entre el 22 y el 24 de enero, según datos de Cofares, empresa líder en distribución de medicamentos y productos sanitarios. Días antes, entre el 1 y el 26 de enero, las compras ya se habían incrementado un 77%. Pese a la eficacia de la mascarilla para reducir el esparcimiento de partículas víricas, la OMS no establece el uso obligatorio de ella en el presente brote.
Hasta 5 euros por unidad. El precio de venta al público en las oficinas de farmacia varía en función de los filtros y la calidad de la mascarilla. Una caja de 30 unidades de papel sale aproximadamente por unos 6 euros. Y entre 4 y 5 euros cuesta cada unidad de las más sofisticadas.
Para sortear el contagio, es importante lavarse las manos a conciencia, cubrirse la cara en caso de estornudo y no entablar contacto físico con personas que presenten síntomas gripales. Benito Almirante, jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, destaca que el coronavirus, por su modo de transmisión, es muy similar al de la gripe. «En el momento actual, como la información disponible no es muy precisa, se están utilizando las mascarillas de mayor eficacia, las llamadas FFP2. En el caso de la gripe, el personal sanitario usa la mascarilla quirúrgica. En China la gente va con mascarilla porque es un virus nuevo y es preciso proteger lo máximo posible. Se trata de un mecanismo adicional de precaución hasta que se sepa en detalle el mecanismo de transmisión», indica.
Partículas por nariz y boca
Para Mirian Fernández, responsable del Laboratorio de Microbiología de la Clínica Universidad de Navarra, lo que hacen las mascarillas es absorber el líquido de las gotículas respiratorias que se liberan al hablar y al toser. La barrera protectora retiene estas partículas y los virus que están en ellas. «Las mascarillas están recomendadas primero para los pacientes, que expulsan las partículas por la nariz y por la boca. Es verdad que los ojos del que está cerca están desprotegidos, pero el parpadeo evita bastante las gotículas. No se evita el contagio si uno se toca la nariz y luego el ojo. Cuando la mascarilla se va a retirar, es necesario respetar unas medidas higiénicas», arguye Fernández. Según la experta, es aconsejable recurrir a una mascarilla que procure mayor protección cuando el personal sanitario toma muestras de un paciente afectado.
Jennifer Mata: auxiliar de farmacia
Jennifer Mata, la auxiliar de farmacia de un establecimiento de Usera, cree que todo se está desmadrando: «Si nadie para esto, se va a crear una psicosis. Y lo peor en cualquier caso no es que se propague el virus, sino el miedo».
Aparte de esta demanda ocasional, las mascarillas se emplean para proteger a pacientes inmunodeprimidos, por ejemplo, aquellos que han recibido tratamiento contra el cáncer. También las usan personas que son alérgicas y, por ejemplo, trabajan en el sector de la limpieza o sufren en mayor medida los efectos de la contaminación urbana.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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