El consumo moderado de vino en las comidas reduce el riesgo cardiovascular

La investigación indica que el consumo moderado de vino por parte de personas que ya cuentan con factores de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares reduce a la mitad las posibilidades de que padezcan episodios graves o muy graves de estas patologías, como pueden ser el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular (ictus, derrames o aneurismas) y la propia muerte por complicaciones cardiovasculares.

El trabajo también aclara que si este consumo de vino es demasiado ligero, menos de media copa al día o de una a la semana, la reducción del riesgo cardiovascular conseguida solo llegaría al 38%. Por el contrario, si estamos hablando de un consumo alto de esta bebida, más de una copa y media al día, las ventajas preventivas anteriores se evaporarían y de hecho, muy posiblemente, se convertiría en factor para el aumento de los riesgos para la salud.

Y dicho esto, ahora vienen las matizaciones. Al menos tres. La primera, los investigadores empiezan por acotar en qué consiste este consumo moderado que resulta beneficioso. Hablamos de tomar entre media y una copa de vino al día. La segunda, la ventaja solo tiene en cuenta el consumo de vino durante las comidas, nunca aislado y entre horas, y por una persona que habitualmente sigue una dieta mediterránea, la tradicional alimentación española con escasa grasa animal y abundante fruta, verdura y pescados. Es decir, entiende el vino integrado como un alimento más. Y la tercera matización, las cantidades de vino que aportan beneficios a la salud en las mujeres serían más o menos de la mitad que las indicadas para los hombres.

El trabajo de estos especialistas no solo otorga efectos positivos al consumo moderado de vino en las comidas sino que considera que tendría un impacto protector comparable o incluso superior que el de alguno de los tratamientos farmacológicos usados por parte de las personas mayores con factores de riesgo cardiovasculares. El director de esta investigación, el doctor Ramón Estruch, señala que la investigación otorgó un papel positivo más relevante a la copa de vino diaria que a un fármaco habitual en estos pacientes con son las estatinas, que se utilizan para reducir el colesterol.

Los investigadores han obtenido estos resultados tras el seguimiento durante un período de entre cuatro y cinco años de 1.232 personas que presentaban un alto riesgo cardiovascular y que viven de acuerdo con las normas y hábitos de la dieta mediterránea. El trabajo utiliza una herramienta diagnóstica poco usual, pues no solo hace un seguimiento de los pacientes sobre cuestionarios como sus rutinas de alimentación sino que mide su tasa de consumo de vino con el análisis periódico de la presencia en su orina de ácido tartárico, un componente de la uva. Esto da mayor precisión y consistencia a los resultados y a las conclusiones que los obtenidos a partir de simples cuestionarios, que dependen de lo que los participantes recuerdan o declaran haber bebido en un lapso de tiempo determinado.

El doctor Estruch considera que los hallazgos del trabajo de su equipo son aplicables y extrapolables a poblaciones similares (personas mayores, con alto riesgo cardiovascular y residentes en países mediterráneos), pero advierte sobre la importancia de la moderación en el consumo de vino, especialmente en mujeres, para quienes la cantidad recomendada es la mitad que para los hombres.