Las nuevas regulaciones europeas han prohibido la fabricación de vehículos de combustión a partir de 2035, por lo que la mayoría de las marcas están comenzando a lanzar modelos 100% eléctricos, híbridos, híbridos enchufables o Mild-Hybrid.
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Según la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones, las ventas de vehículos electrificados aumentaron en 2022 un 19,1% respecto al año anterior (84.645 unidades), aunque siguen suponiendo únicamente el 8,8% del mercado nacional general. Según explica la Dirección General de Tráfico (DGT), todos ellos incorporan la frenada regenerativa, es decir, un sistema incorporado desde la Fórmula 1 que aumenta la autonomía eléctrica y disminuye el consumo de combustible. Al frenar o desacelerar, se recarga la batería transformando la energía.
La presión hidráulica empuja las pastillas sobre los discos para frenar. Al reducir la velocidad, el motor eléctrico se encarga de la energía cinética y la devuelve a la batería. Asimismo, este impulsa las ruedas hacia delante, pero cambia de dirección cuando se frena y se convierte en un generador que transforma la energía inerte en eléctrica para recargar la batería. Por tanto, esto en los vehículos de energía alternativa permite aumentar la autonomía y reduce el consumo de combustible.
Este sistema está más desarrollado y eficiente en los vehículos 100% eléctricos, aunque los nuevos modelos lo están incorporando cada vez más sofisticado. Los últimos recuperan hasta el 70% de la energía, es decir, generan cientos de kilómetros de autonomía y reduce los repostajes en los híbridos y las conexiones a la red en los eléctricos.
El Modo B, que está incorporado en la mayoría de los vehículos con electrificación, permite aumentar el porcentaje de frenado regenerativo, por lo que se genera mayor autonomía. Se recomienda su uso especialmente en pendientes descendentes.
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Aunque son mínimos, el frenado regenerativo también tienen algún inconveniente: la reducción de su eficacia a baja velocidad, el cambio del tacto y la modulación del pedal y una potencia de frenado menor que los convencionales.
Este tipo de frenado se probó en la Fórmula 1 y fue un éxito, por lo que se popularizó también con el nombre de Sistema de Recuperación de Energía Cinética (KERS). En este deporte, la energía recuperada durante una vuelta se utiliza para aumentar la potencia en los tramos necesarios (apretando un botón), como por ejemplo en el 'spring' final de llegada a la meta.
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