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Un otoño menos lluvioso y más cálido. Eso es lo que nos espera para este próximo trimestre, según adelantaron ayer los portavoces de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Rubén del Campo y Beatriz ... Hervella, respectivamente. Los dos expertos en meteorología han presentado por videoconferencia la predicción estacional para este otoño astronómico, que comienza el martes, así como el balance meteorológico del verano. Según señalaron los portavoces, se espera que en octubre, noviembre y diciembre llueva menos de lo habitual tanto en la península como en Baleares, si bien no descartan episodios puntuales de precipitaciones intensas en zonas el Mediterráneo. También hará más calor de lo normal, concretamente la temperatura subirá al menos 0,6 grados por encima de los valores medios habituales. En el Sistema Central, cuadrante noroccidental, puntos de la Ibérica y de las Sierras de Cazorla y Segura es donde se esperan las anomalías positivas más destacadas, que podrían suponer un grado más de temperatura.
Por otro lado los portavoces se refirieron a la intensidad de las olas de calor de esta última década, que han sido las más frecuentes (el doble), las más intensas y las más duraderas desde que hay registros, esto es en los últimos 45 años. Una ola de calor es un episodio de tiempo extremo caracterizado por temperaturas muy elevadas, que afectan a una amplia región durante un período de tiempo extenso. Durante este verano se registraron dos olas de calor: la primera de ellas, entre el 25 de julio y 2 de agosto, dio lugar a las jornadas más cálidas de la estación. El 30 de julio, en Hondarribia-Malkarroa (Aeropuerto de San Sebastián) se alcanzaron 42,2 grados, la temperatura más elevada de una serie que arrancó en 1956. La segunda ola de calor tuvo lugar entre el 6 y 10 de agosto.
Este verano cierra una década en la que las olas de calor en nuestro país han sido las protagonistas: en el último decenio se han registrado 23 olas de calor, frente a las 11 o 12 que se produjeron en cada una de las tres décadas anteriores. Por lo tanto, prácticamente se ha duplicado su número.
Hervella hizo alusión al llamado estrés térmico (un fenómeno que tiene en cuenta variables como la humedad, la velocidad del viento y la radiación solar) y dijo que el estrés térmico de este verano ha superado al del estío de 2003, recordado por un extrema ola de calor asociada a una mortalidad que dejó 35.000 fallecidos en toda Europa (sobre todo personas mayores con enfermedades cardiorespiratorias), de ellos diez mil en Francia y 6.500 en España.
Precisamente el verano de 2020 ha sido récord de máximo estrés térmico en el sur peninsular y ha registrado temperaturas más altas de lo normal por sexto año consecutivo. En su conjunto ha sido muy cálido. Registró una temperatura media de 23,9 grados, es decir, 0,9 grados por encima de lo normal, y fue especialmente caluroso en puntos del sur y este peninsular, zona centro y ambos archipiélagos. Ha sido el noveno verano más cálido tanto del siglo XXI como del total de la serie.
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