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Luis López
Domingo, 6 de septiembre 2020, 11:42
Si defiende usted que los niños son menos peligrosos que los adultos a la hora de contagiar la Covid-19, podría argumentarlo con el estudio Kids Corona, realizado este verano por el hospital barcelonés San Juan de Dios. En él se demuestra que los menores ... que participaron en ciertos campamentos se infectaron seis veces menos que la tasa media de la población que vive en esos entornos. El problema es que, claro, aquellos niños estaban en grupos burbuja, al aire libre, en zonas controladas, con lavados de manos pautados... Y el resto de la gente, no. Así que esa investigación lo que demuestra, en realidad, es que cuando se toman medidas higiénicas hay menos transmisión que cuando no se toman, lo que también es interesante conocer.
Si, por el contrario, busca usted argumentos para concluir que los niños son bombas víricas, supercontagiadores como se especulaba al principio de la pandemia, también puede encontrar apoyo científico. Por ejemplo un estudio prepublicado en el Journal of Pediatrics firmado por Lael M. Yonker y una treintena de expertos más, mayoritariamente del Massachusetts General Hospital. Revela que hay menores asintomáticos que tienen más carga viral que adultos muy enfermos. Aunque si se profundiza un poco los expertos nos dirán que más carga viral no significa necesariamente más capacidad para infectar.
GUILLERMO QUINDÓ | CATEDRÁTICO EN MICROBIOLOGÍA
Son solo dos ejemplos, pero hay muchos más para demostrar que existen investigaciones, y posteriores interpretaciones de esas investigaciones, para defender casi cualquier postura. Sólo hay una cosa clara: «Todavía no hay estudios que permitan establecer el riesgo real» que rodea a los menores. Lo asume Itziar Astigarraga, presidenta de la Sociedad Vasconavarra de Pediatría y jefa del Servicio de Pediatría de Cruces. Tras analizar investigaciones de medio mundo (chinas, coreanas, británicas, americanas...) concluye que «hay resultados muy dispares» y hasta contradictorios. Es hasta natural porque en este estado de shock causado por la pandemia tanto la población como la comunidad científica buscan respuestas rápidas, y las prisas no suelen ser buenas consejeras en la investigación médica.
El asunto tiene ahora mucha importancia porque mañana arranca el curso escolar, que viene a ser una gran incógnita. Eso sí, la ministra de Educación, Isabel Celaá, quiso transmitir tranquilidad asegurando que hay «evidencia científica de que los niños no son superdiseminadores».
QUIQUE BASSAT | ASOC. ESPAÑOLA DE PEDIATRÍA
Todos los expertos que participan en este reportaje asumen que, lo que son evidencias científicas en esta cuestión, hay pocas. Pero sí existen ciertas suposiciones fundadas. Las enumera Guillermo Quindós, catedrático en Microbiología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). La primera es que, en principio, los niños parece que «se infectan menos» debido a que tienen «menos receptores para el virus» -en concreto, «la proteína» que permite a la enfermedad desarrollarse una vez que el 'bicho' entra en el organismo-. La segunda premisa es que los menores, una vez contagiados, «tienen una capacidad de propagación que casi seguro será igual a la de los adultos». Ni más, ni menos. Y queda por desentrañar una tercera cuestión: ¿Por qué los pequeños pasan la enfermedad con síntomas más leves o, en gran porcentaje, asintomáticos? Quindós matiza que sí se dan casos graves pero, es cierto, son muy escasos. «Y no se sabe por qué». Una hipótesis es que los niños, «al no tener tan desarrollado el sistema inmunitario, no tienen reacciones tan exageradas al virus». Pero quién sabe. Al menos, de momento.
«No hay ninguna razón para pensar que los niños contagian menos», apuntala Quique Bassat, coordinador del grupo de trabajo de la Asociación Española de Pediatría (AEP) para la reapertura de la escolarización. De hecho, «en otras enfermedades infecciosas contagian más». Sin embargo, en la medida que tienen menos síntomas, toserán menos. ¿No los hace eso menos peligrosos al no estar desperdigando por ahí gotitas de saliva? «Por esa parte sí. Pero también se mueven más, lo tocan todo... Lo que ganas por un lado lo pierdes por otro».
ITZIAR ASTIGARRAGA | JEFA DE PEDIATRÍA DE CRUCES
Lo innegable es lo ya reiterado: «No me canso de decir que sabemos muy poco». El problema es que para avanzar en el conocimiento sobre cómo afecta la enfermedad a los niños y su capacidad para propagarla «hacen falta estudios complicados de diseñar, caros... Y como los niños se infectan comparativamente poco, también se estudian poco». Con todo, ante la duda, «el mensaje que hay que interiorizar es que pueden contagiar, no sabemos exactamente en qué medida y con qué peligro, así que hay que asumir medidas de protección como si fuesen adultos».
Pese a todas las incertidumbres, y a la vista de diferentes indicadores, Itziar Astigarraga, la jefa del Servicio de Pediatría de Cruces, da su diagnóstico: «Creo que la capacidad de contagiar de los niños puede ser igual a la de los adultos o probablemente menor. No creo que sea mayor. Afortunadamente para los niños parece que su capacidad de sufrir la infección o contagiarse, de transmitir el virus o contagiar y de desarrollar formas graves es menor que en edades más avanzadas».
Al menos durante los próximos meses tanto la sociedad como la comunidad educativa tendrán que acostumbrarse a convivir con la incómoda sensación que acarrea la falta de certezas. Y siempre mirando qué ocurre en los países del entorno donde las clases ya han empezado hace unos días. Pero será dentro de un par de semanas, periodo de incubación del virus, cuando se pueda empezar a sacar conclusiones. En los países nórdicos no parece haber grandes problemas de momento, pero en Israel «tuvieron que cerrar escuelas», recuerda Quique Bassat. Así que, insiste, la consigna debe ser la precaución, el cuidado.
Parece que los menores no son grandes contagiadores de Covid-19. Al menos, no más que los adultos. Pero sí son agentes clave en la transmisión «de la gripe, el virus respiratorio sincitial y otros virus respiratorios, que todos los años afectan de manera especial a los niños y niñas, como puede verse en los informes anuales de gripe», recuerda Itziar Astigarraga.
Aquí hay un riesgo que recuerda David Belver, especialista en Pediatría del IMQ: «Que se junte la gripe con el Covid-19» en una tormenta perfecta que sature la red sanitaria. Para minimizar el riesgo y evitar falsas alarmas con cuadros gripales que parezcan coronavirus apuesta por hacer un esfuerzo especial en la vacunación. Es cierto que el uso de mascarillas, las distancias de seguridad y las medidas de higiene contribuirán a reducir la transmisión de la enfermedad estacional. Pero, a su juicio, es importante vacunar tanto a los colectivos de riesgo (mayores, sanitarios, etc.) como a los pequeños con enfermedades crónicas, como asma, diabetes, patologías renales o que estén inmunodeprimidos, por ejemplo, por un tratamiento oncológico.
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