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antonio paniagua
Sábado, 10 de agosto 2019, 08:33
La economista María Guadalupe se hizo un día una pregunta. ¿Se permitiría a una mujer la bravuconería y la arrogancia de Donald Trump? Ella pensaba que no, pero, aun así, hizo un experimento. Como si se tratase de un docudrama, dos actores encarnaron los papeles de Hillary Clinton y Donald Trump, pero asumiendo un cambio de roles. Ella incorporó a su discurso la prepotencia del candidato republicano y él, los modales educados de la aspirante demócrata. Los juicios del público adquirieron un sentido del que no se percataron al depositar el voto.
–¿Cómo se le ocurrió la idea cambiar los papeles y presentar a Trump como una mujer y a Hillary como un hombre?
–Viendo los debates en los que se enfrentaron. Me sorprendió la agresividad de él, su mala educación y su temperamento dominante. Pensé que tal cosa no se consentiría en una mujer. Hablé con Joe Salvatore, director de teatro y profesor de la Universidad de Nueva York, amigo mío y experto en hacer teatro documental. Reprodujimos los debates con la cadencia, tics y movimientos originales.
–¿Qué le trasladaron los espectadores del experimento?
–Al ver los ensayos y luego la reacción de los espectadores, comprobamos que la opinión del público había cambiado y era capaz de apreciar cosas que antes pasaron desapercibidas. Mucha gente comentó que ya entendía por qué había ganado Trump: era muy hábil en conectar con lo más visceral de sus votantes. Hillary, en cambio, era mucho más fría.
–¿Qué lecturas extrajeron?
–Concluimos que los prejuicios y nuestro razonamiento intuitivo son muy poderosos. Cuando Clinton era interrumpida y atacada por Trump, ella sonreía y adoptaba una actitud muy sumisa. Si esto lo hace un hombre, el resultado es algo totalmente chocante y anacrónico, le confiere un aspecto débil y obediente.
–¿El cambio aportó cierto distanciamiento a los observadores?
–Sí, y un mayor sentido crítico, al tiempo que reducía la polarización. De todo ello se deduce que es muy fácil que nos manipulen.
–¿Y cómo se percibía a la actriz que interpretaba a Clinton?
–Utilizando los mismos argumentos que Trump, resultaba auténtica. El mismo nivel de agresividad en una mujer parece menos intenso, quiza porque no era tan alta ni tenía la voz tan profunda como el político republicano.
–¿Y si se hiciera en España, ocurriría lo mismo?
–Es que de hecho ya se está haciendo lo mismo que haría Trump. Las apelaciones a 'la casta' o a 'la banda' tratan de llegar a los instintos más primarios de la gente y refuerzan la polarización.
–¿Puede convertirse la política española en una pelea de gallos?
–Sí, se está utilizando el mismo malestar social que hay en otros sitios para captar votantes. Al apelar a la emoción y no al intelecto, se reduce el nivel del discurso. Al mismo tiempo, los nacionalismos, de todos los colores, pugnan por atraer al electorado, de manera que se escenifica la crispación, no hay matices, todo es blanco y negro. Nos vamos deslizando al tribalismo más absoluto. Me da mucho miedo este panorama.
Formación Estudió Economía en la Universidad de Barcelona e hizo el doctorado en la London School of Economic. Ha trabajado como profesora en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia de Nueva York y ahora da clases de Economía de las Organizaciones en la escuela INSEAD, en París.
Teatro Le apasiona el teatro, entre otras aficiones. Madre de un niño de cinco años, trata de que su hijo no asuma estereotipos machistas.
–¿El lenguaje no verbal favorece la manipulación?
–Quizá deberíamos ver la tele solo con el sonido encendido, o informarnos únicamente a través de la prensa escrita. El poder de la imagen ya se vio en el debate entre Kennedy y Nixon de 1960. Quienes lo escucharon por la radio pensaron que el debate lo ganó Nixon, mientras que quienes lo vieron por la tele creían que el triunfador fue Kennedy. Nixon no se quiso maquillar y se puso a sudar, mientras Kennedy, que era muy guapo, resultó el vencedor de la contienda a los ojos de los telespectadores
En el actual Parlamento, cuatro mujeres ejercerán de portavoces. ¿Le induce alguna reflexión?
–Está muy bien que los dos géneros aparezcan representados en posiciones de poder.
–En España las mujeres eligen más las carreras socio-sanitarias, en vez de las científico-técnicas, que los hombres. ¿Es porque, inconscientemente, han asumido que los cuidados son una tarea suya?
–En parte obedece a eso, pero también tendemos a ir a sitios en los que nos sentimos representados.
–Hay quien, para explicar la brecha salarial entre géneros, aduce que solo es consecuencia de la maternidad, que induce a que la trabajadora opte por la media jornada. ¿Qué piensa de esta postura?
–No estoy de acuerdo. La brecha es muy grande si se compara el salario medio de la mujer con el del hombre. La diferencia radica en que la mujer tiende a ocuparse en sectores donde el salario medio es menor. Ello ocurre así porque los estereotipos y los modelos sociales inducen a las mujeres a creer que no van a tener éxito en sectores copados por hombres. Así, se crea un coste de identidad.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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