El Norte
Jueves, 1 de septiembre 2022, 20:39
La alta incidencia a nivel mundial de esta afección del flujo sanguíneo hacen del ictus una preocupación general que sigue en el foco de estudio. Alrededor de 120.000 españoles sufren cada año un accidente cerebrovascular y la mitad de ellos se quedan con secuelas ... discapacitantes o fallecen, según la Sociedad Española de Neurología. El ictus, es ya de hecho la segunda causa de muerte en España, - la primera en mujeres-, la primera causa de discapacidad adquirida en adulto y la segunda de demencia.
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Unos datos especialmente alarmantes trasladados a la realidad mundial que han hecho a la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología intentar averiguar más sobre el origen. Así, apunta a que las variantes genéticas asociadas con el tipo de sangre de una persona pueden estar relacionadas con un riesgo de ictus temprano. «Los tipos de sangre que no son 0 se han relacionado anteriormente con un riesgo de derrame temprano, pero los hallazgos de nuestro metanálisis mostraron un vínculo más fuerte entre estos tipos de sangre con el accidente cerebrovascular temprano en comparación con el tardío, y en la vinculación del riesgo principalmente con el tipo de sangre A», explica el autor del estudio, D. Mitchell, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland.
16.927 personas que habían sufrido un infarto cerebral y 576.353 personas que no, de América del Norte, Europa y Asia fueron objeto de estudio en este metanálisis. De aquellos con ictus, 5.825 lo tuvieron de inicio anterior mientras que 9.269 de manera tardía, entendiendo este último como aquellos que sufren un accidente cerebrovascular isquémico después de los sesenta años. Con la observación de todos los cromosomas, encontraron un vínculo entre el derrame temprano -antes de los 60 años-, y el área del cromosoma que incluye el gen que determina el tipo de sangre: A, AB, B o 0. Así, compararon los tipos de sangre en personas con accidente cerebrovascular temprano, ictus tardío y quien no lo sufrieron.
Tras este análisis comparativo, los investigadores encontraron que aquellos que tuvieron un accidente cerebrovascular temprano tenían más posibilidades de tener sangre tipo A y menos de sangre tipo 0 en comparación con lo que habían sufrido un ictus tardío o nunca habían sufrido uno. Al observar a personas de ascendencia europea, el metanálisis determinó que el 48% de las personas con un derrame temprano tenían el tipo de sangre A en comparación con el 45% de las personas con uno tardío y el 44% de las personas sin infarto cerebral.
Por otro lado, el 35% de las personas con accidente cerebrovascular temprano tenían el tipo de sangre 0 en comparación con el 39% de las personas con un ictus tardío y el 41% de las personas que no lo habían sufrido.
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