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Antonio Paniagua
Madrid
Domingo, 12 de junio 2022
El valenciano Juan Dual, de 37 años, ha estado muy cerca de la muerte en al menos tres ocasiones, lo que explica su afán por ... exprimir la vida. A los 19 le extirparon el colon y el recto, y a los 27 el estómago y la vesícula biliar. Los especialistas optaron por esta drástica cirugía después de que le diagnosticaran poliposis familiar múltiple, una dolencia producto de una alteración genética que en el 99,8% de los casos se traduce en el desarrollo de un cáncer en el tubo digestivo. De los ocho hermanos, cinco son portadores del gen causante de la enfermedad, y de ellos tres se han operado y otro está pendiente de hacerlo. Cualquiera hubiera caído en el desánimo y la reclusión, pero a Dual le dio por pedalear, correr y convertirse en un trotamundos en carreras de ultradistancia, aquellas que superan el maratón. Sus visitas por el quirófano no le han agriado el humor, más bien al contrario, lo sazona con chanzas macabras.
6.30 horas. Me tomo en ayunas dos viales de hierro para producir glóbulos rojos. Dejo pasar un cuarto de hora para que mi organismo los reabsorba y es entonces cuando como algo ligero, unas tostadas o algo así. Como en pequeñas porciones y mastico mucho cada bocado. Se puede vivir sin estómago con relativa tranquilidad. Los médicos me construyeron uno nuevo con un trozo de intestino delgado que empalma con el esófago y vuelve a aquel, de manera que se crea una suerte de cavidad donde se realiza la digestión.
1.30 horas. Me tengo que someter a controles médicos periódicos hasta que me muera. Sin colon, recto, estómago ni vesícular bilia, las cosas cambian radicalmente: en tres o cuatro meses pasé de 107 kilos a 57. No podía moverme, ni siquiera hacer la compra. Un día me propuse salir a andar, e invertí más de dos horas en recorrer cuatro kilómetros. Una amiga, que se preparaba para correr en Valencia 15 kilómetros, me invitó a salir a correr con ella. Ahora puedo estar corriendo 70 kilómetros por la montaña durante 26 horas.
17.30 horas. Necesito el silencio dentro de mí. Me permite dominar el control de mi existencia. Si te metes en el fregado del ruido social, puedes entrar en barrena y acabar drenado física y emocionalmente.
14.30 horas. Nunca tengo hambre porque la hormona que provoca el apetito se segrega en el estómago, del que carezco. He debido reaprenderlo todo día a día: gestionar mis energías, advertir cómo y cuándo comer, estar alerta sobre mis necesidades de hidratación... El cuerpo me avisa rápidamente de una pérdida de energía: la boca de repente se empieza a poner pastosa y se me reseca.
19.45 horas. Voy al baño entre cinco y siete veces al día. Cada vez que me limpio el culo debo observar que no haya rastro de sangre. Hace tres años, el 6 de agosto, antes de la pandemia, había decidido ir Boston cuando de repente sufrí una hemorragia digestiva masiva y acabé en la UCI de sangrantes del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. No me trasladaron en helicóptero porque lo estaban utilizando para otra persona. Recuerdo, en el hospital, el carro de paros cardíacos al lado y el trasiego de bolsas de sangre.
18.00 horas. Como voy tantísimo al váter llevo tatuado en una pierna un rollo de papel higiénico. Me han quitado tantas piezas que estoy vacío por dentro. Por eso cuando escribí un libro que va de recetas de cocina, lo titulé 'Vacío'.
19.00 horas. Cuando tuve la hemorragia masiva me detectaron un tumor en el riñón derecho que en algún momento me tendrán que extirpar. Le llamo Totoro, porque es redondito y blandito; por ahora está callado y más o menos tranquilo. Me lo imagino como uno de los ángeles del ilustrador Hayao Miyazaki. Al nuevo estómago le llamo Segis. Si no te lo tomas con humor los acontecimientos te llevan por delante.
10.00 horas. Sigo activo laboralmente. Escribo textos para las páginas web de un par de empresas y contenido para redes sociales. También doy charlas motivacionales. Mis padres, con los que vivo, están tranquilos porque ven que soy solvente. Además me patrocinan marcas como Somos Deportistas, Merrell, Suelta Freno...
19.00 horas. Voy a ver a mis sobrinos. Hace dos semanas, la más pequeñaja, que es preciosa, empezó a caminar y ya corre que se las pela. Se me cae la baba al verla medio trotando.
21.00 horas. Lógicamente no soy de bares, no tomo nada de alcohol por motivos médicos. En su momento no me perdía ninguna fiesta, fui a festivales de heavy metal, estuve en todo tipo de antros y discotecas, pillé borracheras de caballo y bebí todo lo que pude. Pero ahora, si me voy con mis amigos de cañas, me pido un mosto, una Coca-Cola, un Aquarius o simplemente agua. El alcohol solo lo utilizo para cocinar: le echo un chorro de vino blanco al pollo o de coñac a algún guiso.
10.00 horas. Mis amigos, a los que conozco desde los 16 años, me han salvado la vida a través del humor. En todas mis operaciones chungas e ingresos hospitalarios han estado ahí, cuando más los necesitaba. Hemos crecido y caminado juntos. Es una suerte tenerlos de soporte, a ellos y, claro está, a la sanidad pública.
20.00 horas. Soy muy friki, adoro 'Star Wars' y Marvel y me interesan la geología, la física, la astronomía, la paleontología, el ciclismo, la montaña, que empecé a amar en Japón. Me ha dado tiempo para leer de todo. Una vez que viajaba por los Andes me encontré con un pastor de una pequeña comunidad que dejó un poso muy grande cuando me dijo: «En esta vida hay que ser aprendiz de todo y maestro de nada».
3.00 horas. Me cuesta muchísimo empezar a comer para arrancar el día. Si tengo alguna carrera o entrenamiento que empieza a las seis de la mañana, a veces me levanto a desayunar de madrugada para cargarme de energía. Me tomo, qué se yo, un batido de frutas, un sándwich de mantequilla de cacahuete con mermelada de fresa o un donut.
10.00 horas. He recorrido los Andes en bicicleta, desde Nicaragua hasta Ushuaia, la Tierra de Fuego (Argentina). He estado en Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú, Panamá, Bolivia, Brasil y Chile. La cordillera Blanca (Perú) me alucina. Los Pirineos son un rincón increíble. Y qué decir de la Patagonia, es mi lugar en el mundo.
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