Monumento a los Rostros del Fentanilo en la sede de la Administración para el Control de Drogas de EE UU, en Arlington (Virginia). AFP

Fentanilo, el último delirio americano

Epidemia ·

Cincuenta veces más potente que la heroína y causante de más de 100.000 muertes por sobredosis en un año, se ha convertido en el principal problema de salud pública en Estados Unidos

Sábado, 19 de agosto 2023

Prince, Tom Petty, Adam Rich, el actor que interpretó al más pequeño de la familia de la famosa serie televisiva 'Con ocho basta', y ahora Leandro de Niro Rodríguez, uno de los nietos del actor Robert de Niro. Todos muertos por consumo de fentanilo. Son ... los nombres de los famosos, los que trascienden a la luz pública, pero este opiáceo causa 100.000 muertos al año en Estados Unidos, destrozando a decenas de miles de familias. Se trata de la mayor emergencia sanitaria que vive Norteamérica y, «si no actuamos con urgencia, otros lugares del mundo sufrirán las consecuencias catastróficas que ya están afectando a tantas ciudades estadounidenses», advirtió recientemente el secretario de Estado Anthony Blinken.

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La preocupación alcanza a las más altas esferas políticas. Y se mueve en los términos más inquietantes imaginados. A principios de julio algunos fiscales de estados republicanos llegaron a pedir a Joe Biden que catalogara el fentanilo como un arma de destrucción masiva. El presidente se ha negado, pero EE UU no disimula su preocupación y ya se contempla la puesta en marcha de una coalición global contra el tráfico de esta sustancia con más de 80 países, entre ellos México.

Entre 30 y 50 veces más mortal que la heroína, dependiendo de la mezcla consumida, el fentanilo ya ha sobrepasado de largo al caballo como la mayor causa de mortalidad por sobredosis en los Estados Unidos, un nivel que prácticamente se ha cuadruplicado en los últimos diez años. Según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud norteamericano, más de 1.500 personas mueren cada semana como consecuencia del consumo de algún tipo de opioide, una cifra insostenible e insoportable.

1.500 personas

mueren cada semana en Estados Unidos como consecuencia del consumo de algún tipo de opioide.

Sólo en 2021, el número de muertos aumentó a 80.411, diez veces más que el total de militares muertos en las guerras posteriores al 11 de septiembre en Irak y Afganistán. Y de enero de 2022 a enero de 2023, más de 109.000 estadounidenses perdieron la vida por una sobredosis. ¿Qué está pasando? El origen de la crisis de los opiáceos arranca con la prescripción ilimitada de analgésicos legales, cuyo consumo se ha intensificado en los últimos años debido a la afluencia de heroína barata y opiáceos sintéticos, como el fentanilo y la metanfetamina, suministrados por cárteles de la droga extranjeros.

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Recetas sin restricciones

En 2015, el escritor y reportero Sam Quinones ya expuso en su libro 'Dreamland' cómo la adicción a los opiáceos se afianzó en los pequeños pueblos rurales y suburbios de todo el país en lo que se convirtió en una epidemia de adicciones catastrófica. El capitalismo sin control, señala el autor, combinado con la codicia de las compañías farmacéuticas y la complicidad de los médicos que prescribían en exceso, permitió la comercialización de una nueva línea de fármacos para combatir el dolor crónico. La analgesia daba resultados, pero los efectos secundarios no se habían calculado.

Las recetas sin restricciones de esta familia de analgésicos durante la década de los 90 alcanzó su punto máximo en la campaña de Purdue Pharma para comercializar OxyContin, su nuevo fármaco milagroso, caro y extremadamente adictivo. Con un marketing brillante, sin precedentes y casi imbatible, que falseaba los efectos reales del medicamento, e impulsado por un sistema de distribución con la complicidad de la comunidad médica, el OxyContin llegaba a los consumidores para dejar un rastro letal de decenas de miles de muertes por sobredosis y familias destrozadas de este a oeste y de norte a sur de los Estados Unidos.

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Cuando en 2010, forzado por el alto número de sobredosis, la farmacéutica Purdue Pharma reemplazó el OxyContin original con una fórmula de «disuasión del abuso» que era más difícil de triturar e inhalar, muchos de los adictos al fármaco recurrieron a la heroína, que era más barata y no requería prescripción.

Fiscales de estados republicanos han pedido a Biden que catalogue el fentanilo como arma de destrucción masiva

El creciente mercado del jaco allanó el camino al fentanilo, una medicación utilizada en entornos médicos para el dolor intenso con una potencia muy superior a la heroína. Mientras, la creciente disponibilidad de esta sustancia ilícita disparaba la crisis.

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La Administración para el Control de Drogas de USA (DEA en sus siglas en inglés) entró en acción y en 2022 su labor se tradujo en la incautación de más de 50 millones de píldoras falsas mezcladas con fentanilo. El doble de las requisadas el año anterior. Millones de dosis de pastillas letales. Porque esta sustancia no solo lleva a un estado de sopor y relajación al consumidor, además mata y lo hace rápidamente. Debido a su enorme potencia, bastan solo unas partículas, similares a un grano de sal, para drogar, y más allá de eso, matar.

50 veces

más mortal que la heroína puede llegar a ser el fentanilo, dependiendo de la mezcla consumida.

En comparación con la heroína, el efecto del fentanilo dura poco tiempo por lo que el adicto necesita varias dosis al día para evitar el síndrome de abstinencia. Cada parte proviene de una mezcla de químicos diferente lo cual aumenta el riesgo de consumir una combinación mucho más potente de lo tolerable que puede llegar a ser letal.

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Veteranos del Ejército

El consumo de fentanilo produce la aparición rápida de síntomas mentales graves, como esquizofrenia, alucinaciones y balbuceos incoherentes. La pandemia del Covid-19 empeoró la epidemia de los opiáceos. Las interrupciones en las cadenas de abastecimiento forzaron a muchos a recurrir a medicaciones no reguladas y menos conocidas, y el aislamiento social promovió el consumo en solitario.

Aunque el perfil del consumidor adicto varía, esta droga se ha cebado con los veteranos del Ejército, muchos de los cuales sufren dolor crónico como resultado del trauma físico adquirido durante su servicio en el frente. Según un estudio del Instituto Nacional de Salud, los veteranos tienen el doble de probabilidad de morir por una sobredosis que la población general. También entre las comunidades de color las dosis excesivas han dejado una marca severa, (17% y 12% de afroamericanos y latinos, respectivamente). Aun así, el grupo en el que el fentanilo ha hecho mayor estrago ha sido el de la comunidad blanca con cerca del 70% del total anual en 2020.

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Las sobredosis de opiáceos, que afectan más a los hombres que a las mujeres, han reducido aproximadamente un año la esperanza de vida de los hombres estadounidenses. Y, en general, han golpeado fuerte a las personas con discapacidades, a quienes han perdido a un cónyuge y a comunidades con ingresos bajos y sin seguro médico

Como consecuencia el gobierno estadounidense ha puesto en marcha una serie de iniciativas y reforzado otras para restringir la distribución de opioides ilícitos. La primera Estrategia Nacional de Control de Drogas del presidente Biden prioriza la ampliación del acceso al tratamiento y las intervenciones preventivas, incluido el uso de naloxona, que se utiliza para revertir las sobredosis, así como parches reactivos de detección de drogas que reducen el riesgo de recaídas y sobredosis.

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300 millones

de personas consumieron drogas en 2021, según un estudio elaborado por la ONU.

Con la firma del Marco del Bicentenario para la Seguridad, la Salud Pública y las Comunidades Seguras de 2021, Estados Unidos y México establecieron una nueva relación de cooperación en seguridad dirigida a encontrar soluciones de salud pública para la reducción del consumo de drogas, el tráfico de armas y de personas, así como el desmantelamiento de los carteles del narcotráfico responsables de la producción de los opiáceos.

Con todo, el tema es complejo y, como muestra la historia, la restricción por un frente puede forzar la apertura de nuevas vías de tráfico por otro.

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