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Un grupo de hombres simula una guerra tribal en la isla indonesia de Nueva Guinea,. AFP
Un bocado indigesto

Un bocado indigesto

Un joven de Papúa Occidental visita la tribu caníbal que quiso comérselo cuando era niño por considerarlo «un ser maligno»

susana zamora

Viernes, 1 de noviembre 2019, 09:24

En la vasta y recóndita selva que serpentea por el sureste de Papúa Occidental (Indonesia), los aldeanos de Wanggemalo pasan sus días ajenos al mundo. En aquel hipnótico territorio, de verde infinito, solo imperan las normas de la tribu. Sus algo más de 3.000 habitantes esquivan a animales peligrosos que deambulan por la maleza y a hostiles vecinos desde las alturas. A más de 40 metros, los korowai construyen sus casas en las copas de los árboles, aprovechando las características robustas de los banyan o wanbom. Es su refugio terrenal, pero también espiritual. Allí se sienten a salvo de los espíritus malévolos.

Su vida transcurre entre buscar sustento y mantenerse alejados del mal. Y para ello, matan y se comen, si es necesario, a los que consideran 'khakhua' o brujos, que toman la forma de hombre y son responsables de las muertes misteriosas de los miembros del clan. Da igual que sea adulto o niño, siempre y cuando sea varón. Wawa Chombonggai fue uno de ellos. Con tan solo seis años, fue señalado por la tribu, que decidió acabar con él y engullirlo después de que sus padres murieran en 2006 de forma inexplicable. Sospechaban que Wawa había hecho magia negra para acabar con ellos tras haber sido poseído por 'khakhua', un ente metafísico que se come los órganos del cuerpo y permanece en reposo dentro de él. De ahí que la única manera que encuentran para liberar el alma del condenado sea comiéndoselo, porque así también liquidan al espíritu.

Wawa, de niño y de joven.

Su tribu lo sentenció a muerte

«Con solo mirarle a los ojos, podías imaginar lo asustado que estaba y el miedo que sentía». Así recuerda el guía Kornelius Sembiring al pequeño Wawa Chombonggai cuando descubrió que, con seis años, iba a morir a manos de su tribu por considerarlo un brujo, un ser maligno.

Tras rescatarle y adoptarle, Wawa creció en un ambiente familiar y se formó hasta titularse en Ciencias del Deporte. Trece años después de aquella sentencia, Wawa ha vuelto a reencontrarse con su horrible pasado. «No tengo miedo», confiesa ahora el joven.

La tribu había dictado sentencia y todo parecía perdido. Solo un milagro podía evitar la peor de las suertes al pequeño. Y sucedió, gracias a la intervención de Kornelius Sembiring, un guía que acompañaba al equipo de televisión del Canal 7 australiano durante la grabación de un reportaje en la zona. Sembiring lo rescató 'in extremis' de morir víctima del canibalismo y, tras adoptarlo, se lo llevó a vivir con su familia a la isla indonesia de Sumatra. «En general, no estoy de acuerdo con esta clase de cosas porque, en mi opinión, los niños deben crecer dentro de sus propias culturas. Sin embargo, este caso era diferente, porque su familia me advirtió de que su vida corría peligro», explica ahora Sembiring. Con él, Wawa creció alejado de los delirios tribales que sufrió de pequeño y estudió hasta alcanzar la universidad y titularse en Ciencias del Deporte.

«Si me quedo, me comen»

Pero el joven no estaba en paz. Devoto cristiano, sentía que debía ajustar cuentas y regresar a aquella aldea para instar a familiares y amigos a abandonar la antropofagia. «Hay otras formas de solucionar los problemas», declaró el joven durante el viaje que le llevó trece años después al corazón de su pasado. Allí, en lo más profundo de la selva, todo seguía igual, como si el tiempo hubiera quedado congelado. Aunque nervioso por el reencuentro, Wawa logró romper el hielo con la ayuda de su familia adoptiva. Primero saludó entre lágrimas a sus hermanos Wilhelmus, Devi y Lepina, y después estrechó la mano del líder de la tribu. Sin rencores. Pero el joven se rompió cuando sus tías se abrazaron a él y lamentaron los años perdidos.

Los korowai

  • Canibalismo. Hasta 1970, la tribu korowai vivía en Papúa Occidental (Indonesia) aislada por completo del mundo. Fueron unos misioneros holandeses quienes contactaron por primera vez con ella. Es conocida por ser una de las últimas tribus caníbales del planeta. Sin embargo, los antropólogos y los habitantes de Papúa insisten en que los korowai no practican la antropofagia desde hace más de veinte años.

  • 3.000 es el número de habitantes que compone el clan de los korowai, que tradicionalmente han recurrido al canibalismo para librarse de los malos espíritus. Menos el cabello, las uñas y el pene del difunto, todo era comestible. Las niñas estaban exentas, por ser más vulnerables al espíritu.

Aunque abrumado por la situación, el joven sacó fuerzas para cumplir con lo que le había llevado hasta allí. Empezó reprochando a su familia korowai el comportamiento que habían tenido con él y, más recientemente, con un tío suyo, al que mataron porque había tenido una aventura con la esposa de otro hombre. «Habría que hablar más y discutir siempre los asuntos para llegar a una solución que satisfaciera a todos. ¿Por qué matar?», aleccionó el joven.

Hubo quien, tras escuchar su discurso, quiso que Wawa se convirtiera en el líder de la tribu. Un ofrecimiento que rechazó. «Me alegro de haber regresado, pero aquella amenaza de niño la he vuelto a revivir como si fuera real; creo que, si me quedase, aún estaría en riesgo», confesó el joven.

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