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iciar ochoa de olano
Domingo, 17 de noviembre 2019, 08:49
El Alto Tribunal de Justicia de Inglaterra acogió el mediático juicio que enfrenta al emir de Dubái, el jeque Mohamed bin Rashid al Maktum (70 años), y a su todavía esposa, Haya Bint Hussein (45). Lo que se dirime es la custodia de sus dos hijos, Jalila, de 11 años, y Zayed, de 7, que residen con la madre en una mansión en el exclusivo barrio londinense de Kensington. En el mes de mayo pasado Haya se escapó del hogar conyugal e inició los trámites de divorcio.
Dos abogadas de gran prestigio defienden a los aún conyuges: Helen Ward, al emir de Dubái, mientras que Fiona Shackleton es la representante legal de la princesa.
Helen Ward defiende los intereses del emir de Dubái
Cuando los poderosos del mundo deciden divorciarse o disputar con sus cónyuges la custodia de los hijos, ponen su 'jet' rumbo a Londres. La capital británica concentra a algunos de los letrados especializados en asuntos de familia más afamados del mundo. A menudo, letradas. Resulta que los clientes masculinos creen que al ser mujeres adivinarán mejor los movimientos de ficha de sus esposas, mientras que ellas suelen salir de sus matrimonios desconfiando de los hombres, por lo que no les quieren ni siquiera como representantes legales. Así lo explica Ayesha Vardag, una de esas letradas de altos vuelos.
El omnipotente emir de Dubái hizo ambas cosas, volar a la ciudad del Big Ben y contratar los servicios de 'La gan dama del divorcio'. Así es como conocen en el universo de los litigantes y en el de los ricos a Lady Helen Ward. Defensora habitual de los intereses multimillonarios de futbolistas, 'celebrities' como Paloma Picasso o directores de cine, esta socia del prestigioso bufete Stewarts fue la elegida precisamente por Guy Ritchie para plantar cara a Madonna en el banquillo cuando el amor se les acabó y decidieron partir peras. Lejos de amilanarse ante la faraona del pop, esta mujer que siempre viste sobrios trajes de chaqueta hechos a medida logró que la diva se aviniera a firmar un acuerdo por el que debería pagar a su cliente una suma cercana a los 50 millones de euros.
Al año siguiente, en 2009, el que llamó a la puerta de su despacho fue el antiguo capo de la Fórmula I, Bernie Ecclestone, considerado entonces como el decimotercer hombre más adinerado del planeta, con una fortuna estimada en 2.800 millones de euros. El magnate la fichó para que blindara su abultado patrimonio con uñas, dientes y todo el peso de la ley ante Slavica, su mujer durante casi cinco lustros y madre de dos de sus hijos, y de paso recuperara unos fondos que estaban a nombre de la modelo. Ward lo supo hacer y aquel sonado caso terminó por granjearle una valiosa reputación de letrada escrupulosa, temible y, sobre todo, ganadora.
Lady Helen Ward está «felizmente» casada desde hace casi cuarenta años con un juez que, al igual que ella, también es miembro de la nobleza inglesa, por lo que recibe el tratamiento de lord. Siempre viste trajes de chaqueta hechos a medida y se desestresa jugando al tenis. Preserva con celo su edad y sus honorarios.
Otros casos:
Guy Ritchie: El cineasta británico la contrató para que le defendiera frente a Madonna en su proceso de divorcio. Ward logró que la diva firmara un acuerdo por el que debería pagar cerca de 50 millones de euros a su exesposo.
Bernie Ecclestone: El que fuera patrón de la Fórmula I recurrió a ella para que protegiera su fortuna de Slavica, con quien estuvo casado veinticuatro años, y recuperara algunos fondos que estaban a nombre de la modelo.
Titular de una mirada de hielo que despliega de manera intimidatoria cuando escucha una pregunta que no le gusta, custodia con el mismo celo su edad y sus honorarios que las puertas traseras de los juzgados. Por algo se jacta de arreglárselas para esquivar casi siempre a los reporteros cuando se dirige a la corte de turno con su cliente de postín o bien la abandona. Sus colaboradores están acostumbrados a dormir con un ojo abierto. Si el caso que tiene entre manos está que arde, saben que perfectamente pueden recibir un correo electrónico de su jefa a las tres o las cuatro de la madrugada.
Tras filetear, trocear y deshuesar con filo acerado la intimidad de decenas de parejas que ya no quieren ni verse, Lady Ward asegura que su trabajo le hace apreciar «cada día más» su «feliz» matrimonio de larga duración –roza las cuatro décadas– con el juez de la Corte de Apelaciones Lord Justice Ward. Y mientras su vida sentimental se fortalece, su prestigio se alarga. La editorial con sede en Londres Chambers and Partners, que se dedica a evaluar periódicamente a los abogados, ha vuelto a colocarla este año en los primeros puestos del ránking. Detaca su «conocimiento enciclopédico de la ley», así como su práctica «que supera a todos los demás», su destreza forense y su «fabulosa» energía, que dedica ahora por entero al jeque Mohamed bin Rashid al Maktum. Como para no.
Le ha encomendado que consiga que el Alto Tribunal de Justicia de Inglaterra le otorgue la custodia de Jalila, de 11 años, y de Zayed, de 7, los hijos que comparte con su todavía esposa, Haya Bint Hussein. La madre y los niños residen en el exclusivo barrio londinense de Kensington desde que en mayo ella escapó del hogar conyugal e inició los trámites de divorcio. El emir de Dubái, que tiene 18 descendientes más de otras cinco cónyuges, quiere que regresen a su reino de arena y rascacielos. Lady Ward está en ello.
Fiona Shackleton es la representante legal de la princesa Haya
En la esquina opuesta del ring, en calidad de representante legal de la princesa Haya, quien pide una orden de alejamiento para el emir de Dubái y padre de sus hijos, además de un paquete de medidas contundentes de protección que le impidan concertar matrimonios para los menores, está la baronesa Fiona Shackleton, alias 'Magnolia de acero'. Negociadora implacable con modales de seda –de ahí el cinematográfico apodo que le han colocado sus colegas–, es la letrada de cabecera de los Windsor desde que gestionó las rupturas del príncipe Andrés con Sarah Ferguson y, con posterioridad, y a causa de su buenhacer, la de nada menos que el príncipe Carlos con Diana de Gales.
Probablemente, de aquellos días date su sobrenombre. No en vano, cuentan los mentideros judiciales de Londres que después de conseguir que la princesa de Gales –al igual que la duquesa de York– perdiera el tratamiento de alteza real, envió un ramo de flores a la despojada Lady Di. Según el diario inglés 'The Telegraph', la exesposa del sempiterno heredero de la Corona británica, a la que le correspondieron 20 millones de euros en el acuerdo de divorcio, le respondió con idéntico detalle, agradecida por la sensibilidad que la togada al parecer demostró durante el sonadísimo y delicado proceso judicial.
Satisfecha con sus resultados, la propia reina quiso premiarla. Así, en 2006 la nombró miembro de la Real Orden Victoriana y en 2010 le concedió el título nobiliario que ostenta. La ahora letrada oficial de sus nietos los príncipes Guillermo y Enrique –a cuya boda con Meghan Markle acudió en calidad de invitada– no ha circunscrito su brillante carrera judicial al entorno del palacio de Buckingham. Cuando sir Paul McCartney y Heather Mills se declararon una guerra sin cuartel tras una tumultuosa historia de amor de cuatro años y una hija en común, el exBeatle fichó con buen criterio a Shackleton, quien consiguió que la exmodelo tuviera que contentarse con 'solo' 31 millones de euros, frente a los 159 que reclamaba a su esposo. Muchos aún recuerdan cuando, desquiciada por su pericia en el estrado, Mills le lanzó un vaso de agua en pleno tribunal y cómo ella abandonó la corte junto a su cliente con el pelo mojado y una radiante sonrisa de oreja a oreja.
Quiso ser cocinera antes que letrada. De hecho, primero se formó como chef en una de las prestigiosas escuelas Le Cordon Bleu antes de sumergirse en el estudio de las leyes. Es la abogada de cabecera de los Windsor.
Otros casos
Príncipe Carlos: La madre de todos los divorcios en Gran Bretaña lo libró en contra de Lady Di. Logró que 'solo' obtuviera 20 millones de euros.
Príncipe Andrés: Fue su debut con los Windsor. Consiguió que le retiraran el tratamiento de alteza real a Sarah Ferguson (y también a Diana de Gales).
Paul McCartney: Se las arregló para que la exmodelo Heather Mills cobrara 31 millones de la fortuna del exBeatle, de los 159 que solicitó en el juicio de separación.
Curiosamente, en esa época su ahora adversaria en el 'brexit' dubaití que mantiene absorta a la escena legal londinense, Lady Ward, se batía el cobre para sacarle los cuartos a otro gigante de la música, Madonna. A diferencia de la ahora abogada del jeque, que en alguna ocasión se ha dejado entrevistar por los medios, la astuta Shackleton se ocupa y se preocupa de mantener un perfil a bajo cero. La discreción es su religión. Se sabe, eso sí, que la 'Magnolia' jamás olvida enviar una tarjeta de felicitación en los cumpleaños de cada uno de sus clientes, aunque hayan pasado años desde que los divorciara.
Casada con Ian Shackleton, un consultor financiero que desciende del explorador sir Ernest Shackleton y madre de dos hijas, no siempre tuvo claro que se ganaría el pan, y de qué manera (cobra la friolera de 700 euros la hora), enfundada en una toga en vez de un mandil. Resulta que la que fuera integrante de la Corte Suprema hasta 2008 quiso ser cocinera antes que letrada. No fue una mera fantasía producto de una adolescencia confusa. Antes de sumergirse en el estudio de las leyes se formó como chef en una de las prestigiosas escuelas Le Cordon Bleu.
Hoy letrada estrella de la firma Payne Hicks Beach, desde donde ha intervenido en otras separaciones de alcance, como la del delantero del Arsenal y luego del Barça Thierry Henry –ella trabajó para su mujer– o la del cantante Liam Gallagher, miembro de la desaparecida banda Oasis, ahora trata de sacarle las castañas del fuego a la princesa Haya de Jordania. Buena amiga, por cierto, de los bien divorciados Windsor.
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