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J. A. G.
Viernes, 3 de marzo 2023, 11:46
El dinero y los hijos son las dos razones más poderosas para frenar un proceso de divorcio en España, como así lo han constatado los abogados de familia, los expertos que tratan estos asuntos. El 36% de las personas que acuden por primera vez a ... un bufete especializado en Derecho de Familia con idea de emprender un proceso de divorcio desiste finalmente de hacerlo al plantearse las consecuencias económicas de iniciar una vida por separado y comprobar que no van a poder cubrir los gastos (un segundo piso, la hipoteca de la vivienda anterior, el colegio de los niños, vehículos...) con los ingresos propios.
Casi otro 20% frena la tramitación de la ruptura al pensar que así se evita un perjuicio a los hijos y un 13% lo hace por el temor a perder su estatus social, si bien este argumento es mayoritario en los casos de parejas de edad más avanzada. Además, un 7% de las mujeres renuncia a separarse por temor a la pareja y las represalias que pueda adoptar contra su persona.
Los datos forman parte del V Observatorio del Derecho de Familia que la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA) ha presentado este viernes en Madrid en el marco de su congreso nacional, al que asisten cerca de 600 letrados, jueces y fiscales especializados en procesos de divorcio, nulidades matrimoniales, guardas y custodias, discapacidad, filiaciones y sucesiones. El Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, ha sido el encargado de inaugurar estas XXX jornadas, que se prolongarán hasta este sábado.
La AEAFA, que es la asociación de juristas más numerosa de España, ha elaborado el informe a partir de los resultados de una encuesta remitida a sus más de 2.600 socios, que han contado la experiencia tras recibir la primera consulta de sus clientes.
La abogada María José Sánchez González, vocal de la AEAFA, describe tres situaciones diferentes en función de las edades de las parejas que se plantean la ruptura y la situación económica de ambos, y siempre con el trasfondo de la vivienda y el lugar de su residencia. «En el caso de parejas jóvenes en las que ambos trabajan y tienen hijos, hay importantes gastos en costosas hipotecas , vehículos, colegios… Cuando se plantea el divorcio el escenario cambia: en muchas ocasiones es inviable hacer frente a todos los préstamos y los gastos. Cada uno ha de vivir con sus ingresos propios, que no cubren la suma de sus necesidades, las de la casa y de sus hijos, … A consecuencia de ello, los hijos pierden el nivel de vida del que disfrutaban, como ir a determinadas clases particulares o a un colegio privado. Estas circunstancias son sopesadas a la hora de decidir una ruptura de la pareja», explica Sánchez.
«En familias con un nivel económico medio-bajo, la ruptura legal implica no poder cubrir las necesidades básicas propias y las de sus hijos. Para ellos, la ruptura conlleva repartirse las miserias, por lo que renuncian a ello», añade la letrada sobre este tipo de familias.
«En el caso de las parejas de una edad más avanzada y con hijos mayores que rehúsan llevar a efecto un divorcio por motivos económicos, se excusan en la pérdida de su estatus social, nivel de vida y estabilidad que la relación de pareja les proporciona. Tienen miedo a perder desde el entorno social a cuestiones económicas -repartir sus ahorros, vender su casa, buscar otra vivienda, tener que pagar una pensión al otro…-. Realmente, les produce angustia perder el resultado de la suma de una vida en común. Igualmente tienen miedo a perder lo que han generado y que es para sus hijos», afirma la abogada.
A su juicio, también es relevante el municipio donde se lleve a efecto el procedimiento legal de ruptura: «Si hay un juzgado especializado en Familia existe una mayor seguridad jurídica en cuanto al resultado de las medidas económicas, como la fijación de pensiones de alimentos, o la atribución de uso de vivienda. No ocurre lo mismo en procedimientos ante juzgados que no están especializados en familia», opina.
Por su parte, el abogado Álvaro Iraizoz, también vocal de la AEAFA, destaca que hay parejas que posponen o suspenden los planes de separación al considerar que así les ahorrarán un trauma a sus hijos, es decir prefieren hacer una especie de paripé guardando las apariencias de una vida familiar 'falsa' ante los niños, cuando realmente están separados. Iraizoz ha hecho referencia a una reciente entrevista del director de cine Rodrigo Sorogoyen ('As bestas') que circula por las redes sociales, donde éste confiesa que es hijo de padres separados y su trauma viene de que le ocultaron durante muchos años que estaban separados. «Las personas que más me han querido han sido capaces de mentirme», dice el cineasta.
El abogado destaca que esto sería un buen ejemplo de lo que no hay que hacer: «Mentirles a nuestros hijos. Aunque uno lo haga por el amor que siente hacia ellos y tenga la mejor de las intenciones». «No separarse y crecer en un hogar sin amor ni afecto verdadero entre los padres no es un buen ejemplo. Además, no hay que subestimar la capacidad de los hijos para entender lo que está ocurriendo», incide Iraizoz.
Por su parte, la vocal de la AEAFA María Dolores López-Muelas señala que, en muchas ocasiones, frente a una situación de crisis familiar y ruptura de pareja, se adopta una posición conformista y se acepta continuar con la convivencia por el temor a un futuro incierto. Esto es más común en personas mayores de 60 años. Otros factores son la capacidad para afrontar situaciones difíciles, el miedo a lo que puede venir en el futuro o a afrontar la vida en soledad.
López-Muelas hace referencia a ese 7% de mujeres que renuncia a separarse por temor a la pareja: «Hay casos de fuerte dependencia hacia la pareja en personas que se ven envueltas en situaciones de sumisión que le impiden tomar las riendas de su vida. Incluso conviven con situaciones de violencia física o psicológica por miedo o porque llegan a convencerse que no les conviene un cambio en sus vidas por temor a un empeoramiento de su situación», detalla López-Muelas, que destaca la importancia de la independencia económica «para tomar la decisión de romper con una convivencia insostenible». «Estar en pareja con alguien al que no amamos o que no nos hace felices produce una gran angustia muchas veces insuperable», recalca la abogada.
El divorcio se aprobó en España en junio 1981, hace casi 42 años. Desde entonces, más de 2,2 millones de parejas se han podido separar legalmente en nuestro país. Casi el 80% de los divorcios en España son de mutuo acuerdo. Durante 2021, últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se produjeron un total de 90.582 casos de divorcio, separación y nulidad, lo que supuso un aumento global del 13,2% respecto al año anterior. El número de divorcios aumentó un 12,5% hasta un total de 86.851, el de separaciones creció un 32,4% y el de nulidades un 42,5%, según el INE.
Precisamente en ese 2021, para conmemorar los 40 años de la Ley del Divorcio, la AEAFA lanzó un manual de buenas prácticas para un buen divorcio con 10 reglas de oro. Entre otros asuntos, el congreso de los abogados de familia que comienza hoy abordará por primera vez, el coste emocional y personal que supone para estos letrados el hecho de trabajar continuamente con rupturas de pareja o crisis familiares traumáticas. «El ejercicio de nuestra profesión conlleva un elevado coste emocional.
Es la consecuencia natural, tratable y prevenible de trabajar con personas que sufren las consecuencias de una ruptura de pareja o el enfrentamiento entre familiares«, afirma la presidenta de la AEAFA, María Dolores Lozano. Otro de los temas a destacar es la investigación de la paternidad (un asunto que está de plena actualidad tras la reconciliación de El Cordobés y su hijo), que abordará en una ponencia el magistrado de Córdoba Antonio Javier Pérez Martín.
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