Dicen que se cambia más fácil de religión que de café, así que allá cada uno. En España, ya desde hace décadas, uno de los más consumidos es el torrefacto. Pero el nuestro es uno de los pocos países donde todavía se consume este tipo ... de café, también en Portugal. Esta tradición cafetera, que nace de la etapa de pobreza de la posguerra, se extendió durante esos años por ser más económico que el natural o el mezcla y su consumo ha llegado hasta el presente.
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Pero la realidad va más allá, y la península ibérica es uno de los pocos lugares del mundo donde todavía se consume habitualmente. Y no solo eso. En Europa, sin ir más lejos, está prohibido en algunos países. Y en territorios como Italia, cuna de algunos de los tipos más conocidos de esta bebida como el espresso, no se consume. Así que hacer café torrefacto en una cafetera italiana puede ser considerado algo más que un sacrilegio para nuestros vecinos del Mediterráneo.
El origen del torrefacto lo podemos encontrar cuando hace siglos los marineros veían como la humedad estropeaba su café en largos trayectos en el mar. Para buscar una solución, se comenzó a tostar el grano con azúcar, creando un caramelo que lo envuelve para, supuestamente, conservarlo por más tiempo. Además, durante la posguerra, al añadir azúcar, permitía obtener más café con el mismo número de granos. Desde entonces, su expansión ha llegado hasta el siglo XXI, cuando la costumbre ha hecho que todavía se siga bebiendo en España.
La diferencia entre los tipos es sencilla. El azúcar. El torrefacto es el que más tiene de los tres y menos café natural presenta, de ahí que sea el más barato de preparar. Se creó con el objetivo de abaratar costes y aumentar su tiempo de conservación, ya que se tenía la certeza de que con este ingrediente se creaba una capa caramelizada que protegía el producto, tanto en grano como molido. Así, para obtenerlo se usa menos café natural y más azúcar, que se utiliza a la hora de tostar el grano.
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El resultado, un líquido de color oscuro y de sabor más amargo. No parece muy apetecible. Pues es que el café no tiene por qué saber a rayos, no es una obligación. Aún así, en España todavía se sigue consumiendo. Y también uno de sus derivados, el café mezcla. Como su propio nombre indica, es una combinación entre el natural y el torrefacto. La mezcla no es siempre mitad y mitad, podemos encontrar variedades de 70% de torrefacto, 30% natural, 80% y 20%. Buenas opciones si se quiere comenzar a beber café natural.
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El sabor del tipo mezcla, lejos de ser suave, además de amargo, mantiene un color oscuro. Este es de lo más vendidos en supermercados y también es común encontrarlo en muchos bares.
Y además de su peor sabor, estos cafés también tienen efectos nocivos en la salud. Para comenzar ese azúcar añadido, que además en los alimentos líquidos es más perjudicial. Un desayuno de zumo de naranja y de café mezcla es bastante azúcar para tener todavía todo el día por delante. Pero tenemos otra opción, el natural. Sus ingredientes son los granos de café recolectados. Sin azúcar ni aromas. Menos amargo y con más sabor. Ahora, que cada uno elija su café. También su religión.
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