Celaá: «Todos los centros deben abrir en septiembre, pero igual hay que priorizar a algunos alumnos»

La ministra Celaá reconoce la «inquietud» por que la vuelta a las aulas mañana se haga con «garantías sanitarias»

Domingo, 24 de mayo 2020, 16:31

La ministra de Educación, Isabel Celaá, considera que la vuelta a las aulas de mañana (solo en los territorios que este lunes pasan a fase 2 y que abarcan al 47% de la población española) es «un alivio» porque «la enseñanza presencial en la escuela ... es insustituible». Admite, sin embargo, que «los responsables educativos» tienen «la inquietud» de «que se realice siguiendo todas las recomendaciones sanitarias». «Los estudiantes acuden con emoción a las clases, van a ver a sus compañeros y genera preocupación porque deben observar las distancias», destaca en una entrevista concedida a El Correo.

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Celaá considera que está justificada la vuelta a clase antes de fin de curso en lugar de esperar a septiembre. «Nos hubiera gustado que todos los alumnos tuvieran la posibilidad de acudir presencialmente al centro una semana al menos. Considerábamos que ese retorno tiene un aspecto terapéutico, de cierre de un curso escolar tan alterado. No ha podido ser porque los requerimientos sanitarios necesitan unas distancias de forma que todos no caben en las escuelas e institutos».

El inicio del próximo año académico es aún un interrogante, admite, aunque cobra fuerza la posibilidad de que haya alumnos que continúen con la enseñanza online y otros vayan a clases presenciales. «La propuesta número uno es que todos podamos volver a la escuela, pero hay que prepararse para el escenario dos en el que hay que ocuparse también de la salud. Los centros deben estar abiertos, si bien con precaución. Habrá que priorizar porque hay alumnos que trabajan peor online que otros, también habrá que priorizar a los de Primaria, a los que no tienen conexión por fibra óptica... Eso corresponde a las autonomías y a los centros educativos».

-Mañana comienza el retorno a las clases presenciales, aunque sea de forma parcial. ¿Lo vive con preocupación, con alivio?

-Diría que con las dos cosas. Todos los responsables educativos tenemos la inquietud de que se realice siguiendo todas las recomendaciones sanitarias. Los estudiantes acuden con emoción a las clases, van a ver a sus compañeros y genera preocupación porque deben observar las distancias. Por otra parte, es un alivio porque la educación presencial en la escuela es insustituible. Hemos crecido mucho en el desarrollo de la digilitalización y debemos hacerlo aún más pero aunque tuviéramos una réplica perfecta online, la educación presencial jamás podrá ser sustituida por una a distancia. La escuela es interacción, asociación, permitir a los alumnos estar en un espacio en el que son todos iguales, es compensación de desigualdades de origen, interacción entre profesor y alumno y entre alumnos...

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Las comunidades autónomas tienen las competencias educativas, pero durante la pandemia todos nos debemos a la autoridad sanitaria, a los requerimientos del Ministerio de Sanidad que, conjuntamente con los expertos, diseña la desescalada. Está resultando más compleja que la escalada, que se hizo de un día para otro todos juntos. Ese diseño marca que en la fase 1 los centros solo pueden abrir para cuestiones administrativas, para la desinfección y preparación para la apertura. En la fase 2 es cuando se permite atender al alumnado. Se optó por 4º de ESO, Bachillerato y FP porque es más sencillo que sigan las normas sanitarias. Uno de los objetivos ha sido tener una referencia para el inicio del próximo curso, poder organizarlo tanto en un escenario sin estado de alarma como todavía inmersos en la crisis sanitaria.

-¿No se podía esperar hasta septiembre para abrir las aulas o, como ha dicho el ministro francés de Educación, no hacerlo ahora podía acarrear consecuencias muy graves para el alumnado?

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-Como en casi todo, no hay voces unívocas ni hay contraste de posiciones sobre este tema. Nos hubiera gustado, que es lo que propusimos al principio, que todos los alumnos tuvieran la posibilidad de acudir presencialmente al centro una semana al menos. Considerábamos que ese retorno tiene un aspecto terapéutico, de cierre de un curso escolar tan alterado. No ha podido ser porque los requerimientos sanitarios necesitan unas distancias de forma que todos no caben en las escuelas e institutos.

-¿Preparar el inicio de curso será una de las principales inquietudes actuales de toda la comunidad educativa?

Claro. En la última conferencia sectorial acordamos la creación de un grupo de trabajo compuesto por todas las autonomías para hacer planes de contingencia para afrontar las eventualidades que pueden surgir en el próximo curso: adaptaciones curriculares para conseguir aprendizajes esenciales donde hay que incorporar aquellos que eventualmente se han podido perder al final de este curso; adaptaciones en la utilización de espacios físicos de los centros porque queremos contar presencialmente con el mayor número de alumnos que podamos y si son todos, mucho mejor... Pero aún no sabemos nada. Es posible que tengamos la fortuna de que se encuentre un remedio médico o que finalmente aparezca la vacuna. No sabemos cómo se va a comportar el virus en verano y si los alumnos son realmente vectores muy activos de transmisión. Por si acaso, tenemos que prepararnos y para ello son necesarios el acuerdo y la cooperación leal de todas las comunidades autónomas, que a su vez tienen que abordarlo, en ejercicio de sus competencias, con sus centros educativos.

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Las frases

  • Fin de curso «Nos hubiera gustado que todos los alumnos tuvieran la ocasión de ir al centro una semana al menos. El retorno es terapéutico »

  • Vuelta en septiembre «Hay que adaptar los espacios físicos porque queremos contar con el mayor número posible de estudiantes en las aulas»

  • Brecha social «La falta de la enseñanza presencial intensifica las desigualdades. La escuela es el ascensor social, por eso es insustituible»

  • Autonómico «Todavía hay nostalgia de modelos centralistas del ordeno y mando. A diario recuerdo que ese no es nuestro modelo de Estado»

-Habla de una cooperación leal. ¿Teme que a medida que se va recuperando cierta normalidad los aspectos políticos cobren más protagonismo sobre los sociales y la educación pase a un segundo plano?

-Lamentablemente hay quien está utilizando la educación, y también la sanidad, para un debate político. Todavía tienen nostalgia de modelos centralistas de ordeno y mando. A diario recuerdo que ese no es nuestro modelo de Estado; no es centralizado sino autonómico, con las competencias en educación transferidas. Es muy importante recordar que tenemos un sistema en el que la declaración del estado de alarma no altera la legislación vigente ni suspende las competencias en materia educativa. El Ministerio, en ejercicio de sus competencias y en colaboración con las comunidades autónomas, ha ido tomando las medidas necesarias para la salida de este curso y la entrada del siguiente. Hemos llegado a muchos acuerdos sobre la EBAU, las prácticas de la Formación Profesional, adaptaciones curriculares a los saberes competenciales más imprescindibles, adaptar la forma de evaluar contemplando la superación de objetivos... Y sobre todo, hemos llegado a acuerdos para impulsar la digitalización, fortalecer las plataformas de los centros educativos y que cada alumno tenga su recurso digital. En 73 días hemos sacado 71 medidas importantes.

-¿Si surge algún caso de covid-19 en un centro se cerrarán todos, los de la comunidad o solo los de la localidad?

-Ahí tenemos que seguir a las autoridades sanitarias. El problema que tenemos es que no hay referentes. En los contactos que estoy teniendo con mis colegas de la Unión Europea todos hemos mostrado la misma preocupación. Algunos, como Suecia, no han cerrado pero las familias están teniendo muchos problemas para enviar a sus hijos al colegio. El resto habíamos cerrado. Finlandia o Francia ya han abierto, unos para alumnos de Secundaria, otros para los de Primaria... Todos coincidimos en la necesidad de trabajar en la educación a distancia pero teniendo en cuenta que la prioridad es volver a las aulas el próximo curso.

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-El próximo reto es la EBAU, con la movilización de miles de estudiantes de 2º de Bachillerato.

-Hemos pasado un protocolo sanitario para su realización a las comunidades, que han trabajado con sus universidades. Se prolongarán los días de los exámenes, se guardarán las distancias, en algunos casos las pruebas se realizarán en los centros escolares para evitar un transporte masivo del alumnado, en otros se emplearán instalaciones de grandes dimensiones... Saldrá bien.

-Y luego el retorno en septiembre. ¿Hay algunas fechas orientativas para el comienzo del curso 2020-2021?

-Las comunidades tienen la competencia para fijar la fecha. Mientras no haya alarma u otra recomendación sanitaria, cada una elegirá siempre teniendo en cuenta que el número mínimo de días que fija el calendario escolar es de 175, aunque este curso se ha adecuado debido a la pandemia.

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-¿El confinamiento ha aumentado la brecha social en el alumnado?

-Sin duda. Ahora la enseñanza presencial se ha convertido en un bien escaso y su pérdida ha intensificado las desigualdades. La escuela es el lugar idóneo para compensarlas, es el ascensor social y por eso es insustituible. Con la llegada del nuevo curso debemos identificar lo más certeramente posible quiénes han sido los más vulnerables para ayudarles más e impulsar de mejor manera la enseñanza a distancia. Igual no es necesaria, pero la educación online ha venido con vocación de permanecer y de servir de apoyo a la presencial. Estamos trabajando una actuación conjunta con el Ministerio de Asuntos Económicos para esa transformación digital.

-El jueves en el Congreso presentó un inicio de curso con gimnasios y bibliotecas reconvertidos en aulas, anteriormente se había referido a que los alumnos igual tenían que acudir al centro días alternos. ¿Cómo va a ser ese comienzo?

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-Todos los países lo están haciendo así ahora mismo: una enseñanza que combina la educación presencial con la online. Que unos acudan lunes, miércoles y viernes, y otros martes, jueves, y hay quien ha sugerido que también el sábado. Son fórmulas, pero no hay nada cierto. La propuesta número uno es que todos podamos volver a la escuela, pero hay que prepararse para el escenario dos en el que hay que ocuparse también de la salud. Los centros deben estar abiertos, si bien con precaución y es ahí donde hay que estimar cómo lo podemos hacer. Habrá que priorizar porque hay alumnos que trabajan peor online que otros; también habrá que priorizar a los de Primaria, a los que no tienen conexión por fibra óptica... Eso corresponde a las autonomías y a los centros educativos. Pero una cosa está clara, jamás dejaremos de lado a aquellos que pueden seguir progresando de acuerdo con sus capacidades. Que hablemos de la necesidad de los más vulnerables no significa que nos olvidemos de los que pueden trabajar más rápido porque la esencia de la educación es que todo el mundo llegue al máximo de sus posibilidades, siempre con equidad. Necesitamos una educación más personalizada.

-¿Que los alumnos estén menos tiempo en la escuela puede conllevar que se marginen competencias transversales por las que tanto abogan en el proyecto de la nueva ley de Educación?

-No, forman parte de la educación. Que se traten de distinta forma en momentos de crisis no puede implicar el abandono de las competencias transversales. La educación debe formar íntegramente a la persona en lo cognitivo y en lo emocional, más que ocuparse de los mínimos detalles de un currículum enciclopédico. En estos 73 días que han estado en casa es posible que hayan perdido profundidad en alguno de los conocimientos de ese currículum enciclopédico, que todavía manejamos y debemos cambiar, pero han ganado en madurez como no lo ha hecho ninguna otra generación porque se han tenido que auto administrar, responsabilizar y eso también tiene que ser objeto de evaluación por parte de los responsables.

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-Acaban de anunciar un aumento sustancial de la cantidad destinada a las becas...

-¡El mayor en una década! Parece sorprendente, pero una persona con menos recursos económicos tenía que superar un mayor ranking académico para poder acceder a una beca. Era injusto. Ahora exigimos que apruebe el curso y reúna los requisitos fijados respecto a la renta, en donde hemos subido los umbrales para que más familias puedan acceder a ellas.

- Trabajan para aprobar el proyecto de ley de Educación ¿Es un buen momento?

-Entró en el Congreso antes de la declaración del estado de alarma. Los grupos parlamentarios han solicitado al Congreso que siga trabajando. Hemos ampliado los plazos de enmiendas y lo seguimos haciendo con las parciales. Nadie pretende que el proyecto no sea debatido. Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia es que las medidas por las que apuesta el proyecto son necesarias para modernizar el sistema educativo español. No podemos seguir con una Lomce basada en itinerarios que ya clasifican a los alumnos. Tenemos que tener fórmulas más contemporáneas para atender la educación y eso lo proporciona este proyecto de ley. Llega al Congreso de los Diputados con todo el respaldo democrático y todos los informes preceptivos.

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