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Si siempre soñó con ponerse en la piel de Leonardo DiCaprio e imaginar lo que se siente agarrando a Kate Winslet por la cintura en la proa del Titanic, está usted de suerte. ZAO, la aplicación china que lleva días extendiendo por el planeta una nueva versión de la técnica del 'deepfake' (la manipulación de contenidos audiovisuales con herramientas de inteligencia artificial), le dará la posibilidad de hacerlo a la vuelta de solo ocho segundos previo envío de algunas fotografías.
El nuevo entretenimiento, disponible en la tienda de aplicaciones de Apple, acumula millones de descargas y permite, con un nivel de detalle impresionante, convertirnos en cualquier actor, cantante, deportista o político famoso a cambio de ceder nuestro 'rostro'. ¿Cómo? La aplicación incluye fragmentos de cientos de series y películas, eventos públicos, recitales... que hacen posible que, por poner un ejemplo, le arrebatemos a Brad Pitt su gloriosa interpretación de Heinrich Harrer y nos sintamos como si estuviéramos pasando nuestros propios siete años en el Tíbet.
El invento sería solo ingenioso y divertido si no fuera porque no ha pasado ni una semana desde que se colocó en el mercado y ya han saltado todas las alarmas. Resulta que ese afán por sentirnos como Catherine Zeta-Jones en 'El Zorro' nos lleva (irremediablemente) a 'entregar' nuestras imágenes a ZAO aceptando renunciar a los derechos de propiedad intelectual de nuestra cara, lo que, según algunos expertos, permite a la compañía usar las imágenes con los fines de marketing que considere oportuno.
La alarma ha causado tanto ruido como para que la compañía se viera obligada a emitir un comunicado anunciando cambios. Para entonces, un ejército de analistas había dejado al descubierto que la aplicación se reservaba los derechos «gratuitos, irrevocables, permanentes, transferibles y relicenciables» de todo el contenido generado por el usuario. «Entendemos las preocupaciones sobre la privacidad. Hemos recibido los comentarios y solucionaremos los problemas que no tomamos en consideración, lo que llevará algún tiempo», aseguran los responsables de ZAO, propiedad de la compañía Momo Inc.
Hace tiempo que los más críticos señalan el enorme desastre que puede llegar de la mano de las falsificaciones producidas por la inteligencia artificial; una práctica que, en su opinión, lo mismo sirve en bandeja vídeos falsos para manipular elecciones, difamar a alguien o potencialmente causar disturbios difundiendo información errónea a gran escala.
A estas alturas, nadie discute que estemos ante un monstruo capaz de generar muchos disgustos. Especialmente desde la última campaña electoral de 2016 en EE UU, en la que, según los analistas, el uso de la información errónea en las redes estuvo a la orden del día.
Por si había alguna duda de lo peligroso del nuevo escenario en el que nos movemos, basta recordar el anuncio que el pasado mes de junio realizó Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook. Zuckerberg, presionado por las circunstancias, aseguró que la red social que dirige está luchando por encontrar formas de lidiar con los vídeos falsos. Un anuncio que llegó después de que el megamillonario norteamericano reconociera que los vídeos manipulados pueden constituir «una categoría completamente diferente de información errónea como nunca la humanidad se ha enfrentado antes».
Además, lo ocurrido con ZAO recuerda al escándalo vivido en Europa a finales de julio pasado con FaceApp. Hace solo unas semanas, la famosa aplicación, que nos permite jugar a ser Benjamin Button y envejecer o rejuvenecer según nos venga en gana, se colocó en el centro de la polémica por las cláusulas de privacidad de la plataforma, ésta de origen ruso.
Tras aquello, el éxito de los primeros días se fue desinflando, pero FaceApp sigue en las tiendas de 'apps'. Tampoco parece que a ZAO le estén yendo muy mal las cosas. Hasta la noche del lunes seguía siendo la descarga gratuita favorita en China.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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